En el sector Life Sciences, la formación Médico-CientÃfica continuada resulta consustancial al desempeño de la mayorÃa de las funciones. Para el desarrollo de competencias directivas a lo largo de nuestra carrera profesional también necesitamos programas más especializados como los que ofrecen las Escuelas de Negocios.
De Managers a Líderes
No es de extrañar que muchos directivos elijan programas de postgrado para facilitar su evolución de managers a líderes, pues el desarrollo de directivos y líderes es la misión fundamental de las Escuelas de Negocios.
Con toda la controversia que siempre rodea el concepto de liderazgo, existe un amplio consenso en algunas ideas. En primer lugar, convertirse en líder no es sólo una cuestión de adquirir un conjunto de conocimientos y practicar las habilidades necesarias. Implica también un trabajo personal profundo que requiere la adquisición de un claro sentido de uno mismo; un desarrollo de la propia identidad como líder, alineada con valores personales y éticos.
Convertirse en líder es un esfuerzo 360º y la mejor manera de conseguirlo es a través de experiencias de liderazgo gradual, acompañado de seguimiento y reflexión a esas experiencias para extraer enseñanzas aplicables.
Algunas voces cuestionan el valor de la educación teórica en business para alcanzar posiciones directivas. Sin embargo, el trabajo del día a día, no siempre ofrece condiciones idóneas para poder adquirir perspectiva y sacar provecho de las experiencias cotidianas. La presión es frecuentemente alta, no hay tiempo de detenerse a analizar y el foco está sobre la consecución de objetivos inmediatos, más que en el fondo del aprendizaje.
Por otra parte, se debate sobre si las Escuelas de Negocios pueden o no desarrollar “líderes”; aquello de si con dotes de liderazgo se nace o se hace. Y los auténticos líderes no son el producto resultante de una única institución: el aprendizaje para el liderazgo dura toda la vida. En una definición amplia, los managers se ocupan de las cosas y las cifras, mientras que los líderes se ocupan de las personas, de su desempeño y desarrollo.
Estas son las razones por la que es tan beneficioso sumergirse en un entorno centrado de lleno en el aprendizaje y el desarrollo del liderazgo.
Un entorno construido por marcos conceptuales académicos que den sentido a las experiencias con diversos grupos (consultores, tutores, otros alumnos, etc.) que ayuden a ponderar y generar esa perspectiva. Esas experiencias desde ángulos nuevos y diferentes aportan valor; se aprende más y mejor de lo que lo que se aprendería sólo en el lugar de trabajo. Además, ofrece acceso a nuevas oportunidades que no se considerarían de otra manera.
Más aún, en directivos cuyas carreras se desarrollan en diferentes organizaciones, se utilizan programas y cursos como una manera de ampliar perspectivas, alinear y facilitar las transiciones de carrera. Fomentar esta formación proporciona un apoyo más en sectores o entornos de trabajo en cambio permanente e incertidumbre.
A todo directivo en desarrollo le encanta que se le presenten posibilidades de acelerar o reorientar su carrera, y para ello, las Escuelas de Negocios aportan un plus socializador. En muchas encuestas de satisfacción a alumni, el enriquecimiento profesional -además del personal- obtenido de la convivencia con los compañeros de curso, puntúa siempre muy alto.
El rol de las Escuelas de Negocios
¿Y cómo contribuyen las mejores Escuelas de Negocios al desarrollo sostenido de sus alumnos como líderes? Ayudando a adquirir conocimientos y habilidades tanto conceptuales como empíricos, estimulando la reflexión personal y desarrollando herramientas de autoanálisis para reforzar el hábito del aprendizaje permanente.
La importancia de la Responsabilidad Social Corporativa ha rescatado la función social de las escuelas de negocios como desarrolladores de líderes y catalizadores de la innovación. La amplitud de perspectivas debe emplearse para desarrollar líderes éticos y sus lecciones son útiles para cualquiera que esté interesado y que permanezca alineado/a en el esfuerzo por desarrollar líderes eficaces y responsables.
Bajando al terreno de lo más concreto, es fundamental combinar teoría y práctica. Las Escuelas de Negocios con su trayectoria de rigor, orientación académica y sus claustros especializados por sectores, ofrecen además seminarios, talleres y prácticas muy enriquecedoras.
Un ejemplo paradigmático es la utilización del método del caso. A menudo por primera vez en su trayectoria académica, los alumnos usan ejemplos de la vida real para analizar, debatir y presentar por equipos y en clase. No existe la duda –tan frecuente en la Universidad- de si lo que están aprendiendo tendrá aplicaciones en su carrera profesional.
Además, el alumnado es seleccionado para que se produzca un blend adecuado con procedencias diversas, complementarias y que el aprendizaje se produzca verdaderamente en 360º.
