En el marco del 51 Congreso Nacional de la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV) presentamos las primeras conclusiones del estudio PROSPER, un estudio observacional prospectivo que Kyowa Kirin está llevando a cabo en 19 centros hospitalarios de Emiratos Árabes, España, Estados Unidos, Italia, Países Bajos y Reino Unido.
Con un seguimiento de hasta 50 semanas desde la inclusión de los pacientes en el estudio, el objetivo de esta investigación se ha centrado en el análisis del impacto de mogamulizumab en los síntomas y la calidad de vida de personas con Micosis Fungoide (MF) y Síndrome de Sézary (SS), los dos subtipos mejor estudiados de LCCT con un resultado positivo.
Con la intención de analizar sus síntomas y su calidad de vida relacionada con la salud (CVRS), los investigadores recabamos la información que pacientes y cuidadores nos compartieron sobre su experiencia con el tratamiento a fin de obtener resultados que también fuesen de su interés.
Concretamente, en este primer análisis hemos recogido datos de 20 pacientes (8 con MF y 12 con SS) durante sus primeras 16 semanas de terapia. Estos pacientes contaron con un diario en el que pudieron recoger la evolución de sus síntomas (picor cutáneo, enrojecimiento de la piel, descamación y dolor), además de aportar imágenes de sus lesiones durante este periodo de tiempo.
Antes del inicio del tratamiento, los pacientes reportaron una carga sintomatológica alta en una escala numérica de 1-10 incluyendo picor en la piel (6,6), enrojecimiento de la piel (6,2), descamación de la piel (5,9) y dolor cutáneo (4,0). Además, más de la mitad de los pacientes reportaron tener problemas de sueño ya sea "frecuentemente" o "cada noche", mientras que el 47% reportó dificultades para regular la temperatura corporal "frecuentemente" o "siempre".
A las cuatro semanas desde el inicio del tratamiento se notificó una mejoría en todos los síntomas. En la semana 16, la gravedad sintomatológica disminuyó considerablemente, con la mayor mejoría observada en el enrojecimiento de la piel (-2.9) seguido de cerca por picor cutáneo (-2.7), descamación de la piel (-2.5) y dolor cutáneo (-2.2). Cabe destacar que la proporción de pacientes que informaron problemas de sueño o dificultades para regular la temperatura corporal, ya sea "frecuentemente" o "siempre", disminuyó a menos del 20%.
Sin duda, se trata de resultados muy esperanzadores, ya que sabemos que los pacientes con LCCT no solo sufren el estrés de un diagnóstico de cáncer, sino que además se ve agravado por las complicaciones que afectan en su vida diaria. En este sentido, la investigación está siendo de gran utilidad para entender mejor estas cargas y el impacto del tratamiento en la calidad de vida de los pacientes.