Por Daniel Silva Peña. Docente en INESEM Business School. Licenciado en Farmacia, especialista en Psicofarmacología y Drogas de Abuso y PhD con sobresaliente Cum Laude en Psicología.
Imagina que eres la persona encargada de escoger a uno de los tres candidatos a MSL que han llegado a la fase final del proceso de selección de tu empresa. Todos tienen su doctorado, dominan una segunda lengua, acreditan experiencia laboral e investigadora… ¿Qué criterio seguirías para realizar tu elección?
Seguramente pienses que solo con estos datos es imposible tomar una decisión. Y estás en lo cierto, con un papel en el que se enumere una ristra de logros académicos no es suficiente para dirimir quién es la persona más cualificada para desempeñar una determinada función. A la hora de desarrollar un trabajo influyen muchos aspectos, no únicamente la formación y experiencia previos (también llamadas hard skills). Al fin y al cabo, si el mejor CV fuera el que siempre consigue el puesto… ¿para qué existirían las entrevistas?
Las soft skills, o habilidades blandas, son esas habilidades imposibles de cuantificar que diferencian a un trabajador de un auténtico tesoro para la empresa. Estas cualidades se relacionan con la capacidad de organización, las habilidades sociales, la facilidad para trabajar en equipo y construir equipo, la proactividad, la resiliencia, la creatividad… características que no pueden acreditarse en un currículum pero que marcan una diferencia abismal entre un trabajador y otro, aunque ambos tengan la misma cualificación.
¿Y cuáles son las soft skills más importantes que debe dominar un MSL?
Teniendo en cuenta que las dos características principales de su trabajo son el amplio conocimiento de su área terapéutica y su capacidad de transmitirlo, hay múltiples soft skills, además de las ya mencionadas, que son más que apropiadas para un MSL. Sin embargo, en este artículo he decidido hacer hincapié en cinco habilidades blandas que considero no solo muy valiosas, sino prácticamente imprescindibles:
Optimismo y entusiasmo: Como en todo trabajo, habrá momentos duros que hay que afrontar con la idea de que todo saldrá bien. Si no, será muy complicado sobreponerse de una forma satisfactoria a los escollos que nos encontremos. Además, la energía es contagiosa. Una persona que transmita positividad hará que todo a su alrededor se empape de ese deseo de que las cosas salgan bien. Y así saldrán, como mínimo, lo mejor posible.
Habilidades comunicativas: De nada sirve el conocimiento si no se sabe transmitir. El MSL es una persona que a menudo profundizará mucho en aspectos muy concretos del conocimiento científico, y una de sus principales funciones es hacer accesible a todo el mundo ese conocimiento que él ha desentrañado. Desde el departamento de marketing a los investigadores, el MSL debe saber transmitir el conocimiento de una forma adecuada a cada interlocutor con el que se encuentra.
Inteligencia emocional: Un buen MSL debe ser capaz de ponerse en la situación del resto de personas con las que trabaja, con el fin de facilitar a todos su labor y crear un clima de productividad en cada encuentro. Por ejemplo, debe medir adecuadamente el tiempo que emplea en sus exposiciones, respetando el tiempo que le están brindando los KOL, que generalmente son personas con agendas copadas de compromisos.
Transparencia y sinceridad: El MSL debe ser siempre una persona transparente y sincera, aunque en ocasiones la realidad no sea tan atractiva. De hecho, es en esos momentos cuando más sincero debe mantenerse, ya que el MSL vive de la confianza que le profese su entorno laboral. Y no hay mejor forma de ganarse la confianza que realizando su labor de una forma correcta, trabajada y llena de transparencia.
Pasión y compromiso: El conocimiento nace de la curiosidad. Un MSL necesita tener un interés real por su trabajo, estar dispuesto (y casi que deseando) a aprender siempre un poco más, y por supuesto debe tener la capacidad de hacer ese pequeño esfuerzo adicional para que el trabajo salga adelante. Como la mayoría de los empleos vinculados al ámbito sanitario, la vocación y las ganas de hacerlo bien son un elemento clave.
Ahora que conocemos un poco más qué son las soft skills y cómo encajan en el perfil profesional del MSL, me gustaría volver al supuesto ficticio que se expone al inicio de este artículo acerca de un proceso de selección en una industria farmacéutica. La respuesta sobre a quién escoger reside en las soft skills que presenten, porque: ¿Quién no contrataría a una persona que, además de cumplir con los requisitos específicos para el puesto, presentara las soft skills que acabamos de mencionar?
Las soft skills son tan importantes como la experiencia profesional o la formación, por lo que debemos trabajar en ellas con el fin de mejorar y poder desempeñar de una forma más completa nuestras funciones.
¡Cuídense mucho!