Después de una sorprendente - y exitosa - incursión en el mundo botánico gracias a un proyecto de "Barcelona posa't guapa", dejó flores y plantas para montar una agencia de marketing y publicidad. Pero volvió a la industria farmacéutica y al marketing de productos OTC, construyendo una vida profesional de la que está satisfecho y en la que no le falta lucidez.
Ahora, dirige el departamento de Business Development de los productos OTC. Es un "coolhunter", buscador de nuevas tendencias y de nuevos conceptos para enriquecer un mercado cargado de productos me-too. Si come solo en sus viajes, se dedica a escribir sobre los platos que tiene a su alrededor, el camarero que lo atiende, o los colores que le rodean. Antoni Lamarca, explorador de tendencias y de sí mismo, descubridor de momentos…
¿Cómo ves el futuro de la industria farmacéutica?
Bastante oscuro. La industria está pasando una crisis, recortando costes por todos sitios. Ha estado acostumbrada a ganar mucho dinero, y ahora el propio mercado se está autorregulando y la industria está volviendo a unos beneficios más normalizados.
Eso puede llevar a una reducción en la investigación. Cuando tú ganas menos dinero, no estás dispuesto a invertir tanto en investigación. Puede haber un riesgo, según como, de doble crisis y, dentro de 10 años, de tener menos moléculas nuevas de las que hay ahora.
¿Esta "oscuridad" del futuro de la que hablas afecta a todos los sectores de la industria?
Sobre todo a la industria puntera, tecnológicamente avanzada, la de prescripción.
En el campo OTC, los desarrollos son mucho más cortos. Existe más D que I. Nosotros , lo que tenemos que pensar es cómo innovar y cómo diferenciarnos en productos que son más similares. No tenemos estudios de miles de pacientes Por eso creo que la industria OTC es más creativa, como en los productos de gran consumo.
Pero la creatividad en comunicación es más limitada que en el gran consumo, ¿no?
Está más regulada. En la publicidad, el ministerio no te deja decir casi nada, pero eso agudiza el ingenio. Lo que pasaba en la España franquista en los años 50 era que tenías que buscar fórmulas para decir cosas sin decirlas. Tienes que buscar esas fórmulas, y eso da más trabajo a las agencias. Eso es creatividad para mí.
Hablas de creatividad, ingenio… ¿Tu trabajo también requiere eso?
Sí. Tienes que tener la mente abierta para captar ideas… Me gusta mucho mi trabajo. La parte dura es la firma en la negociación de los contratos, y vender las propuestas internamente. Pero te gratifica mucho cuando consigues que un proyecto llegue a su fin. Porque creas cosas.
De niño, querías construir aviones, te gusta el bricolaje, hiciste crecer las plantas, llevas a cabo proyectos desde la nada… en el fondo ¿eres un arquitecto?
Yo soy un "bricolajero" de la industria. Me ayuda el haber estado muchos años en prescripción y en OTC, y tener esa visión amplia de lo que puede y no puede encajar dentro de un portafolio.
¿O eres jardinero?
Es verdad que siembro mucho para recoger algún fruto, sí. Pero me considero un cuidador de plantas. Un jardinero tiene más ciencia que yo, tiene una visión a largo plazo del paisaje.
¿Eres ecologista?
Sí. Estoy por la labor. En casa, el cartón va a su container. No todo el mundo está concienciado, pero yo pongo mi granito de arena. De todos formas, en cuanto al deterioro del planeta, estoy convencido de que el hombre encontrará los medios para reconstruir lo que ha deteriorado.
Los ecologistas militantes no suelen ser tan optimistas como tú.
Por ejemplo, la emisión de gases de los coches hace cinco años era dos veces la de ahora. Y el hombre, tecnológicamente, lo está intentando arreglar.
¿Cuál es el tema de sociedad que más te preocupa?
