En Telefónica entendemos que la movilidad es un facilitador de los procesos de negocio de la industria farmacéutica en general y en concreto para aquellos relativos a investigación sobre medicamentos. Para ello debe estar perfectamente integrada con los sistemas y procesos existentes, así como contemplar otras tecnologías, sistemas y medios de comunicación fijos que la completan y mejoran.
Y para llevarlo a buen fin es necesario apoyarse en proveedores que completen las capacidades de la empresa y respecto a los cuales se tenga garantía absoluta de poder confiar parte importante de la actividad.
Antes que nada conviene aclarar qué entendemos por “movilidad”. Desde la óptica de Telefónica, “movilidad” es la mejora de los procesos de negocio por el uso racional de sistemas y tecnologías de la información con un componente fuertemente basado en el uso de comunicaciones de voz y datos sobre la red de un operador móvil. Y hablamos de mejora en el sentido de incrementar los niveles de productividad, reducir los costes operativos y lograr nuevos ingresos por el uso de la telefonía móvil aplicada a las actividades de una empresa.
Es necesario matizar, asimismo, que la movilidad como tal no es algo que haya de ser aplicado en todo proceso, ni mucho menos ha de ser la clave del proceso. La movilidad debe ocupar su lugar y aportar valor en el punto en el que según criterios de lógica, sentido común y economía tenga razón de ser. Por tanto, podemos decir que “movilidad” es un medio y no un fin. En Telefónica nos gusta definir la movilidad como un facilitador de mejora en los negocios.
Con este enfoque, podemos analizar dónde tiene sentido la movilidad en los procesos de negocio del sector farmacéutico y cómo valorar su impacto.
Pese a las trabas regulatorias y el escaso apoyo económico facilitado desde los organismos públicos, España es considerada a nivel mundial un referente de saber hacer en materia de investigación clínica, principalmente por la cualificación de sus médicos investigadores.
En España se realizan más de 600 investigaciones promovidas, en la mayoría de los casos, por laboratorios farmacéuticos. Investigaciones en su mayoría en fase I, II y III (85 por ciento) aunque con una cada vez mayor relevancia en volumen y calidad en investigación en fase IV (15 por ciento, según la Agencia Española de Medicamento y Productos sanitarios). La investigación privada en este sector supone la materialización de 700 millones de euros anuales de gasto en Investigación y Desarrollo (I+D), cifra que representa el 17,4 por ciento del gasto total en esta materia del conjunto de la industria en España, según Farmaindustria. De esta forma, la industria farmacéutica se constituye en el motor principal del I+D de la economía española, sólo por detrás del sector de la automoción.
Un proceso de investigación, con independencia de su propósito y duración, es un ejemplo de coordinación de recursos pertenecientes a distintos entes partícipes. Analizando cada uno de ellos es como podemos diferenciar los distintos perfiles en los que la movilidad tiene repercusión en el sentido comentado.
En los últimos 5 años hemos apreciado un pequeño crecimiento de la automatización y digitalización del proceso de investigación gracias a la incorporación del Cuaderno de Recogida de Datos Electrónico (eCRD). Aunque hay que decir que pese a que la Administración y Organismos competentes están preparados para recibir y explotar la información de sistemas informatizados y automatizados, su uso es por ahora relativamente escaso.
Los expertos del sector estiman que tan sólo el 10 por ciento de los ensayos utilizan soporte informático y de dicho porcentaje se estima que únicamente el 3 por ciento se apoya en tecnología móvil. Los mismos expertos estiman que en 2010 el 50 por ciento de los mismos se realizarán con algún componente de movilidad.
Una vez informatizados los sistemas y obtenidos todos sus beneficios, el paso lógico es la movilización dado que gran parte de la información se recoge en campo y su naturaleza requiere, para extraer todo su valor, que se progrese hacia las personas y sistemas de forma rápida, efectiva y segura.
Tan escaso volumen de eCRD movilizados -lo que se ha venido a llamar mCRD o mTrial (la m es de mobile)- contrasta con los claros beneficios que ha traído a aquéllos que han apostado por la tecnología. Beneficios que el gráfico refleja según los distintos agentes implicados en la investigación.
Desde un punto de vista económico, para el laboratorio farmacéutico, si su departamento médico contase con una plataforma tecnológica integral para la totalidad de sus procesos de investigación se posibilitarían dos beneficios:
= Control de la gestión económica y operativa de la totalidad de los procesos de investigación en marcha por el laboratorio.
= Reducción relevante de los costes de I+D.
