La falta de transparencia en la investigación clínica es un problema presente en muchos países, incluido España. Si bien la transparencia de los ensayos clínicos ha tenido avances notables en los últimos años, en un estudio realizado en 2020 se concluyó que más del 40% del total de los ensayos clínicos promovidos por centros de investigación españoles no tienen publicados sus resultados. Esta opacidad tiene consecuencias negativas, sobre todo, en la toma de decisiones.
Los ensayos clínicos: fuente para la toma de decisiones
Un ensayo clínico es un estudio de investigación médica que se realiza en personas con el fin de responder preguntas específicas y evaluar la eficacia y seguridad de nuevos procedimientos de diagnóstico, nuevos tratamientos o, también, nuevas formas de usar tratamientos conocidos.
Los ensayos clínicos siguen siendo la fuente más importante de información científica para la toma de decisiones de atención médica, permitiendo a los profesionales sanitarios ampliar las alternativas terapéuticas a ofrecer a sus pacientes y escoger el tratamiento más adecuado para el mismo.
Dada esta relevancia de los ensayos clínicos es fundamental que la investigación médica se realice en un contexto de máxima calidad ética y científica, siendo fundamental la transparencia de sus resultados y la facilitación del acceso a ellos a través de las herramientas adecuadas.
La importancia de la comunicación y registro de los resultados de los ensayos clínicos
Desde la primera década de los 2000 surgieron destacables regulaciones que han permitido mejorar la transparencia y el derecho de la población a conocer los diseños y resultados de los ensayos clínicos hoy en día. Por ejemplo, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) decidió que dichos informes debían estar disponibles públicamente y, desde 2014, se estableció la obligatoriedad a los promotores de publicar los resultados en un plazo inferior a un año desde la fecha de finalización del ensayo (seis meses en caso de que se trate de un ensayo pediátrico)1.
Y, ¿dónde se encuentra accesible esta información? Existen plataformas abiertas y gratuitas -conocidas como Registros- tanto a nivel nacional como internacional, con los resultados de los ensayos clínicos que se han realizado tras la inclusión de las nuevas regulaciones. La información se presenta de manera ordenada y fácil de localizar, permitiendo que se comparta fácilmente entre pacientes, profesionales sanitarios, investigadores o administraciones públicas.
Concretamente en España, el 1 de enero de 2013 la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), siguiendo las recomendaciones a nivel internacional y la normativa europea, inició el Registro Español de Estudios Clínicos (REec)2, una base de datos publica, gratuita y de libre uso, configurándose como la fuente de información primaria relacionada con los estudios clínicos. Asimismo, a nivel europeo, los resultados deben aparecer en la base de datos de Ensayos Clínicos de la Unión Europea (EudraCT)3.
Según publicó AEMPS, en abril de 2019 EudraCT incluía un total de 57.687 ensayos clínicos, de los cuales 27.093 ya habían finalizado, y 18.432 de estos deberían de haber publicado los resultados (siguiendo el plazo de 1 año estipulado y mencionado anteriormente). Sin embargo, solamente un 68,2% (12.577) los habían publicado, cumpliendo con su obligación. Mientras el 31,8% (5.855) restante no lo había hecho4.
En otro estudio realizado en diciembre de 2020 por Salud por Derecho, TranspariMED y UAEM (Universities Allied for Essential Medicines)5, se estudió el cumplimiento de los promotores en España de registrar los resultados de ensayos clínicos. Como resultado se concluyó que más del 40% del total de los ensayos clínicos promovidos por centros de investigación españoles no tienen publicados sus resultados en el registro europeo, además de tener inconsistencias y algunos errores en los datos publicados. Este hecho dificulta el obtener información fiable y/o precisa respecto a los estudios.
Y, ¿por qué no se publican los datos de resultados negativos?
Conocer los resultados de un ensayo clínico, tanto positivos como negativos, facilita que se pueda compartir el conocimiento entre investigadores promoviendo un mejor avance de la ciencia. Pero ¿qué significa que un resultado sea negativo? Entendemos por ensayo clínico con resultado negativo todo aquel que no ha conseguido lograr el objetivo que se había establecido en un inicio.
Cuando una empresa o un investigador realiza un ensayo clínico, puede cometer ciertos sesgos de publicación. Este tipo de sesgos se dan cuando se publican en mayor medida los resultados positivos que aquellos resultados negativos. Y son varios los motivos por los que se tiende a no publicar los resultados negativos de los estudios.
Por un lado, se puede relacionar con la falta de tiempo a la que los promotores están sometidos y a la falta de incentivos en publicar los resultados negativos. Esto hace que no se deriven los recursos disponibles - tanto económicos como de tiempo - en publicar dichos informes o, al menos, en el plazo de tiempo requerido.
Otra razón que se le atribuye es la errónea concepción humana de percibir un resultado negativo como peor, menos informativo, menos interesante o que ha fracasado, restándole importancia respecto a un resultado favorable.