Las desigualdades tan grandes entre las distintas sociedades y continentes. Crean desequilibrios tanto en la zona de progreso como en la zona que está en inferioridad de condiciones. Porque están enseñando a esas sociedades un paraíso muy distinto. Estoy pensando en la gente del tercer mundo que llega a España. Crean expectativas en el país de origen a las que no pueden acceder. Desde Occidente, tendríamos que equilibrar las cosas para que el tercer mundo no se muera de hambre.
¿Sueles buscar el equilibrio siempre?
Sí. Me provoca conflictos internos no encontrarlo. Es difícil.
¿Qué haces cuando no trabajas?
Me gusta el bricolaje en casa, la lectura. También paseo con mi pastor alemán.
¿Qué se aprende de los animales?
La honestidad, la fidelidad… Difícilmente los animales te dan una puñalada por la espalda.
¿Te gusta viajar?
Mucho. Y me gusta preparar los viajes, casi más que hacerlos. Los organizo para mi grupo de amigos. Me informo mucho, voy adaptando el viaje poco a poco…
¿Te quedas con el Norte o con el Sur?
El Norte. Me gustan los países fríos. La gente tiene ese equilibrio entre momentos serios y no serios. Pero me encanta el mediterráneo. Recuerdo haber llegado a Alejandría después de un viaje por Egipto, y sólo por el olor a mar, haber pensado:"Estoy en casa".
¿Hay algo de ti que no te gusta?
Soy bastante tímido, pero siempre he intentado luchar contra ello. Me metí en el mundo del baloncesto como entrenador para vencer esa timidez.
El baloncesto es como una pequeña sociedad. Tienes que tomar decisiones individuales y de grupo, tienes gente a favor, otra en contra, alguien que te fiscaliza… De hecho, para hacer prácticas en marketing, no estaría mal hacer primero de entrenador de baloncesto. Hay que hacer estrategias constantemente.
¿El marketing es un deporte?
Sí, es una carrera de obstáculos.
¿Cuál es tu punto fuerte?
La tenacidad y el esfuerzo. Cualquier cosa, si hay que hacerla, pues se hace. Si hay que ir, pues se va. Y punto.
¿Te has equivocado alguna vez?
Muchas. Pero de los errores hay que aprender, son muy formativos. De los éxitos, no se aprende.
¿Qué es lo que más aprecias en una persona?
La honestidad y la simplicidad.
¿Qué diferencia hay para ti entre honestidad y honradez?
La honradez, la veo más enfocada hacia un tema económico. La honradez, es más una forma de ser. Pero tampoco veo tanta diferencia.
¿Serías capaz de castigar a una persona a la que quieres?
Alguna vez he castigado y me ha dolido mucho. Pero ha sido en un sentido formativo. Para que se entendiera que se había pasado de los límites. Lo he hecho muy poco.
¿Qué te llevarías a una isla desierta?
Compañía humana.
¿Y al pastor alemán?
Si puedo, también. Pero elijo a las personas, a pesar de todo.
¿Tu palabrota favorita?
"Hosti". Pero la digo en catalán.
¿Eres creyente?
Soy agnóstico. Para mí las religiones se podrían llamar casi todas sectas. La caridad, no hace falta ponerla dentro de una religión. Me molestan las personas que hacen muchos pecados que irán a confesar, y los disculparán.
¿Qué es pecado para ti?
Robar. Y… blasfemar. Hablar mal de otra persona.
Utilizas una palabra que precisamente se reserva para lo sagrado: blasfemar. ¿Significa que sitúas a las personas a nivel divino?
Para mí, lo más importante es la persona, tenga la edad que tenga. Por ejemplo los niños. Me gusta su opinión. Hay que respetarla, es la más sincera, sin influencia externa. Es muy sano. Sí. Para mí la persona está por encima de todo.
Antoni Lamarca, ¿un David Livingstone de la industria farmacéutica? No me atrevo a decírselo. Prefiero que lo descubra. Al fin y al cabo, él es el explorador.
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