Por Fernando Abadía. CEO-Director General. Talento-EPHOS.
Proactividad:
- Inquietud creativa y generación de ideas.
- Búsqueda y aprovechamiento de oportunidades.
- Actuar después de pensar.
Hay personas proactivas, es decir, con iniciativa, hay personas reactivas, es decir, las que responden a los situaciones, y hay personas inertes, es decir, las que no actúan bajo ninguna circunstancia. Del último grupo no hablaremos, creo que todos imagináis el futuro que les puede esperar.
Ya que este es un artículo que trata de la actitud como forma de vida, nos interesa centrarnos en las actitudes deseables, y muy especialmente en la actitud aplicada al mundo profesional.
Inquietud creativa y generación de ideas
Recuerdo el caso de una persona que decidió investigar en su área geográfica de trabajo para encontrar nuevas oportunidades para crecer en sus ventas. Era una tarea de las que pueden desmotivar a cualquiera debido a lo incierto del resultado y a que era un trabajo de hormiga y dilatado en el tiempo, es decir, de ir poniendo granito a granito hasta conseguir un objetivo. Pasaron dos años hasta que consiguió lo que buscaba. Ese trabajo de fondo con resultado incierto tuvo su recompensa. Y todo partió de una idea y de una iniciativa, es decir, de una actitud proactiva.
Las ventas del producto se multiplicaron por dos en la zona y esa tendencia en el crecimiento fue mayor en los siguientes meses. Todo un éxito.
A esa iniciativa de gran éxito no todos se sumaron con alegría, y eso a pesar de que beneficiaba a todo el equipo y lógicamente a los que estaban por encima en la jerarquía.
A lo largo de nuestra carrera profesional nos encontraremos con personas que no perdonan el éxito, bien por envidia, bien porque no soportan a las personas con iniciativa, bien porque no permiten que alguien se salga del guión.
Aunque a algunos pueda parecer difícil de creer, en las grandes organizaciones existen personas que tratan de anular la creatividad y la iniciativa. Desde este mismo instante, animo a quienes se encuentren en una situación que les afecta directamente en este sentido a que busquen otro lugar mejor para trabajar. Quizás sea dentro de la misma compañía, quizás sea en otra.
Los verdaderos líderes son los que premian y promueven la iniciativa e intentan rodearse de personas inquietas e inconformistas, que piensan que siempre se pueden encontrar caminos más rápidos o mejores de hacer las cosas.
Imaginemos un equipo formado por cinco personas y un jefe de equipo. De pronto surge un problema con un cliente y requiere una solución rápida y eficaz. Ese equipo ha trabajado siempre bajo la responsabilidad del mismo jefe, una persona muy metódica que se caracteriza por tener una mente muy parecida a una hoja Excel. Los números dan sentido a su trabajo y se rige por ellos.
El problema al que se enfrenta el equipo no requiere de cálculos ni de aplicar un protocolo. Era un asunto muy delicado al que nunca se habían enfrentado y todos estaban desconcertados, porque según la experiencia, no se sabía como arreglar una situación similar con un cliente tan importante.
Eso es lo que ocurre cuando se impone un estilo de trabajo basado en el cumplimento de unas normas. Se cierra la mente. Y cuando se cierra la mente no resulta nada sencillo encontrar salidas a situaciones nuevas. ¿Es posible abrir la mente una vez la tienes cerrada? Estoy seguro de que así es, pero hay que salir de ese círculo y tratar con personas con mente abierta. También conviene leer sobre temas diferentes a los que nos hemos acostumbrado; en definitiva, se trata de descubrir nuevas formas de ver y de redescubrir lo que nuestra mente es capaz de hacer.
Conocí a una persona que por las tardes se dedicaba a trabajar más de lo que lo hacían la mayoría de los colegas de la competencia. Y no se conformaba con echarle más horas que los demás, sino que ofrecía algo diferenciador a sus clientes: les hacía pasar la tarde de guardia de forma un poco más agradable. Sin entrar en detalles, esta persona fue un poco más allá de lo convencional y encontró una fórmula que le diferenciaba y que añadía valor a su trabajo.
Conozco a una persona que después de pasar veinte años trabajando en la industria farmacéutica se encontró en el paro en una época de crisis económica que afectaba también al sector de forma muy aguda. No había muchas oportunidades para encontrar una posición que se ajustara a su perfil, y después de ocho meses intentándolo, mientras mejoraba su nivel de inglés, decidió abrir un negocio que nada tenía que ver con lo que había hecho hasta entonces. Esa decisión demostró iniciativa y cierta valentía, pues no estaba exenta de riesgos, tanto económicos como de alejarse cada vez más del sector en el que había pasado toda su vida profesional. Y cuando tienes más de cuarenta años, te encuentras en paro y van pasando los meses, las posibilidades de volver a trabajar en lo que quieres son cada vez más lejanas.
Esos ocho meses en paro y ese negocio fueron una especie de bendición. Gracias a ese paréntesis profesional y vital, esa persona consiguió hacer algo que, posiblemente siempre había estado en su subconsciente, creó una nueva empresa que le hizo sentirse realizado, ¡había encontrado su camino, su verdadero camino!
Esto significa que la vida no es una línea recta ni un camino definitivo. La vida la elegimos nosotros con nuestros actos, es decir, con una actitud proactiva. Si nos dejamos llevar, llegaremos a donde nos lleve la rutina o la situación coyuntural de nuestra empresa. Si tenemos sueños o deseos sin cumplir, no podremos alcanzarlos nunca si solo los deseamos: hay que actuar. Esta es una palabra mágica: Actuar.
