Herramienta
estratégica en la comunicación especializada
en salud
La
comunicación de conceptos relacionados con la salud requiere
que los mensajes utilizados no sólo sean creíbles,
sino veraces, es decir, que hayan sido suficientemente demostrados.
De ahí que la comunicación en salud deba ser una "comunicación
basada en la evidencia".
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Por Maite Artés. Directora de Investigación de Pharma Research.
División de Pharma Consult Services, S.A.
La
investigación clínica es la principal fuente de evidencia
en el desarrollo de medicamentos. El responsable de comunicación,
y en su caso la agencia de comunicación encargada de la cuenta,
deberá conseguir coordinarse con los departamentos de investigación
y marketing estratégico para poder disponer, en el momento del
lanzamiento de un nuevo medicamento, del conjunto de evidencias (para
el comunicador, ventajas y beneficios del producto) que nos permitirán
una rápida y eficaz introducción en el mercado del nuevo
medicamento.
Este nuevo conjunto
de evidencias incide en un entorno de mercado en el que los profesionales
de la salud tienen adquiridas unas determinadas creencias, actitudes y
pautas de actuación que conforman su opinión. Entre los
elementos que contribuyen al proceso de formación de opinión
del médico, podemos identificar: las publicaciones científicas,
los congresos o reuniones, la opinión de los líderes o comités
de expertos, la publicidad, la promoción, su propia experiencia
clínica, la información que aparece en medios generales
(prensa no especializada) y la presión que puedan ejercer asociaciones
de pacientes o población en general.
Desde el punto de
vista del responsable de comunicación, la investigación
clínica es la herramienta estratégica que permite influir
sobre el proceso de formación de opinión de los distintos
agentes de la salud (médicos, farmacéuticos, autoridades
sanitarias, etc.). En este contexto, no podemos olvidar la creciente influencia
que ejercen los pacientes en la toma de decisiones médicas, por
lo que, cada vez con más frecuencia, son también público
objetivo de nuestra comunicación.
Los distintos diseños
de investigación clínica (ensayos clínicos, investigación
de resultados, estudios de evaluación económica, estudios
de calidad de vida, estudios epidemiológicos, estudios de farmacoepidemiología
y farmacovigiliancia, estudios de manejo de la enfermedad, etc.) nos permiten
generar la evidencia necesaria para incidir en los elementos que contribuyen
a la formación de opinión de todos los agentes implicados
en este contexto.
Pongamos un ejemplo.
Supongamos que queremos lanzar al mercado el primer fármaco para
el tratamiento de la obesidad en España.
Para que el lanzamiento
alcance el éxito deseado nos planteamos la necesidad de modificar
la percepción de los agentes implicados (especialistas en nutrición
y obesidad, endocrinólogos, médicos generales y personas
obesas o con sobrepeso) a través de comunicar los siguientes mensajes:
� La obesidad
no es sólo un problema estético, sino una enfermedad que
debe prevenirse y tratarse, puesto que constituye un factor de riesgo
cardiovascular.
� La obesidad
es un problema que afecta a una parte muy importante de la población.
� La obesidad
supone unos costes muy elevados para el Sistema de Salud.
�
El abordaje terapéutico actual de la obesidad no es satisfactorio.
� El medicamento
en cuestión, es eficaz en la reducción de peso.
Para ello, vamos a
necesitar generar o localizar, si ya existe previamente, la evidencia
científica que nos permita sustentar estos mensajes. Los ensayos
clínicos del dossier de registro nos aportarán la evidencia
acerca de la eficacia y seguridad del medicamento, pero puede ser necesario
un estudio epidemiológico que nos permita estimar la prevalencia
de la obesidad en España. También podríamos precisar
un estudio de manejo de la enfermedad que nos ayudará a caracterizar
cómo son los pacientes obesos, dónde se encuentran, a qué
médicos acuden a consultar sobre su patología, cómo
se tratan, qué grado de eficacia tienen los tratamientos actuales,
etc. Adicionalmente, un estudio de percepción de la obesidad por
parte de médicos y pacientes nos permitirá conocer cuáles
son las creencias de unos y otros acerca de la obesidad. Finalmente, un
estudio de costes de la enfermedad servirá para evaluar el impacto
económico sobre la sanidad pública o la sociedad que se
deriva de la obesidad.
Toda esta evidencia
científica nos permitirá sustentar los mensajes a comunicar
a la vez que, desde el punto de vista de marketing, nos permitirá
conocer la dimensión del mercado (a través del estudio de
prevalencia), conocer nuestra competencia (a través del estudio
de manejo de la enfermedad), tener una evaluación basal de la percepción
de nuestro público objetivo antes de la comunicación y,
probablemente, desvelar en ellos una necesidad desconocida ("unmeet
need"), y tener argumentos económicos para negociar la financiación
del medicamento, o su precio, con las autoridades sanitarias.
La comunicación
adecuada en medios generales y especializados de toda esta información,
junto con la proveniente de estudios clínicos previos en los que
se demuestra cómo la obesidad constituye un factor de riesgo cardiovascular,
contribuirá a la sensibilización de la población
sobre la necesidad de perder peso y acudir a su médico en busca
de ayuda profesional, y a la formación de opinión del colectivo
médico acerca de la necesidad de tratar eficazmente la obesidad.
Si para la difusión
de estos hallazgos contamos con el apoyo de los líderes de opinión
de la especialidad o de las sociedades médicas implicadas en el
tratamiento de la obesidad, conseguiremos optimizar la repercusión
mediática.
Una vez concluido
el lanzamiento, otros diseños de investigación nos podrán
ser útiles para incrementar el corpus de conocimiento sobre la
enfermedad y su tratamiento, seguir generando y comunicando mensajes nuevos
a los públicos objetivo y estar preparados ante la nueva competencia
que pueda surgir. Así, podremos estar interesados en evaluar la
efectividad y la seguridad del nuevo medicamento en condiciones asistenciales
reales una vez en el mercado. O valorar cómo se modifica la calidad
de vida de los pacientes que pierden peso, o la satisfacción de
los mismos con el tratamiento, o sus preferencias en cuanto a la posología
o su cumplimentación terapéutica o la relación coste-efectividad
de utilizar el nuevo medicamento en comparación con el de referencia,
etc.
Estos nuevos estudios,
además de proporcionar información adicional sobre el medicamento,
nos permitirán seguir generando nuevos mensajes y, a la vez, constituirán
la base de publicaciones científicas, comunicaciones a congresos,
contenidos para publirreportajes, inspiración de notas de prensa
y, como no, oportunidades de contacto entre el delegado de visita médica
y el médico. Además, cada nuevo resultado será fuente
de nuevas hipótesis a contrastar en ulteriores proyectos. Este
proceso puede perdurar durante toda la vida útil de la nueva molécula.
Es evidente, pues,
que existe una estrecha relación entre la investigación
biomédica y la comercialización de los productos relacionados
con la salud. Es por ello que cualquier agencia o profesional de la comunicación
especializado en este área, no puede plantearse un modelo de comunicación
global sin contar con la investigación clínica como herramienta
estratégica.
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