Por último, también existen investigaciones que no se terminan, por falta de financiación, por ejemplo. Esto provoca que, al no tratarse de una investigación completa, no se publiquen los resultados, aunque hayan sido hallazgos de interés ya estén alineados con los que se esperaba o, por lo contrario, hayan dado pie a nuevas conclusiones.
Consecuencias de la falta de transparencia
La opacidad de los resultados y la falta de calidad total en algunas de estas publicaciones tienen consecuencias negativas y directas, sobre todo, en la toma de decisiones. Las principales consecuencias de la falta de transparencia son:
* Genera duplicidades y malgasto de recursos: un gran ejemplo de ello es el COVID-19, periodo de tiempo en el que muchos centros de investigación buscaban tratamientos para una misma patología, repitiendo investigaciones de
manera innecesaria, y no coordinándose entre ellos ni distribuyendo los recursos de investigación.
* Crea un sesgo erróneo sobre la eficacia superior de las investigaciones publicadas más rápidamente: el retraso en el tiempo de la publicación de resultados asociados a determinados ensayos clínicos induce a pensar que los estudios de investigación que se publican más rápidamente son más eficaces y presentan resultados más relevantes que los estudios no publicados o publicados con mayor retraso.
* Afecta a la seguridad y al bienestar de los pacientes: la falta de disponibilidad de información completa sobre determinados aspectos relacionados con la investigación puede generar conclusiones erróneas sobre los beneficios asociados a un tratamiento (por ejemplo, generando una sobreestimación del beneficio o una subestimación de los efectos adversos).
* Limita la optimización en el uso de los recursos sanitarios. la opacidad de ciertos resultados de nuevos tratamientos - o la tardanza en la publicación de ellos - limita la elección del médico a la hora de escoger el mejor tratamiento posible para un subgrupo específico de pacientes, pues desconoce si estos nuevos tratamientos podrían funcionar también, o incluso mejor, en dicho subgrupo.
Fomento de la transparencia en los resultados
A pesar de este contexto, tanto organismos públicos como centros de investigación han ampliado su compromiso para seguir avanzando hacia la mejora de la transparencia en lo relativo a la publicación de los resultados los ensayos.
En este sentido, los avances en cuanto a la regulación de la publicación de los resultados han mejorado mucho la existente situación. Pero, para conseguir la transparencia total, se debe ir más allá de los avances técnicos y dicha normativa.
1.- Se debe empezar por involucrar a todos los actores que están implicados en el proceso, tanto a los investigadores como a los financiadores, los profesionales sanitarios, y las agencias reguladoras. De nuevo, la pandemia del COVID-19 ha puesto de manifiesto el valor del trabajo en red entre estos actores, llevando a cabo una investigación coordinada y abierta y donde se compartan los avances y los resultados para para atender a las necesidades reales de la población.
2.- Otra solución recaería por parte de la AEMPS, responsable final de garantizar la transparencia. En este sentido, realizar un mayor y profundo seguimiento, facilitar a los responsables los recursos necesarios para mejorar la transparencia de sus investigaciones, así como sancionar a los que incumplen con las obligaciones de publicación son algunas de las soluciones para conseguir mejorar en transparencia.
3.- Al mismo tiempo, para fomentar la publicación de estudios con resultados negativos, se podrían publicar de manera consolidada en portales web de revistas científicas con solamente publicaciones de ensayos con resultados negativos, para que sean fácilmente localizables. Algunos especialistas también proponen que esta publicación se realice de forma anonimizada, para sustentar que no recaiga ningún impacto negativo en el centro de investigación. Hoy en día estas revistas científicas ya existen, aunque no de manera anonimizada, como por ejemplo JONNPR (Journal of Negative and No Positive Results) en España. Además, se debería incentivar a los promotores para que cumplan con dichas publicaciones de los resultados no tan favorables.
4.- Por último, podría ser de utilidad realizar auditorías de los registros e identificar públicamente los promotores que no han publicado sus resultados. Un ejemplo de herramienta de auditoria utilizada actualmente es TrialsTracker, la cual identifica aquellos ensayos clínicos con resultados no publicados. El uso de estas herramientas es todavía muy incipiente y se debería potenciar más para mitigar la falta de adherencia a las regulaciones.
En conclusión, la transparencia en los resultados de los ensayos clínicos es una pieza fundamental en el sistema de innovación y desarrollo de medicamentos. No solo debe ser una obligación, sino también una necesidad social para garantizar la protección y promoción de la salud pública, asegurando que las decisiones que se tomen por parte del profesional médico sean lo más informadas posible, y el paciente pueda conocer en todo momento que los resultados han sido analizados y presentados para el beneficio de todos.
Es por ello por lo que resulta fundamental actuar más firmemente a través de la aplicación de soluciones que involucren a todos los actores implicados en el proceso: investigadores, centros de I+D, financiadores y, como responsables finales, las agencias reguladoras.