Búsqueda y aprovechamiento de oportunidades
¿Aparecen nuevas oportunidades cuando cambias de trabajo, cuando realizas un máster, cuando cambias de país, de amigos o de empresa? ¡Pues lamento decir que no! Las oportunidades solo aparecen si tienes la actitud de buscarlas. Lo demás son circunstancias que puedes aprovechar o desperdiciar. Tú tienes la libertad y la opción de buscar y elegir un camino.
Si decides matricularte en un máster, sumérgete desde el principio y pon todos los sentidos para aprovechar al máximo todo lo que se puede aprender, incluso, haz más de lo que se te pide. Es lamentable desperdiciar tantos conocimientos, experiencias y el networking que se puede conseguir en determinados másteres. Es una experiencia que no volverá a repetirse, al menos, no con las mismas personas y no con los mismos contenidos. Y cuando decidimos invertir económicamente, en esfuerzo y en tiempo, ¿qué sentido tiene no exprimir al máximo lo que puedo obtener de ese máster? ¿Acaso rechazaríamos un descuento si nos lo ofrecieran? No. ¿Y por qué vamos a dejar de aprovechar todo lo que ese máster nos brinda?, ¿no sería lo mismo que comprar a un precio superior a lo que realmente vale ese máster?
¡Y seríamos nosotros mismos los que tiramos el dinero a la basura! ¿Te imaginas ir al banco, sacar de tu cuenta una cantidad elevada de dinero (pongamos, 15.000€), acercarse a un contenedor y tirarlo? Nunca haríamos eso, ¿verdad? Pues cuando pasamos por un máster como de puntillas, sin sumergirnos en toda su intensidad, estamos haciendo exactamente lo mismo, aunque esa percepción en ese momento no la tengamos.
Y si dejamos a un lado el dinero, ¿qué podemos decir de la oportunidad perdida?
He conocido alumnos que devoraban todo lo que encontraban y se esforzaban en aprovechar todos los recursos que el máster les ofrecía. Esa es la actitud de una persona con inquietud intelectual y con inteligencia práctica.
La vida de un profesional que quiere dedicarse a trabajar en un sector tan innovador, tan potente, tan exigente y que requiere de una gran preparación, no se puede planificar a un año vista. La vida da muchas vueltas y la de un profesional, aún más. Lo más probable es que en los primeros cinco años de carrera profesional pasemos por varios puestos de trabajo diferentes y tengamos varios jefes distintos. Y cada puesto y cada jefe pueden no parecerse en nada a los anteriores. ¿Qué implicaciones tiene esto? Pues lo que parece una regla de tres: si no aprovechamos todos las oportunidades que se nos pasan por la vida para aprender lo máximo de cada situación, de cada experiencia, de cada máster, de cada proyecto y de cada obstáculo, nuestra capacidad para afrontar los nuevos retos será muy inferior a la de otra persona que aprovecha hasta el más mínimo detalle para aprender y aprehender todo lo que pasa por su vida.
La aceptación de los cambios como algo positivo y enriquecedor es necesaria para vivir en los tiempos presentes y futuros. La vida profesional ha cambiado mucho en las últimas décadas. Antiguamente una persona se podía jubilar trabajando en el mismo puesto con el que comenzó su vida laboral. Eso hoy es altamente improbable. El tipo de negocios y de empresas, así como la filosofía de las compañías multinacionales requiere de los empleados versatilidad y disponibilidad para realizar tareas diferentes. La actitud de aprendizaje es fundamental para progresar profesionalmente. Tener la mente cerrada a un puesto de trabajo puede ser un grave error que te cierre muchas puertas. Está bien marcarse objetivos, pero a veces hay que tomar caminos diferentes a la línea recta.
A veces hay que jugar al ajedrez para conseguir la jugada maestra.
Actuar después de pensar
La proactividad debe estar presente en todo el ciclo, desde que se tiene la idea hasta la culminación exitosa de la misma. Es más, la proactividad es un estado mental que permite que se generen esas ideas. Y una vez generada, debemos diseñar un plan de acción y ponerlo en marcha.
Proponer ideas es siempre algo positivo y que añade valor, aunque algunas de esas ideas (o casi todas) no sean viables finalmente. Solo el hecho de tenerlas implica una inquietud de mejora. Pero esto tiene una segunda parte, no basta con tener una idea, hay que intentar ponerla a prueba.
En primer lugar, si se está trabajando en un equipo, hay que compartirla con él y debatir sobre las posibilidades que tiene. Y una vez hecho eso, si las conclusiones son que la idea es buena y merece la pena llevarla a la práctica, hacerlo. Sí, repito: hacerlo. ¿Cuántas buenas ideas se han quedado en una mente, en un archivo de un ordenador o en un papelógrafo de una sala de reuniones por dejadez, porque no había tiempo o porque no se había trazado un plan de acción? Realmente muchas buenas ideas han acabado así.
Por ello, no es suficiente con ser proactivo en la generación de ideas, lo cual está muy bien, también hay que serlo en todas las fases siguientes: plasmarlas en un plan de acción y llevarlas a la práctica.
¿Os suenan las frases “podríamos hacer...”, “estaría muy bien si entre todos hiciéramos…,” o esta otra, “¿os imagináis si pusiéramos esta idea en práctica?”
Muchas de estas frases y otras parecidas se pronuncian todos los días. ¿Qué porcentaje de ellas quedan en nada? Creo que la mayoría.
La proactividad debe estar presente en todo el proceso y llegar hasta el último paso. Si solo somos proactivos al principio seremos como una botella de gaseosa que se deja abierta, se escapará todo su potencial sin haber aprovechado nada de ella.
Más sobre Talento-EPHOS
Talento-EPHOS es la escuela de negocios líder del sector farmacéutico, biotecnológico y de tecnol...
Saber másServicios: