Por Emilio Moraleda, Presidente Ejecutivo de Talento-EPHOS. Expresidente de Pfizer.
“Si no puedes cambiar tu destino, cambia tu actitud”. Amy Tan
“Cuando está muy oscuro puedes ver las estrellas”. Proverbio persa
En cualquier orden de la vida la actitud personal con que se afrontan los retos y las dificultades hace cambiar el curso de las cosas. Las personas que saben resistir los golpes de la adversidad, logran sobreponerse y levantarse para seguir caminando hacia adelante. No se rinden a la primera. Se sienten responsables de su propio destino y tratan de influir con asombrosa fortaleza los acontecimientos que les rodean. Adoptan intuitivamente una actitud positiva ante cualquier situación adversa para vencerla.
En mi vida profesional he hecho cientos de entrevistas. En ellas, la actitud del entrevistado es el 75 por ciento. Por no decir más y preferir quedarme corto. Si el candidato muestra genuinamente una actitud positiva, fresca y proactiva tiene mucho ganado. La primera criba importante la tiene superada.
Sin embargo, cuando alguien se presenta a una entrevista de trabajo con una actitud un poco pasiva y con sintomatología de quejica, pues que quieres que te diga… malo, malo, malo. La entrevista no da más de sí. Su actitud lo ha delatado. Por buenas que sean su formación y cualificaciones profesionales, su actitud lo descalifica.
Ante la adversidad cada persona reacciona de manera diferente como es lógico. La actitud negativa hace mella muy pronto en la gente y muy especialmente si viene de los líderes del grupo. Las lamentaciones, el pesimismo, el lamerse las heridas…. Son indicios inequívocos de líderes inmaduros o débiles. O ambas cosas juntas. Este tipo de líderes no alcanzan a ver que su actitud contagia al equipo y le conduce a una espiral derrotista que lo termina inmovilizando.
Cuesta trabajo pensar que haya líderes con una actitud basal negativa. Pero haberlos, haylos!
Los buenos líderes saben muy bien que ante situaciones de adversidad tienen que mostrar su liderazgo y tomar una actitud constructiva que anime a los equipos a seguir adelante y superar las dificultades. No importa la envergadura de las mismas, su papel es tomar el mando, apretar los dientes, ponerse al frente y marcar dirección. No puede mostrar debilidad y desconcierto en ningún momento. Un líder, si de verdad lo es, no puede actuar como un timorato, ni mucho menos esconderse.
En situaciones de riesgo y adversidad las personas necesitan creer en ellas mismas, en sus fortalezas y desde luego en sus líderes. Estos tienen que transmitirles ánimos y no más ansiedad para que se centren en el reto que tienen delante de sí. Y esos mismos líderes tienen que ganarse el respeto y la confianza de la gente. De su gente!
En momentos de adversidad todos tenemos alguna frase o tiramos del refranero para apoyar nuestra posición. A mí siempre me ha gustado aquella de nunca tirar la toalla. Es sinónimo de no rendirse nunca -ni debajo del agua- y no dejar de luchar por algo. En definitiva es sinónimo de resistir y resistir.
Como cualquier directivo, a lo largo de los años he pasado por bastantes situaciones de retos y adversidades que te dejan huella. Es el año 2005 el que recuerdo como uno de los momentos más duros y estresantes de mi carrera profesional. Por eso comento brevemente una experiencia de las que dejan cicatriz a cualquiera.
En la industria farmacéutica, las compañías venden los medicamentos a los mayoristas -más de cien en España- que a su vez los distribuyen a las 22.000 farmacias del estado. Algunos mayoristas a los que nosotros suministrábamos, en lugar de vender nuestras medicinas a las farmacias españolas, los exportaban a otros países europeos de precios mucho más altos. El sistema era legal, pero desabastecían las farmacias y conseguían unos beneficios extras espectaculares. Era el llamado comercio paralelo.
Las consecuencias eran bastante diabólicas: a) Los pacientes españoles protestaban porque no encontraban su medicamento en la farmacia. b) Las farmacias protestaban y dirigían miles de cartas e emails a mi empresa -a mí personalmente- porque no tenían los productos que los médicos prescribían a los pacientes. c) El Ministerio de Sanidad nos llamaba al orden para que suministráramos más cantidad de producto a los mayoristas y evitar los desabastecimientos permanentes. d) Cuanto más suministrábamos a los mayoristas, más exportaban. e) Cuanto más exportaban los mayoristas, más dinero perdía mi compañía en Europa porque el producto exportado desde aquí era mucho más barato que el vendido-a precio superior- en el Reino Unido y otros países europeos. f) Los equipos de la empresa sufrieron lo indecible afrontando tantos frentes abiertos.
Total, un follón que le costaba a mi empresa muchas decenas de millones de euros al año. La presión que mi equipo y yo teníamos de nuestra casa matriz en Estados Unidos era extenuante y sin pausa.
Decidimos vender directamente a las 22.000 farmacias y no a los mayoristas. Éramos la única empresa de la industria que lo hacía por primera vez. Eso se interpretó como una ruptura del modelo de distribución y durante meses sufrimos un boicot generalizado con el riesgo de colapsar totalmente el negocio, y además, de que los competidores capturaran un elevado porcentaje de nuestras ventas.
No era una broma, estaban en riesgo varios cientos de millones de euros. Tremendo!
Resistimos con voluntad numantina el severo envite, y al final el reto original afortunadamente quedó resuelto. A pesar de todo el cúmulo de adversidades, hicimos el presupuesto de ventas y beneficios de ese año de extrema dificultad. Y toda la organización se sintió muy orgullosa de haber superado un reto de gran magnitud que puso a prueba nuestro liderazgo en la industria y nuestra capacidad de resistir.
J.H. Vincent: “No hay arco iris sin una nube y una tormenta”
Si no te deja tirado en la cuneta, la adversidad te hace siempre más fuerte. Aquella dura experiencia conseguimos superarla gracias a una actitud firme y positiva de los equipos.
Aprendimos algunas de las cosas que hay que hacer para afrontar con éxito reveses y adversidades de cierta envergadura para el negocio:
* Tener un buen plan de comunicación con todos los stakeholders. Dar la cara en todo momento ante clientes, autoridades regulatorias, empleados y líderes corporativos. Nunca meterse en el bunker y desaparecer hasta que escampe la tormenta.
* Marcar nítido el objetivo para que todo el mundo tenga claro hacia dónde hay que empujar y no desperdiciar un gramo de energía. Admitir la situación de adversidad y compartirla con los equipos.
* En situaciones de riesgo hay que estar muy cerca de la gente, de tu gente. Haciendo piña con los equipos. Necesitan más que nunca el apoyo y aliento del líder.
* Persistir en el objetivo y convencer a los equipos que es posible superar el reto, por grande que sea. Aguantar la presión y animar a los equipos para que aguanten. No descargar la enorme presión que uno tiene en los demás. Y jamás tirar la toalla!
* En la hora de la verdad, en estados de crisis y adversidad severa, el rol del líder es indelegable. Si hay riesgo de que el barco se hunda, es el capitán el que se pone al mando para evitarlo.
* Por supuesto, felicitar y reconocer a los equipos. Mostrarles el orgullo que se siente por ellos y otorgarles el mérito de haber afrontado y superado una situación de severa adversidad.
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