He leído en un reciente estudio de la consultora Accenture llamado Digital Health Technology Vision que un 81% de los medical executive considera que las aplicaciones derivadas del metaverso supondrán un impacto positivo para la industria.
Recientemente hablaba también con el CEO de una empresa especializada en estas materias y me comentaba que los beneficios reales que puede suponer para el paciente son incuestionables. Pero me surgen dos cuestiones: ¿cómo se traducen estos beneficios? y ¿cómo se pueden comunicar adecuadamente para no pensar en un nuevo gadget tecnológico sino en algo que de verdad nos puede ayudar en cuestiones tan importantes como las que afectan a nuestra salud?
Entendemos el metaverso como un entorno virtual en el que podemos interactuar e intercambiar experiencias a través de nuestros avatares. No es algo completamente novedoso. Estas simulaciones nos han llegado primero en forma de juego, después se han ido incorporando a la actividad laboral e incluso a la educación y, desde hace relativamente poco tiempo, se han introducido en el sector salud. Pero sí es cierto que, al tiempo, que se producía esta evolución, la tecnología ha ido desarrollándose a gran velocidad, permitiendo cada vez más posibilidades.
Buscando la respuesta a la primera pregunta, cómo profesionales sanitarios y pacientes pueden beneficiarse realmente de este entorno, me quedo con este extracto del informe de KPMG Future of Extended Reality (XR) Report 2022 que señala que “esta tecnología puede ayudar a los pacientes ubicados remotamente a obtener la atención adecuada, el diagnóstico correcto, recibir tratamiento médico o asistencia de expertos que se encuentran en diferentes geografías en tiempo real”.
Pero no sólo sirve en la relación médico-paciente, sino también de médico a médico, aprovechando las mismas potencialidades para compartir conocimientos, participar en experiencias de formación y trabajar en común.
Tampoco podemos olvidar cómo puede modificar la conexión entre laboratorio y profesional sanitario, creando un nuevo canal donde sea más fácil generar contenido relevante, trasladar información de interés, reducir costes y, en último término, beneficiar al paciente. CVS ya solicitó en marzo de este año a la Oficina de Patentes de Estados Unidos una marca comercial para vender productos virtuales y NTF y programas de bienestar y asesoramiento en el mundo virtual.
Es un proceso inevitable pero no sencillo. Quizás el elemento tecnológico sea el más fácil de manejar pero los laboratorios van a tener que hacer frente a otras consideraciones. No sólo saber adecuar su contenido y sus profesionales a este nuevo entorno sino también ajustarse, tan escrupulosamente como en nuestra realidad, a la regulación y el marco normativo que se va a imponer en el metaverso Health.
Recientemente, Roche ha organizado una reunión con diferentes asociaciones de pacientes en el metaverso, con el fin precisamente de poner en común la experiencia y posibles aplicaciones que ofrece este entorno en el ámbito de la salud. Asistiendo a una sala de reuniones completamente virtual, se revisaron algunas experiencias que se vienen realizando en nuestro país como el primer hospital virtual con experiencia inmersiva desarrollado por el Hospital San Juan de Dios de Zaragoza, o el proyecto piloto de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) dirigido a pacientes oncológicos para evadirse durante las sesiones de quimioterapia a través de las gafas de realidad virtual.
Son sólo algunos ejemplos de las ventajas que puede suponer la aplicación del metaverso y los entornos virtuales para laboratorios, profesionales sanitarios y pacientes. Pasemos ahora a dar respuesta a la segunda pregunta: ¿cómo lo contamos?
Ahí las agencias podemos jugar un papel muy importante. Una vez más, tenemos que hablar del storytelling.
Tenemos el reto de descubrir las enormes posibilidades que nos ofrecen las nuevas tecnologías, explicarlas y destacar la faceta humana que se esconde detrás. En esta época donde se consume información de manera tan compulsiva como efímera, es importante que hablemos no de gadgets tecnológicos sino de herramientas que van a contribuir a una atención sanitaria más eficiente y personalizada.