Con el término “Medical Education” pusimos nombre a una serie de actividades destinadas a facilitar la relación entre la industria farmacéutica y su cliente, con el objetivo final de fortalecer una marca… bajo una premisa fundamental: no nombrarla.
10 años después, las campañas de Medical Education se han implementado de manera generalizada y cuentan con nuevas herramientas online cuyas bondades debemos explotar, pero sin perder de vista los intereses y necesidades reales del cliente final, sea profesional sanitario o no.
Una campaña de Medical Education es como un juego de mesa que combina táctica y estrategia de manera continua y cambiante, el paso que se dio ayer ya no es útil hoy, la jugada que todos conocerán mañana la empezaremos a implementar hoy… y las piezas, ¡benditas piezas! nunca son las mismas. Solo permanece inalterable el objetivo: ganar.
Ahora bien, no todos los productos farmacéuticos ganan de la misma manera, ni siquiera para el mismo fármaco los objetivos se mantienen inalterables en el tiempo. Para A, el objetivo puede ser obtener financiación; para B, justificar la necesidad de la visita médica; y para C, dar a conocer la patología que trata. En cada una de estas situaciones se pueden plantear múltiples proyectos, pero esto no significa, ni mucho menos, que todos sean válidos. Al contrario, las opciones con verdaderas posibilidades de éxito existen, pero hay que saber buscarlas y crearlas, y ahí es donde entramos nosotros.
Los profesionales con experiencia en el desarrollo de campañas de Medical Education podemos ayudar a nuestro cliente a alcanzar su objetivo, dotando de valor la entrada y/o presencia en el mercado de una marca (value access), lo cual nos exige poner en práctica nuestros conocimientos acumulados en el pasado, y al mismo tiempo adelantarnos al futuro.
No se trata de impartir un “curso” como si fuésemos una academia. Cliente: si estás leyendo esto, aléjate de los que te ofrezcan cursos. El punto de partida parece sencillo, el cliente sabe qué producto tiene y qué quiere conseguir (del presupuesto disponible ya hablaremos en otra ocasión). A partir de ahí comienza un trabajo conjunto de análisis de estos datos para diseñar la estrategia a seguir, siempre única, y, por tanto, siempre nueva.
Aquí y ahora, contamos con nuevas posibilidades basadas en el entorno online que debemos aprovechar. Explotar todo lo bueno que nos ofrece el mundo virtual, la inmediatez, la difusión, incluso la economía, pero también manejar cuidadosamente los riesgos que conlleva, principalmente decantarnos por invertir más recursos en el continente que en el contenido, lo cual es un terrible ERROR. El contenido aquí, ahora y siempre, es la clave del éxito, lo único que nuestro target realmente apreciará. No en vano las publicaciones científicas se miden por su impacto. Crear contenidos interesantes revaloriza a los integrantes de la cadena emisora (producto, red de ventas, laboratorio) de cara al receptor, que valora por encima de todo la utilidad de lo que se le ofrece, para facilitar su trabajo diario si es un profesional sanitario, o para mejorar su calidad de vida si es un paciente.
Podemos proponer apps para móviles, advergaming de motivación, guías interactivas para iPad, entornos hospitalarios virtuales, programas de casos clínicos con toma de decisiones en tiempo real, acciones de social media… tenemos a nuestro alcance infinidad de posibilidades, pero conocerlas no sirve de nada si no se sabe cuándo y cómo utilizarlas. Cliente: desconfía de quien te ofrezca una web sin decirte lo que debes incluir en ella.
No debemos olvidar que definir el objetivo sigue siendo el primer paso, tanto para el cliente como para la agencia de Medical Education, que debe participar en todo el proceso desde el inicio. Así, solo cuando con el cliente concretemos el punto de partida (y el de llegada) podremos seleccionar entre las opciones disponibles cuál es la que nos ofrece más garantías de éxito. Es decir, partir de “queremos estar en las redes sociales” no sería válido, si no sabemos por qué y, sobre todo, para qué “queremos estar en las redes sociales”.
Será ese punto de partida (el que responde a “por qué y para qué hago esto”), y la implicación activa en todo el desarrollo posterior (“cuándo y cómo lo hago”) el que nos diferenciará como profesionales expertos y nos permitirá alcanzar nuestro propio objetivo: la satisfacción de nuestros clientes al ver superadas sus expectativas.