Es más, según estimaciones realizadas, el plazo de recuperación de la inversión realizada en una plataforma -informatizada y dotada de movilidad- de gestión y realización de investigación para un laboratorio se materializa a partir del segundo ensayo que se realice. Es decir, que lo que cuesta de más la realización del primer ensayo por la incorporación de este conjunto de tecnologías se ahorra por la reutilización de los sistemas y la rapidez en el despliegue y control en los sucesivos.
Desde la perspectiva de las empresas de investigación por contrato, que en España tienen un bajo componente de especialización tecnológica, es realmente importante que evalúen el apoyarse en empresas con un conocimiento profundo en esta materia, capaces de facilitar plataformas integrales de comunicación que alberguen y gestionen sus procesos de investigación de forma eficaz, segura, con modelos económicos interesantes y que les abstraigan de la complejidad técnica y comunicacional subyacente. Esta situación podría posibilitar que en el medio plazo España se constituyese en el referente en materia de investigación cualificada, que las CROs con actividad en territorio nacional mantenga una ventaja competitiva sostenible en el tiempo y que se atraigan mayores presupuestos de investigación.
A estas alturas podemos decir que la movilidad es claramente un facilitador de los procesos de negocio de la industria farmacéutica en general y en concreto para aquellos relativos a investigación sobre medicamentos. Ahora bien, desde el punto de vista de la tecnología aplicada al sector, si bien es una pieza clave por sí sola, aporta un valor limitado. La movilidad debe estar perfectamente integrada con los sistemas y procesos existentes, así como contemplar otras tecnologías, sistemas y medios de comunicación fijos que la completan y mejoran.
En este punto resulta interesante realizar una breve reflexión sobre los dispositivos de movilidad y servicios que se vienen utilizando con mayor profusión en esta actividad.
Desde la perspectiva de los sistemas o bases de datos que recogen los protocolos, flujos de actividad y, en definitiva, se alimentan con los datos de todos los agentes, lo primero que se aprecia es que se les dota de un medio de acceso móvil, normalmente de una red privada de comunicaciones de datos tanto fija como móvil capaz de recoger desde distintas ubicaciones y en cualquier momento información relativos al ensayo clínico. A estos sistemas también se les suele incorporar un servicio para la entrada de datos basado en mensajes cortos (SMS), tecnología interesante en la medida que posibilita el recordatorio al paciente final de la necesidad de reflejar un hito y además facilita el reporte por el mismo medio de la información requerida. Información que resulta cuantitativa y cualitativamente más rica. Cuantitativamente por el hecho de no contar sólo con un dato referido a un síntoma y basado en la respuesta del paciente a una pregunta del médico en una visita de seguimiento, sino por contar con una muestra representativa de datos incorporados tras cada toma. Y cualitativamente, por el hecho de que esa muestra de datos con la que se cuenta no se basa en el recuerdo, sino en la información recogida en el mismo momento al que se hace referencia.
Podemos diferenciar tres perfiles de uso de la movilidad en los distintos agentes involucrados en un ensayo o estudio sobre un fármaco en función de la pertinencia y grado de uso:
1- Baja movilidad, aquellos perfiles de las áreas médicas del laboratorio y CRO (Contract Research Organizations) que realizan su actividad tras los sistemas en emplazamientos fijos y para los cuales la información debe estar disponible y accesible cuando están delante de los sistemas.
2- Movilidad media: el médico investigador puede realizar su actividad desde su consulta o desde cualquier otra ubicación y para él la información y la capacidad de comunicación siempre han de estar disponibles.
3- Alta movilidad: el monitor de ensayos clínicos y paciente son claros ejemplos. El primero debe poder incorporar o visar información en cualquier momento y lugar, y el segundo porque claramente se desenvuelve en diferentes entornos.
Como podemos ver, en la industria farmacéutica, al igual que en otros ámbitos empresariales, la movilidad aporta un gran valor a los procesos clave, siempre y cuando esté bien entendida y llevada a los negocios. Y para llevarlo a buen fin es necesario apoyarse en proveedores que completen las capacidades de la empresa y respecto a los cuales se tenga garantía absoluta de poder confiar parte importante de la actividad. Las CROs españolas son un claro ejemplo de empresa altamente cualificada que cumple lo comentado. Pero, ¿puede ser la incorporación de las tecnologías de la información y la comunicación en general y de la movilidad en particular un elemento clave para llevar a la investigación en España a la posición que por lógica le corresponde? Nuestra opinión es que así es. Tenemos el firme convencimiento, la experiencia y referente en sectores como la Banca, el Transporte y la Administración Pública. ¿Es el momento de la industria farmacéutica?