La economía ha sufrido un gran retroceso en el último año; el sector de la comunicación ha sido uno de los mayores afectados. Los grandes grupos mediáticos han obtenido escasos beneficios y en muchos casos cuantiosas pérdidas. Grandes compañías de televisión e Internet han efectuado suspensión de pagos o incluso han cerrado.
La prensa técnica no ha sido, por desgracia, ajena a esta situación, en especial la de nuestro sector de Ciencias de la Salud. Son muchas las publicaciones que subsistían precariamente en los últimos años y el actual las ha terminado de apuntillar. ¿Hemos tocado fondo? Es difícil de diagnosticar. Desde hace más de 25 años estoy en el campo de la edición médica, y cuando entré en él, los veteranos de entonces ya comentaban "esto ya no es lo que era". Siempre nos hemos quejado, pero en la actualidad lo cierto es que tenemos sobrados motivos para ello.
¿Quién es el culpable de esta situación? En primer lugar, yo culparía a los propios editores, que durante años hemos ejercido una política de precios suicida, que nos ha llevado a tener en este momento unos precios por página de anuncio un 70 por ciento más bajos que los de Alemania, Francia o Italia, precios por debajo, incluso, que los de nuestro vecino Portugal. Sin embargo, el nivel de calidad de presentación y de contenido de nuestras publicaciones es de lo mejor de Europa e incluso de EEUU.
En segundo lugar, y también achacable a nosotros los editores, hay que citar la saturación del mercado, plagado de infinitas publicaciones, aunque algunos ya son conscientes de este error y comienzan a reducir el número de sus cabeceras.
En tercer lugar, hay que incluir a la Industria Farmacéutica que, obsesionada en los últimos años con el trato directo con el médico, ha dejado de lado al "medio prensa", sin tener en cuenta que, si bien con 1.200 Euros puede ejercer una acción eficaz con un prescriptor, con la misma cantidad también puede informar de su producto a 20.000 posibles prescriptores y ambas acciones, cuanto menos, pueden ser compaginables.
Y para finalizar, uno de los puntos que más agravan la situación actual de la prensa médica, son los costes de edición y, sobre todo, el coste de correos, que no ha dejado de experimentar continuas subidas en los últimos diez años, situando la tarifa postal de envío de una publicación en este momento en 30 veces más de lo que pagábamos hace una década.
En definitiva, la prensa médica debe posicionarse en el término medio y ocupar el lugar de importancia que le corresponde dentro de las estrategias de publicidad y marketing de un laboratorio.
Para ello, las editoriales debemos profundizar más en la especialización de nuestras publicaciones y en el "target" de nuestros lectores, vender a un precio justo y luchar contra la plaga de intrusismo profesional que venimos sufriendo en los últimos años.