El queso en la hamburguesa, el vinagre en los boquerones en vinagre, o lo que sea que le ponen a la Coca-Cola: hay ingredientes que consiguen la fórmula perfecta. En el caso de la formación health, como en tantas otras cosas, ese ingrediente es aún, para muchos, un secreto. Hablamos de la creatividad.
Cuando pensamos en una formación en el ámbito health, lo primero que nos viene a la mente es la necesidad de rigor científico. Sin duda, es imprescindible. Pero en La Madriguera creemos que añadiendo el ingrediente de la creatividad, el éxito se multiplica. A priori rigor científico y creatividad pueden parecer conceptos reñidos, pero es exactamente lo contrario: juntos hacen la fórmula perfecta. En primer lugar, porque una formación más creativa, es más eficaz. Y en segundo, porque en un mercado tan saturado para el profesional, la creatividad marca la diferencia.
Y para demostrarlo, aquí están 4 breves ejemplos, basados en nuestra experiencia en La Madriguera ideando acciones creativas de formación científica.
1. Historias para no aburrir
Hace un tiempo un cliente nos pidió elaborar una app creativa para una formación acreditada dirigida a oftalmólogos. Los contenidos se basaban en casos clínicos predefinidos (ahí no hay creatividad que valga), así que nos planteamos un reto: ¿cómo hacer una app lo más atractiva posible, que consiga enganchar a los usuarios? La respuesta: nada mejor que hacerlo a través de un buen relato.
A los creativos nos encanta contar historias, así que nos pusimos manos a la obra. Creamos un storytelling en el que el oftalmólogo viajaba a través del tiempo, tratando a pacientes de diferentes épocas. De su habilidad y conocimientos dependía que el hombre descubriese el fuego, que Colón llegase a América, o que Da Vinci terminase la Gioconda a pesar de sus problemas de visión.
Los resultados de la app y la recepción de los usuarios fueron extraordinarios, demostrando que una buena historia es clave para captar (y mantener) el interés, además de ser una fórmula eficaz para ayudarle a retener la información.
2. Jugar no es solo cosa de niños
El ser humano es un animal al que le encanta jugar: nos divierte y nos genera una respuesta emocional positiva. Por eso, ¿qué mejor manera de crear una formación motivadora que a través de la gamificación?
Un clásico que nos piden nuestros clientes son formas de dinamizar las sesiones de casos clínicos dirigidas a HCPs. Es una formación con una estructura fija: un KOL presenta un caso clínico, los asistentes debaten sobre él, y finalmente se expone el diagnóstico o tratamiento correcto.
En este ejemplo, decidimos darla una vuelta de tuerca y convertir la sesión en un juego basado en la siguiente premisa: ¿es posible resolver un caso clínico solamente mirando las pertenencias personales del paciente? Los participantes, divididos en equipos, recibían una maleta extraviada de un paciente. Dentro, había diferentes objetos personales y documentos, que servían a los asistentes para reconstruir la historia personal y clínica del paciente, al más puro estilo CSI.
El objetivo era el mismo que en una formación tradicional: debatir y llegar a un diagnóstico correcto o a una elección de tratamiento. Pero, al convertir el proceso en un juego, se aumentó la implicación y motivación de los participantes, tanto de manera personal como en la competición en grupo. En definitiva, un juego de lo más divertido para una formación de lo más científica.
3. Seguir las modas (a veces) es bueno
Partimos de una obviedad: los canales de comunicación y nuestros hábitos de consumo de contenidos se reinventan cada día. TikTok, Reels, Podcasts, VR, el metaverso… Como es de esperar, ocurre lo mismo en la formación científica: su lenguaje hace tiempo que no vive solo en los libros de texto o en las slides de un PowerPoint.
Vamos con otro ejemplo: nuestro cliente nos encarga idear una formación innovadora y diferencial.
La idea: píldoras de vídeo en las que Severo Ochoa, Premio Nobel en Medicina fallecido hace décadas, nos cuenta los avances más actuales en un área terapéutica específica… obviamente gracias a la inteligencia artificial y a la tecnología Deepfake.
De esta forma, un formato puntero actúa como poderoso foco de atracción hacia un contenido de gran impacto. También aquí es la creatividad la que nos permite reimaginar los canales y formatos para hacer formaciones más atractivas y memorables.
4. Y ante todo, no perdamos el sentido del humor
El humor es una de las mayores manifestaciones de la inteligencia humana. Y, sin lugar a dudas, una de las herramientas más potentes para comunicar contenidos.
En este último ejemplo, el cliente nos pide una serie de vídeos formativos dirigidos a profesionales farmacéuticos. Para ello, creamos una web-serie en el formato de la mítica Camera Café, en la que los clientes de la farmacia acuden a nuestro protagonista (su farmacéutico de confianza) con sus problemas, dando lugar a una serie de situaciones y diálogos cómicos, pero llenos de información sobre productos y patologías.
De esta forma, nuestro público ve reflejado su día a día en los insights de las bromas y, por tanto, se sienten identificados con el protagonista. ¿Qué mejor manera de asegurar su atención?
Estos cuatro casos de La Madriguera, se resumen en una sola idea en la que creemos con todas nuestras fuerzas, y que ponemos en práctica cada día: el rigor científico y la creatividad no solo son perfectamente compatibles, sino que son la dupla perfecta para una formación científica atractiva y memorable. Una formación científica que multiplique su eficacia. Una formación científica de verdadero éxito.