Esas nuevas habilidades y competencias adquiridas son plenamente transferibles y de inmediata aplicación. La comprensión de cómo opera una organización, los procesos de toma de decisiones, la cuantificación de alternativas y las presentaciones de todo tipo, son facetas de ese aprendizaje.
Nuevas competencias en Life Sciences
Como decimos frecuentemente, la clave es que esos programas de especialización o desarrollo aporten las competencias de vanguardia en cada momento. En su día, las mejores Escuelas de Negocios aportaron lo más innovador del Just in Time, la organización Lean, los Océanos Azules o, más específicamente, las funciones de Market Access, HEOR, gestión de KOL’s o Medical Science Liaison (MSL).
Cada día más, las empresas necesitan directivos con un nivel superior de habilidades y con competencias más transversales, y eso se consigue integrando nuevas funciones y herramientas que hay que adquirir en la vanguardia del conocimiento.
Como constatamos año tras año -ESIC ha cumplido 50 años como Escuela de Negocios-, para las empresas, una formación Programa Superior o Master garantiza un/a candidato/a con una mejor perspectiva estratégica, un conocimiento más amplio y profundo de sus mercados, y con una mayor motivación para desarrollar su carrera hacia posiciones directivas y de gestión. Y siempre cubriendo los temas más candentes del sector: el value-based healthcare, Compliance, los medicamentos huérfanos, los Biosimilares, el e-Marketing, el uso de Redes Sociales o el Big Data en salud.
Además, siempre se valora el esfuerzo de realizar un programa directivo compaginándolo con el trabajo: es más duro, pero ofrece sinergias que los mejores alumnos ponen en valor inmediatamente.
Identificar y desarrollar el Liderazgo
La primera opción en las compañías líderes ha sido -y debe ser siempre- desarrollar el talento interno, una vez que esté identificado. En ese desarrollo del talento, la palanca de la formación es crucial, sea general como la que ofrecen las Escuelas de Negocios o específica como la que se obtiene con programas in-company, seminarios, bootcamps, etc., y resulta diferencial para las corporaciones/empleadores más responsables y atractivos.
También son cada vez más habituales los programas de liderazgo que aceleran el desarrollo con la ayuda de consultoras externas, que les ofrecen un mapping, una foto y una oferta de gestión del gap a futuro. Todo empieza por definir un catálogo de competencias, mapas de talento, planes de carrera y programas de sucesión. A partir de ese diagnóstico del liderazgo, los directivos con desarrollo y aspiraciones aprovechan esas oportunidades de formación para potenciar su desarrollo y su vinculación al proyecto general.
Los candidatos bien formados, que participan en programas de desarrollo y que tienen expectativas hacia su carrera profesional, cada vez son más exigentes. Buscan un proyecto alineado con sus expectativas y preguntan cómo le va a acompañar su compañía para que en este proyecto ambos salgan ganando y resulte en un win-win.
Incluso en un sector tan innovador como Life Sciences y con productos que pueden ser muy complejos y sofisticados, muy pocos de ellos son auténticamente únicos para un tratamiento y se cumple ese famoso dicho de que lo que diferencia a las compañías no son sus productos, sino sus líderes, sus directivos y su talento organizacional.
Desarrollo de competencias en innovación
La innovación es, y será siempre, un importante motor del éxito del sector empresarial y de la sociedad, y las Escuelas de Negocios están haciendo mucho por fomentar la innovación en todo el mundo. En Life Sciences, la innovación está embebida en su mismo ADN y el potencial de crear valor es muy alto.
El talento de gestión contribuye a la innovación y las Escuelas se enfocan en desarrollar habilidades específicas para apoyarla, reinventar planes de estudio y crear nuevos modelos y redes con sus alumni. Además, promueven la investigación interdisciplinar para fomentar avances en su enseñanza. Un ejemplo son las incubadoras de empresas, los proyectos de consultoría de/con estudiantes o los concursos de planes de negocio, todas ellas actividades que se enfocan directamente a la innovación.
Combinar la innovación con temas como la sostenibilidad, liderazgo o ética supone otro de los retos. Las escuelas abren caminos al combinar temas para crear nuevos retos y hacer las cosas de manera diferente. Por ejemplo, una forma de apoyar la innovación es romper los silos y barreras funcionales en el aprendizaje y la investigación.
Así como centrarse en el desarrollo de habilidades para apoyar la innovación, no sólo en la transferencia de conocimiento. El objetivo en la innovación no necesita ser revolucionario para tener un impacto duradero. A largo plazo, la innovación incremental se va beneficiando del proceso continuo de lo que funciona y no funciona.
Para un desarrollo directivo dirigido hacia el éxito y el liderazgo, la formación ha de estar siempre presente en nuestro itinerario: a cada etapa de nuestra carrera profesional, le corresponde su “programa”.