Su función: relacionarse con los gestores sanitarios con el fin de optimizar el valor comercial de los productos, antes y después del lanzamiento, y a través del ciclo de vida del medicamento, con el objetivo de asegurar que el paciente tenga la oportunidad de ser tratado con la opción terapéutica más adecuada.

El origen de este nuevo profesional surge de un entorno muy cambiante.  Las circunstancias políticas y económicas han traído consigo dificultades para que las innovaciones terapéuticas estén a disposición de todos los pacientes que potencialmente podrían necesitarlas. 

El profesional que decide en los distintos puestos de las diversas administraciones sanitarias sobre la idoneidad o no de cada uno de los nuevos tratamientos, además de evaluar los beneficios terapéuticos, cada vez valora más los impactos económicos en el presupuesto, en ocasiones desplazando el criterio innovador en beneficio de otros más economicistas. La falta de presupuesto lleva a estos gestores a limitar el uso de los fármacos, a no reembolsarlos, a fijar precios más bajos, a poner medidas de control, lo que en definitiva supone retrasar la innovación.  Esta postura es comprensible en un entorno en el que no hay recursos para todo.  Sin embargo, se corre el riesgo de que en esta evaluación todos los elementos no siempre encuentren el necesario equilibrio, lo que puede repercutir de forma negativa en el acceso de los pacientes a determinados tratamientos, y por ello, en su salud y calidad de vida.

Los pacientes deben recibir la mejor calidad sanitaria. Es cierto que hay que controlar el gasto, buscar ineficiencias en el sistema para corregirlas y llevar a cabo un abordaje terapéutico eficiente, pero cualquier persona debe recibir el mejor tratamiento para su enfermedad independientemente del barrio, por tanto, del hospital que le corresponde, o la Comunidad Autónoma a la que pertenece. Cuando pensamos en las cifras macroeconómicas no aplicamos la misma óptica que cuando un familiar nuestro se enfrenta a una enfermedad. Cuando las personas dejan de ser un número para convertirse en individuos el razonamiento no es el mismo. Frente a la enfermedad la mínima innovación terapéutica nos parece valiosa.

Hemos dejado atrás la época de los grandes descubrimientos científicos que salvaban millones de vidas.  Hoy tenemos que reconocer que la innovación es incremental: pequeñas mejoras, pero que a la larga suponen un verdadero avance y por ello no hay que frenarlas.  El impacto cuantitativo en la salud es menor a corto plazo, pero tiene sus ventajas a largo; los ahorros que se producen en los costes derivados por las enfermedades, no son tan llamativos, pero tampoco son inexistentes y, al fin y al cabo, una Sociedad con una mejor salud y con una mejor calidad de vida es una sociedad más productiva en todos los sentidos.

Y esta es la tarea del profesional del área de PRA, demostrar con datos, con hechos concretos la realidad, la puesta en práctica de todas estas afirmaciones.  Las empresas farmacéuticas necesitan moverse más allá de un perfil de producto target a un perfil de producto más orientado al acceso, con el fin de satisfacer la creciente necesidad de demostrar beneficios incrementales y resultados en salud.  El médico ha dejado de tener “el control” y se encuentra con más limitaciones a la hora de prescribir fármacos, por ello el gestor juega un papel importante y debe recibir también información sobre los tratamientos, una información cuyo enfoque se adapte más a sus necesidades y en la que se contemplen los beneficios terapéuticos en relación con los costes.  Este es el motivo de que los departamentos de Acceso hayan evolucionado hacia una función más técnica y especializada, separada del área comercial, para dar respuesta a las crecientes demandas de los gestores de la administración.

De este modo, si se consigue que el gestor tenga todos los elementos necesarios para medir correctamente los impactos positivos de las innovaciones en el sector, se conseguirá que el paciente tenga acceso a las diferentes innovaciones terapéuticas y se evitarán las inequidades en función de la Comunidad Autónoma u Hospital al que esté adscrito un paciente.

Éste es, sin duda, un reto importante para lo cual la función del Área de Acceso se irá integrando cada vez más en la organización comercial, jugando un papel central en la planificación estratégica, desde las fases más tempranas del desarrollo de un medicamento. Hoy estos profesionales nos sentimos ilusionados porque ante nosotros se muestra un panorama complejo y difícil, pero nos hemos preparado para ello y sabemos que nuestra función está cobrando importancia.  Por un lado, nuestra labor es necesaria para nuestras empresas, que ven en nosotros el modo de llegar a decisores importantes para el sistema, que tienen que tomar decisiones que repercuten en la salud de las personas y que encuentran en nosotros ese vínculo necesario con la empresa que les ofrece nuevas opciones para mejorar la salud de los ciudadanos. Y por otro, estamos convencidos de que jugamos un papel importante a la hora de defender los intereses de los pacientes que no logran el acceso a los mejores fármacos ya que por diversos motivos se encuentran en una situación de desventaja. 

Formamos ya parte de este escenario, en el que todos, de una u otra forma, equilibrando fuerzas en uno u otro sentido, trabajamos para mejorar el funcionamiento de nuestro Sistema de Salud, en definitiva en mejorar la salud de los pacientes.