Una industria farmacéutica decidida a participar en Eventos de Educación Médica Continua, nuevas reglas para hacerlo y la tercerización, o no, de la ejecución. Las normas de Ética en los Negocios de los Cuidados de la Salud. ¿Es posible? ¿Es una utopía? El “cómo” y el “hasta dónde” siempre presentes. El fin no justifica los medios…
El accionar de la industria farmacéutica no ha cambiado mucho a pesar de los años que tiene de vida en nuestro planeta; su objetivo permanece intacto: posicionar sus marcas en la mente de los profesionales médicos.
Ha evolucionado con la tecnología, se ha adecuado a las realidades de este mercado tan particular (pagadores, gerenciadoras, sistemas de salud, etc.) pero su esencia sigue siendo la misma.
Estimo que aquí, habría que hacer un paréntesis para tocar un tema que daría pie a un análisis aparte y que excede a las pretensiones de este artículo. Como parte importante de esta evolución, ¿no debería la industria integrase dentro del circuito de salud, con el paciente como centro? Bueno dejemos esto para otro momento y retomemos el hilo del tema que nos ocupa. En pos de esta meta de lograr un lugar en la mente de quien termina haciendo la prescripción, ha transitado muchos caminos diferentes, algunos tradicionalmente éticos y otros que transitan por un delgado hilo entre lo que está bien y lo que no lo está tanto.
Seguramente es por ello que, en los últimos tiempos ha aparecido una fuerte tendencia originada e impulsada, entre otros, por las normativas de la Organization for Economic Cooperation and Development’s Convention y la US Foreign Corrupt Practices Act, acerca de las prácticas anti-corrupción, con cada vez mayor presencia y poder: “la ética en los negocios de la salud” y ….. ¡¡¡¡Enhorabuena por ello!!!!!! Se puede estar del lado del profesional y se puede, a la vez, hacerlo en un entorno de seriedad y “compliance”.
Como parte de este nuevo escenario, se acrecienta la figura de la participación del cuerpo médico en eventos científicos de educación médica, con la asistencia de los laboratorios farmacéuticos.
Aquí es donde, nuevamente, tenemos que ser cuidadosos en nuestros movimientos ya que, se puede caer en el error de pensar que la asistencia a un evento científico (un fuerte motor habilitador de la relación médico-industria) puede justificar interacciones “no transparentes”.
La cosa puede resumirse en unas pocas palabras: existe un evento científico del cual podrían participar aquellos médicos cuyos perfiles acuerden con la disciplina en cuestión, viajando de una manera modesta y adecuada, alojándose con las comodidades necesarias, pero sin lujos, arribando al lugar del evento el día anterior al inicio del mismo y partiendo de regreso, desde dicho lugar, al día siguiente de finalizado, sin acompañantes ni gastos extras incluidos.
Esto que suena tan sencillo y parece tan claro ,muchas veces no es tan así, comenzando a generarse dificultades y confusiones.
En primer término, muchas compañías que trabajan con seriedad y profesionalmente se esfuerzan para lograr que quede bien en claro que, esta colaboración para con el profesional, no implica en absoluto un compromiso de parte de éste para recetar sus productos y este debería ser siempre el eje de la cuestión.
Algunos dirán,… ¿pero entonces para qué?. La respuesta no es ingenua ni hipócrita: podemos apoyar al médico en su desarrollo y capacitación profesional ya que, si estamos convencidos que el aumento de conocimiento lo asistirá en la mejor comprensión de algunas patologías y su tratamiento, podrá tomar decisiones más acertadas a la hora de tratar de mejorar la calidad de vida de sus pacientes.
En primer lugar, porque una industria farmacéutica seria y comprometida debe estar integrada dentro del sistema de salud y, aunque su fin sea comercial (nadie lo discute), debe brindar soluciones cada vez más innovadoras al servicio de la población y facilitar el acceso a aquellos profesionales calificados, para que acrecienten sus competencias en pos de un objetivo común: la salud de la población.
La logística de la participación parecería de relevancia secundaria en esta cuestión, ya que si bien es compleja y requiere mucha atención, concentración y trato con el pasajero, muchas compañías han decidido tercerizarlas a favor de Meeting Planners que se dedican específicamente a esta tarea.
Un párrafo aparte merece esta decisión: deberíamos asegurarnos que este tercero, que actúa en nombre de la compañía que lo contrata, se obligue a respetar las mismas normas y principios que su contratante, con las mismas restricciones y principios éticos y con la misma observancia sobre la legitimidad de la logística.
Es por eso que muchas compañías deciden manejar estos temas internamente, con la seguridad de hacerlo dentro de la ética y la seriedad profesional. Esta decisión implica la configuración de un departamento plenamente dedicado a la tarea, profesionalizado y equipado tecnológicamente para hacer frente a las demandas de los pasajeros, y este no es un hecho menor; realizar la logística del “movimiento” de un grupo de profesionales requiere de mucha atención al detalle y un sistema planificado y organizado, donde los procesos se sigan y se cumplan según lo establecido, logrando la satisfacción de los clientes externos e internos, bajo un entorno de “compliance” y un minucioso control de los presupuestos asignados a tal efecto.
Esta es una “misión” que debe guiar a cualquier departamento donde se planifique y ejecute la participación de una compañía en un evento médico, ya que el pasajero no es un pasajero más, es ese profesional que forma parte de nuestro portfolio de visitas, es quien nos brinda su tiempo en ese intercambio win-win que representa la interacción de la Industria Farmacéutica con el Cuerpo Médico. Un intercambio que debería tener como resultado final, y no nos cansaremos de repetirlo, el bienestar de las personas.
Por supuesto que todo esto no es gratuito y altruista; el profesional percibe sus honorarios de parte del paciente o la prestadora de salud, y las compañías comercializan sus productos y obtienen una ganancia por ello. Pero todo esto no quita legitimidad a la relación, siempre que finalmente, el propósito sea el anteriormente mencionado.