Sin duda, el sector sanitario está en plena transformación. Los nuevos perfiles de paciente, derivados del envejecimiento de la población y la cronicidad de las enfermedades, las nuevas conductas sociales y económicas, la revolución tecnológica, la transformación de la industria médica y la propia pandemia suponen en su conjunto un reto para el sistema y exige más que nunca que nos planteemos nuevas formas de enfocar la atención médica y, por ende, la compra de productos y tecnologías sanitarias.
Durante los últimos años, se ha estado desarrollando un movimiento importante en Europa y a nivel mundial para reemplazar la vieja lógica por una nueva que ayude a abordar el reto que tenemos encima de la mesa: la construcción de sistemas de salud más eficientes y sostenibles.
Dicho movimiento tiene gran parte de sus origenes en EE.UU. cuando el profesor Michael Porter en el 2006 publicó el libro Redefining health care: creating value-based competition on results. En dicho libro se habló por primera vez del concepto Value-Based Health Care (VBHC), medicina basada en valor. Un concepto que tiene como fundamento la atención sanitaria centrada en las necesidades del paciente y en la generación de valor. Michael Porter aboga por un cambio de modelo en el que la prestación de los servicios sanitarios no esté centrada en la cantidad de servicios prestados, sino en el valor de estos. Entendiendo valor como el resultado global en salud, es decir, la calidad de la asistencia y su coste integral.
A pesar de los avances en diferentes entornos sanitarios, en Europa y algunas regiones de España, la implementación del VBHC en la mayoría de los casos sigue siendo dispersa y fragmentada. Está claro que tenemos dificultades en aterrizar de forma operativa este concepto. Una de las iniciativas más interesantes en la actualidad parte del International Consortium for Healthcare Outcomes Measurements (ICHOM), organización fundada por el partenariado de The Boston Consulting Group, el instituto de estrategia y competitividad de Harvard y el instituto Karolinska. Esta institución sin ánimo de lucro propone conjuntos de indicadores estandarizados por procesos asistenciales con el fin de medir los outcomes relevantes para el paciente. Pero no es suficiente.
En el artículo Value-based healthcare: de la teoría a la acción de Antares Consulting escrito por Barrubés J, Honrubia L, de Vicente M, Nake A, Sopeña L, Vilardell C, Carrillo E, Triquell Ll, Portella E. en abril de 2019 se dan algunas claves de como aterrizar de forma operativa este concepto. Entre ellas, una fundamental, la de incorporar la noción del valor en la compra: el Value Based Procurement (VBP), contratación basada en valor.
En el pasado, el factor precio era la clave en la compra sanitaria, pero ello ha estado limitando la innovación, alentando el pensamiento a corto plazo sin favorecer la creación de valor y, con ello, limitando la posibilidad de obtener soluciones adecuadas a las necesidades que se han ido planteando en las últimas décadas.
Lo que estamos descubriendo ahora en Europa es que la compra se ha vuelto un pilar del VBHC ya que, al elegir un producto, una tecnología o una solución sobre otra, se está impactando en la atención que se ofrece a los pacientes y orientando a la industria y otras partes interesadas a actuar de una manera específica.
En toda esta evolución ha sido clave la Directiva de contratación pública de la UE de 2014 (2014/24). En ella se plasmó el requisito de que los poderes adjudicadores basaran la adjudicación de contratos en la mejor relación calidad-precio para implementar la licitación económicamente más ventajosa (MEAT: most economically advantageous tender).
A partir de ahí, han salido iniciativas para avanzar en este sentido. Una de las más destacadas es la liderada por The Boston Consulting Group y MedTech Europe. En el 2016 desarrollaron un nuevo marco de contratación basada en valor (VBP) alineado con la directiva europea. En su núcleo han colocado una ecuación sanitaria simple: el valor de los resultados del paciente dividido por los costes de lograr esos resultados. Su idea final, ayudar a romper los silos organizacionales dentro de las organizaciones sanitarias y estimular la innovación entre las empresas de tecnología médica.
Fuente: “Modelo VBP” Boston Consulting Group
Lo más destacable de este nuevo marco, desde mi punto de vista, es que pone los resultados del paciente en el centro y ofrece una situación en la que todos ganan, con beneficios claros para todas las partes implicadas:
* Las organizaciones sanitarias trabajando de manera multidisciplinar y consiguiendo mejorar la atención al paciente y la capacidad de sostenibilidad financiera.
* La industria médica consiguiendo formar parte de la solución y ser recompensada por la contribución del valor generado.
* El sistema de salud aprovechando la innovación para mejorar la salud de la población y garantizando un mayor valor de los recursos invertidos.
Me parece una gran iniciativa, pero en el fondo no deja de ser una iniciativa más, un modelo más.
El valor es un concepto complejo de definir. En cierta medida interpretable en función de las necesidades que tiene cada persona dentro del ecosistema sanitario. En el siguiente gráfico, con la idea de sintetizar el concepto valor dentro de la compra sanitaria, se recogen todas las capas de valor que puede tener un producto o tecnología sanitaria. Desde la base en la que se encuentra el producto en sí, a través de sus características técnicas, y el precio hasta la cúspide donde se encuentran las soluciones que abordan procesos asistenciales o el tratamiento integral de enfermedades.
Fuente: “Pirámide invertida de Savon” Canda Health Solutions
Pero para avanzar con paso firme, más allá de conceptos y modelos, lo que realmente hace falta es un cambio cultural, un cambio de visión tanto en las organizaciones sanitarias como en la industria médica.
En mis veinte años de experiencia en el sector he ido recopilando algunos tips que considero son básicos para obtener el éxito en ese cambio de visión y que enumero a continuación:
En las organizaciones sanitarias
1) Formar e informar a los directivos de salud en compra basada en valor para generar conciencia y facilitar el cambio, en especial a los que tienen poder en materia presupuestaria.
2) Empezar a trabajar en temas críticos identificando criterios clínicos y económicos relevantes.
3) Establecer equipos multidisciplinares y garantizar la presencia temprana y constante de los médicos.
4) Asegurar cierta transparencia de datos (sobre resultados y costes) como base y medir el éxito.
5) Entablar un diálogo con el proveedor y optimizar los requisitos para el producto / solución buscada.
6) Involucrar al proveedor en la monitorización del éxito y la creación conjunta de evidencia.
En la industria médica
1) Especialización e implicación en procesos clínicos.
2) Tener una propuesta global estructurando una propuesta de servicios.
3) Colaboración con terceros para gestionar mercados complejos.
4) Gestionar la empresa por áreas de cuidados / enfermedad replanteándose la cadena de valor.
5) Visión multidisciplinar.
6) Adecuar la organización a las nuevas necesidades (nuevos áreas, recursos y perfiles).
7) Entablar un diálogo con el cliente y trabajar conjuntamente (co-crear).
Soy un convencido de que vale la pena que todos nos esforcemos en crear un nuevo modelo productivo que pivote sobre la innovación y la generación de valor y que favorezca un sistema sanitario más sostenible y de mayor calidad y equidad. Es algo que tenemos que crear entre todos: clínicos, gestores, emprendedores, profesionales de la industria, políticos, consultoras, universidades…