El sector biofarmacéutico sigue en constante transformación y ese va a ser, sin ninguna duda, su estado natural durante mucho más tiempo. La industria biomédica y biofarmacéutica va a seguir a la vanguardia de la innovación y seguirá ampliando el arsenal terapéutico global, unas veces para salvar vidas y otras para aliviar sufrimiento a millones de pacientes. Son muchos los que piensan que la industria innovadora tiene un futuro brillante y lleno de oportunidades. Yo me encuentro entre ellos.
A pesar de las severas críticas, ignorantes e injustas muchas veces, la industria continúa, y continuará, desarrollando nuevas medicinas cada vez más eficaces, más seguras y con mayor coste-efectividad. Ni esas críticas, ni los múltiples obstáculos de acceso en cualquier país o región, conseguirán que la innovación se pare, porque es simplemente imparable. No es difícil entenderlo, todo el mundo quiere, lógicamente, acceder a la última innovación farmacéutica, como quiere tener a su alcance los últimos smartphones.
La complejidad de la industria es bien conocida. Basta con recordar que quien la regula- el Estado- es, con diferencia, su principal cliente. Regulador y categoría de cliente principal simultáneamente. Eso lo dice todo. Este hecho por si solo añade un plus de complejidad al sector que tiene que atravesar muchas veces arenas movedizas en su camino.
Un sector tan complejo y focalizado en la innovación necesita de líderes, a todos los niveles jerárquicos, cada vez más preparados y con una visión más global e integradora de todas las claves de la industria. Líderes en definitiva, fuera de los tradicionales silos profesionales y con un conocimiento mucho más amplio de las áreas estratégicas de la Unidad de Negocio o de la compañía para la que trabajan.
Un Brand Manager, un Gerente Regional, un Medical Advisor, un KAM o un Responsable de Acceso, no se limitan, o no deberían limitarse, a conocer en profundidad su exclusivo campo de competencia profesional. Cualquiera de estos líderes necesita, además, tener una visión más integral de su propia empresa y de los múltiples stakeholders que influyen en la cadena de creación valor. Necesita conocer hacia dónde va el sector, como serán los fármacos del futuro, entender la dimensión financiera del negocio, desarrollar capacidades de liderazgo para dirigir equipos competentes, entender las claves de la comunicación, cómo interactuar eficazmente con los gestores sanitarios, cómo funcionan las asociaciones de pacientes y las sociedades científicas, cómo funciona la distribución de fármacos, qué es el Marketing digital, cómo negociar con éxito, cómo gestionar crisis, cómo añadir valor con las nuevas tecnologías, cómo funciona la creciente sanidad privada, cuales son los nuevos paradigmas del precio y reembolso de los fármacos innovadores, etc.
No se trata, lógicamente, que todos sean especialistas en todas las materias. Los líderes del futuro, que es hoy, necesitan un núcleo de conocimiento transversal, además de dominar su área de especialización y responsabilidad directa. Y esto es ahora más necesario que nunca porque la propia transformación permanente de la industria necesita líderes más flexibles y polivalentes, preparados para cambiar de posición varias veces en su carrera profesional, en la misma o en diferentes empresas.
Los líderes de cualquier nivel dentro de una compañía que quieran progresar y desarrollarse para alcanzar posiciones de mayor responsabilidad, necesitan no solo ser competentes en lo que hacen ahora, también estar equipados con una visión completa y actualizada del sector. En unos casos esta visión más amplia es un plus que les sitúa en la rampa de despegue para afrontar otros desafíos, en otros les fortalece y consolida en la tierra que están pisando ahora.
En definitiva los líderes de hoy y de mañana han dejado de ser infantería con visión solo del terreno próximo y se han subido al helicóptero para ampliar sustancialmente su campo de visión y su horizonte profesional.