Si hay algo que ha demostrado la pandemia es que la ciencia y un sistema sanitario solvente, son dos pilares estratégicos para afrontar una crisis como la que estamos viviendo, y que su puesta en valor es una obligación que no puede responder a una moda pasajera ni a una circunstancia excepcional.
En lo que a la interpretación de sus datos se refiere, la ciencia y la salud están, o deberían estar, fuera de todo contexto político, y preservar su independencia debería ser un compromiso común a todos los players del sector.
En este sentido, los medios de comunicación, líderes de opinión y prescriptores, tenemos que asumir una responsabilidad que trascienda a los intereses de cada organización para construir sobre una sociedad que esta sobreexpuesta a la información, pero que no siempre está preparada para interpretarla.
Combatir la infodemia con datos
Hace unos meses, el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, señalaba que en el entorno de esta pandemia "la gente debe tener acceso a información precisa para protegerse a sí misma y a los demás". Se refería entonces a la llamada infodemia, un término que alude a la sobreabundancia de información, alguna rigurosa y otra falsa, sobre un tema. Y que llevó a la OMS a hacer un llamamiento a los Estados Miembros para que elaborasen planes de acción con el fin de promover la difusión de información precisa basada en datos científicos y probatorios.
A esta pandemia añadida a la existente, le sumamos la no menos peligrosa complicidad de las RRSS donde el manejo de la información está siendo aún menos preciso, fomentado entre otras cosas por el anonimato y la falta de objetividad de muchas de las informaciones que se publican.
Transformación digital versus desinformación
En la otra cara de la moneda, la aparición de las nuevas tecnologías vinculadas al manejo del Big Data y la Inteligencia Artificial van a suponer una revolución también en términos de comunicación. Hasta hace no mucho, la ciencia nos ayudaba a predecir riesgos, si bien se llevaba de una manera poco precisa por la falta de información y la ausencia de datos. Sin embargo, hoy disponemos de herramientas mucho más potentes para la elaboración de análisis predictivos que nos permiten estimar de una manera más exacta el impacto de determinadas actuaciones.
La generación de pruebas en el mundo real (RWE-Real World Evidence en inglés) y su traducción en datos de la vida real (RWD-Real World Data en inglés) nos permiten hablar de ciencia y healthcare realizando previsiones a medio y largo plazo en cuanto a patologías, tensión en el sistema sanitario o desarrollo de medicamentos, entre muchas otras aplicaciones. Esto, traducido en términos de comunicación, nos va a permitir extraer conclusiones más robustas e ir más allá en el manejo de la información.
Se abre una nueva era informativa donde la opinión y el análisis pueden basarse en la evidencia. Bienvenida sea.