Estamos asistiendo a una revolución vertiginosa de todos los paradigmas empresariales y sociales, inmersos en uno de los períodos de cambio más intensos de la historia, desde la globalización, pasando por avances tecnológicos, escasez de recursos y movimientos sociales sin precedentes. Por lo que nuestra habilidad de evolucionar y adaptarnos será la clave de nuestra existencia.
En este entorno tan dinámico y en un estado de cambio permanente, es importante tener en cuenta que para seguir siendo competitivos debemos adaptarnos para responder de la forma más rentable y productiva con nuevas soluciones que aporten valor al cliente o usuario.
No cabe duda de que el modo en el que innovemos hoy determinará nuestro futuro, ahora bien, ¿cómo innovar y cómo gestionar esa innovación? Ya que no es solo uno de los conceptos claves de la competitividad empresarial, sino que también nos muestra el camino hacia la sostenibilidad social y organizacional en general.
La digitalización implica cambios disruptivos. Nuevas tecnologías, nuevos modelos que nos lleven hacia una innovación sistemática. Los negocios, la organización y los métodos de comunicación están cambiando la forma de hacer las cosas, haciéndonos buscar nuevas culturas empresariales y nuevas formas de gestionar la innovación.
Para las organizaciones que no están acostumbradas a innovar, sistematizar la innovación será un proceso lento y complicado, ya que conlleva un cambio en la cultura y en la forma de trabajar. Será indispensable disponer de una buena red de colaboradores que entiendan las necesidades de los clientes.
Innovar de forma sistemática nos aporta tres claros beneficios: rentabilidad, adquisición de nuevos conocimientos y desarrollo de nuevas capacidades. Por lo tanto nos dará mayor atracción, tanto de talento para nuestra empresa como para el mercado en el que nos movemos.
En este nuevo entorno empresarial, el cambio se está acelerando y el perfil del gestor de innovación se ha vuelto muy importante, las organizaciones buscan personas con una nueva visión que puedan desarrollar nuevas ideas y llevarlas al mercado con éxito.
La gestión de la innovación, también implica la dirección de los recursos, tanto de personas como económicos, con el objetivo de generar ideas, conocimiento y técnicas que permitan obtener nuevos productos, procesos y servicios o bien mejorar los ya existentes.
En la gestión de la innovación podemos identificar dos pilares importantes: primero, la creación e implementación de ideas exitosas en productos o servicios innovadores y segundo, la innovación en sí misma, buscando ideas rompedoras para desarrollarlas e implementarlas, esto implica, entre otras cosas, creatividad y gestión del cambio.
El futuro será de las organizaciones con capacidad de respuesta rápida, que se anticipan al cambio y que tienen la capacidad de reorganizarse de una forma diferente. El mañana de la innovación está en manos de las empresas que conviertan una idea en oportunidad, esta oportunidad en un proyecto y este proyecto en un producto que genere una fuente de ingresos y beneficios.
Como conclusión podríamos decir que nuestro gran reto, frente a las nuevas tecnologías y la innovación, es identificar tendencias, oportunidades y riesgos futuros, para formular estrategias y planificar actividades competitivas diferenciales y sostenibles que nos permitan, no solo adaptarnos a las tendencias de la nueva economía global, sino también liderarlas e incluso influir en ellas.