Una decisión sencilla

Por Ainhoa Goñi Salaverri. Alumna Máster en Medical Affairs, Medical Advisor y Medical Scientific Liaison (MSL).

Mi nombre es Ainhoa y soy alumna del máster Medical Affairs, Medical Advisor y Medical Scientific Liaison de Talento-EPHOS (2023-2024). Vengo de Pamplona, donde hace escasos meses defendí mi tesis doctoral sobre la epigenética del cáncer dentro del programa de doctorado en Biomedicina y Medicina Aplicada de la Universidad de Navarra.

Desde una edad muy temprana, tuve claro que mi camino universitario debía orientarse hacia las ciencias biomédicas. Durante esta etapa, no solo adquirí los conocimientos propios de mi plan académico, sino que también pude participar en diversos proyectos de investigación relacionados con la biomedicina, tanto a nivel nacional como internacional. Estas experiencias no solo contribuyeron a integrar conceptos teóricos, sino que también me ayudaron a cultivar un enfoque sistémico y relacional de la ciencia que, en definitiva, me ayudó a descubrir cómo podía conectar mi pasión por la biología con el deseo de impactar positivamente en la sociedad.

Es por ello que, como paso natural en la búsqueda de soluciones innovadoras para mejorar la salud de las personas, decidí realizar un doctorado en biomedicina y medicina aplicada. Durante tres o cuatro años, los doctorandos aprendemos a desarrollar un proyecto de investigación en el laboratorio, nos convertimos en expertos en la materia que nos ocupa, y con esfuerzo y colaboración generamos evidencia que aporta una pequeña luz a la comunidad científica. Sin embargo, esta etapa no está exenta de desafíos y obstáculos que, gestionados de la mejor manera, suponen oportunidades inherentes de crecimiento profesional y personal.

En mi opinión, el éxito de un doctorado no solo radica en las grandes enseñanzas teórico-prácticas y los buenos resultados; implica la adquisición de competencias altamente valoradas en diversos sectores, incluido el farmacéutico. Habilidades como la atención en el detalle, la comunicación científica, la colaboración en equipos multidisciplinarios, el deseo (y la necesidad) de estar en constante actualización de las novedades científicas, entre otros. Habilidades que, considero, suponen activos valiosos para nuestro desarrollo y contribución en el sector farmacéutico.

No obstante, trabajar en la industria farmacéutica no estuvo siempre entre mis metas profesionales. Esta elección no se basó simplemente en la ciencia, sino que fue el resultado una profunda reflexión de mis competencias, habilidades, deseos y objetivos profesionales. Durante unas semanas pude hacer un análisis del mercado laboral para comprender las demandas específicas del sector, investigar los distintos roles dentro de la industria farmacéutica, e identificar las áreas de interés que se alinean con las habilidades y conocimientos adquiridos durante toda mi etapa formativa. Pude buscar el asesoramiento de profesionales de la industria farmacéutica y obtener el ‘feedback’ de exalumnos de los diversos programas de máster, prácticas y becas ofrecidos por las escuelas y empresas. Como consecuencia de esto, solicitar el máster en Talento-EPHOS fue una decisión sencilla.

Estos primeros meses de clases y prácticas, que en mi caso desarrollo en el departamento médico de MSD, están siendo muy intensos a la par que formativos y enriquecedores. Los conocimientos teórico-prácticos y los debates que se generan en el aula son trasladables al día a día en mis prácticas en la empresa, y viceversa. La red tan diversa de profesionales y compañeros ofrecen oportunidades de continuo aprendizaje. Además, la posibilidad de tener una inmersión profesional real, de participar en proyectos innovadores y de aprender y trabajar con un grupo tan diverso y puntero de compañeros, enriquecen enormemente esta experiencia. A pesar de las largas jornadas entre clases y prácticas, cada día descubro nuevas dimensiones de esta industria dinámica y desafiante que refuerzan mi convicción de que estoy en el camino correcto.