La mamografía convencional ha sido desde hace años la principal herramienta para la detección del cáncer de mama. Un sistema que se ha combinado con la ecografía mamaria, la tomosíntesis y la resonancia magnética en aquellos casos de mamas densas, en los que hay mayor riesgo de encontrarse con un tumor escondido.
No obstante, en lo que llevamos de década compañías innovadoras como Fujifilm Healthcare han dado una vuelta de tuerca a estas fórmulas de diagnóstico por imagen y han diseñado los equipos CEDM: la mamografía digital con realce por contraste. Se basa en la detección de la neovascularización de los tumores de mama, igual que ocurre con la resonancia magnética, utilizando un medio de contraste con yodo para resaltar los vasos sanguíneos asociados con el cáncer, mejorando así la detección.
Si la comparamos con la mamografía tradicional, esta nueva versión es más sensible y específica, capaz de detectar lesiones que pueden quedar ocultas en la habitual combinación entre mamografía y ecografía mamaria. Aunque el nivel de radiación que se aplica a la paciente es algo mayor, así como el tiempo de duración de la prueba, nos aporta mucha más información en una zona más localizada. Y es útil tanto en aquellos casos que aún no tienen un diagnóstico como en los que ya necesitan un seguimiento.
En mi opinión, debería ser la prueba elegida de inicio en aquellas pacientes que salen de ginecología con bultos palpables y con una sospecha clínica alta de la existencia de un tumor. Pero también es recomendable en las que tienen un elevado riesgo: aquellas con un historial familiar en el que ya hay casos de cáncer de mama, o las que tienen patrones mamarios de alta densidad (C y D). Lo ideal sería utilizar este sistema, como mínimo, para complementar las pruebas habituales en estos casos.
Y, por supuesto, en los seguimientos anuales de aquellas que ya han sufrido un cáncer de mama, porque ese parénquima que nos encontramos, tejidos surcados de cicatrices provocadas por la cirugía, puede despistarnos. En general, las pacientes suelen estar de acuerdo, a pesar de los contras ya mencionados, entre los que hay que añadir las posibles alergias al contraste que se inyecta, aunque normalmente la tolerancia suele ser buena.
En las mamas de tipo A, que son muy grasas y menos densas, esta prueba no aporta tantas ventajas. Pero ya a partir de las de tipo B puede ser determinante. De hecho, se han encontrado tumores ‘invisibles’ para la mamografía convencional (combinada con la ecografía) en este tipo de mamas, que han podido diagnosticarse gracias a este sistema por contraste, con todos los beneficios que ello aporta a la paciente en materia de salud y calidad de vida.
Porque un tumor detectado a tiempo tiene mucho mejor pronóstico: los tratamientos pueden ser menos agresivos, funcionar con mayor eficacia y la paciente padecer sus efectos secundarios durante un periodo de tiempo mucho menor.
Son motivos suficientes para apostar por esta prueba que, por otra parte, no depende del ciclo menstrual de la mujer. Y que, además, puede evitar angustia a aquellas personas que no lo pasan bien en una resonancia magnética de tipo cerrado: claustrofóbicos, mayores con problemas de movilidad, etc.
Eso sí, debemos tener en cuenta que su realización no siempre va a ser fácil, ya que necesitamos el apoyo de una enfermera disponible, lo que a veces significa que hay que reestructurar la organización del servicio para poder disponer de ella.
En cualquier caso, todo apunta que estos equipos serán nuestras herramientas rutinarias en un futuro no muy lejano, en las que tenemos que confiar teniendo siempre presente que sus pros tienen más peso que sus contras. Ya son grandes aliados en la lucha contra el cáncer de mama y hay que perderles el miedo. Sobre todo porque de ellos surgirán nuevos avances, como la biopsia asistida con mamografía con contraste, algo de lo que ya se está hablando y que va a ser mucho más sencillo que la que hoy se realiza con resonancia.
Dar pasos hacia adelante y apostar por la innovación va a ayudarnos en nuestra labor diaria pero, sobre todo, va a ser tremendamente beneficioso para la salud de nuestras pacientes y para seguir aumentando poco a poco las cifras de supervivencia entre las que padecen cáncer de mama.