La coyuntura actual obliga al planteamiento más que nunca, sobre qué clase de líderes son los que nos han llevado a una situación de decadencia en los ámbitos social, económico, político, empresarial. La masiva circulación de correos electrónicos poniendo calificativos de la peor índole a personajes de todos conocidos, que ocupan, o han ocupado posiciones de poder, y que han tomado decisiones egoístas afectando a miles de personas, o se han apropiado de recursos de forma indebida, o han manipulado información para obtener beneficio propio, es una manifestación más de la indignación colectiva...
Lo que no encontramos tan a menudo, son mensajes de autocrítica, sí, de autocrítica, porque todos esos personajes hoy indeseables no han caído de repente del cielo, o ascendido de forma súbita del infierno, esos personajes han crecido, estudiado, trabajado, y vivido al lado de familiares, profesores, compañeros, colaboradores, vecinos…, que de una forma u otra han podido contrastar a través de sus comportamientos y sus manifestaciones la calidad humana de estos individuos, y sin embargo, en algún momento ha faltado alguien que corrigiera, enfrentara, prohibiera, criticara, evidenciara, pusiera fin a sus desmanes en cualquier faceta de su vida, o por lo menos no se les ha obstaculizado lo suficiente. Lo que sí es seguro es que han gozado de personas a su alrededor que han “hecho la vista gorda”, les han votado, les han “bailado el agua”, les han servido de confidentes…, en definitiva han permitido, facilitado, incluso apoyado su actuación.
Ahora buscamos líderes, que más que líderes tienen que ser héroes, buscamos personas con soluciones debajo del brazo que además sean capaces de implantarlas y no sucumbir ante presiones o barreras de macrosistemas que ya están felizmente afincados en esta situación desfavorecedora para muchos, pero no olvidemos que muy beneficiosa para unos pocos.
No existen, los héroes de la mitología griega que eran capaces de mover las fuerzas de la naturaleza, o desatar los sentimientos y pasiones en los hombres, no existen. Existimos nosotros, individuos, singulares, con fortalezas y debilidades, con experiencias diversas, con capacidades diversas, con motivaciones diversas, solamente tenemos un factor común, y es que todos queremos Un Mundo Perfecto, y ni siquiera el concepto de perfecto es el mismo para todos.
En el mundo empresarial, las organizaciones llevan años trabajando en modelos de liderazgo, en la definición de valores corporativos, y más recientemente en la Responsabilidad Social Corporativa, buscan líderes sólidos técnicamente y éticamente. No sería la primera vez, casos hay dignos de estudio, que un líder de los indeseables, ha destruido un emporio en menos de un ejercicio económico por su mal hacer, incluso por su concienzudo mal hacer. Poner en manos de un pequeño grupo de consejeros ambiciosos un valioso legado puede ser catastrófico para los miles de empleados, para los miles de accionistas y para los miles de ciudadanos del entorno en el que la empresa opera.
Entonces, ¿dónde encontramos a los líderes que nos tienen que sacar de esta situación decadente?, ¿dónde buscamos a los líderes que lleven a las organizaciones a un crecimiento sostenible?
La respuesta está dentro de cada uno. Busquemos al líder que llevamos dentro, porque todo lo que hay en este mundo, lo malo, pero también lo bueno, ha sido desarrollado por individuos. Todos tenemos un papel de liderazgo que desempeñar, un compromiso con nuestros valores, la responsabilidad de participar, de intervenir ante la injusticia presente, de trabajar para alcanzar nuestros objetivos, de entender el entorno que nos rodea y de contribuir para hacerlo mejor para todos, esos, y no otros extraños o heroicos poderes son los que ha de tener un líder.
Las capacidades para desarrollar Un Mundo Perfecto no pueden estar en un único individuo, ni siquiera en un grupo de individuos. Tamaña empresa, requiere de todo el talento de la orbe, no se podría prescindir de nadie por su cultura, color de piel, género, orientación sexual, discapacidad, credo …, todos los individuos tienen al menos una capacidad, y todas son necesarias.
Son muchas las empresas que están trabajando en la gestión de la Diversidad, en planes de inclusión y de igualdad de oportunidades, firmemente decididas a evolucionar hacia una cultura interna en la que la Diversidad sea lo obvio, la mera extensión de lo que la sociedad representa, un crisol de culturas, edades, países, capacidades… para que cada individuo se sienta digno, valioso y comprometido, ese es el fin último, obtener el compromiso de sus empleados para que cada uno de ellos despierte al líder que lleva dentro y ponga todo su talento en acción.
Comprender que desde diferentes perfiles se puede y se debe alcanzar el éxito sostenible en las organizaciones, rompiendo con los estándares que durante décadas han llevado a la gran mayoría de las empresas a repetir modelos de gestión y relación que ya no proceden, es una de las claves para el éxito sostenible.
En este camino hacia el cambio cultural, es fundamental que llegue a toda la empresa, la mentalidad inclusiva y la ruptura de paradigmas sobre la figura del líder como el personaje encaramado a su pedestal de poder y distante de las realidades individuales.
En esta nueva situación, se abre la oportunidad de que ese líder que cada uno llevamos dentro, y que es capaz de entender a otros, comprometerse con una visión, actuar por valores anteponiendo el bien común a los intereses personales, salga a la luz y actúe.
Solamente hacía falta despertar al líder para conseguir, en la idílica imagen de un Mundo Perfecto (In a perfect World), personas orientadas a grandes logros, que entienden la necesidad de su contribución para lograrlos, y ven en los que les rodean, por encima de las diferencias, los intereses comunes, las capacidades, el potencial, el valor que encierran y los principios y valores que les mueven. Imaginemos a todos los líderes en acción, comprometidos con causas ambiciosas, estableciendo relaciones valiosas, basadas en la comprensión de los valores individuales y en el potencial de cada uno, desde su singularidad.
¿Cómo estamos de lejos de esa idílica imagen del líder?, depende como lo queramos analizar. Si lo hacemos desde la realidad de estructuras rígidas que todavía necesitan cambios profundos y que éstos sean acompañados por nuevas mentalidades, falta quizás más de una generación. Si pudiéramos despertar al líder que llevamos dentro con un “click”, estaríamos ya rompiendo viejos paradigmas y avanzando hacia Un Mundo Perfecto.
Con esta intención de ha desarrollado la dinámica In a Perfect World, para movilizar a los participantes a la reflexión sobre cómo están desempeñando su liderazgo y despertar capacidades como la autoaceptación, el autoconocimiento, la motivación trascendente, la capacidad de comprender las motivaciones de otros, y la capacidad de crear los vínculos necesarios para alcanzar grandes logros.
El juego ha sido desde el origen de los tiempos la herramienta más poderosa para el desarrollo del hombre. El juego promueve acciones conscientes que despiertan sentimientos, deseos, anhelos y aspiraciones inconscientes orientadas al reto, al logro, la satisfacción y el empoderamiento. Jugar a ser líderes para alcanzar grandes logros, nos acerca a conseguirlo en el mundo real. In a Perfect World se ha diseñando para desarrollar las capacidades de liderazgo que todos tenemos más o menos activas, a través de una metodología lúdica y contando con un soporte tecnológico, el sistema interactivo Connector –Total Interactive Meeting , que permite replicar en la sala la interacción entre más de 100 participantes y ver de inmediato los resultados de sus decisiones, las respuestas a las preguntas planteadas al grupo, incluso la representación gráfica de cómo el mundo puede cambiar a partir de las decisiones individuales y las relaciones y acuerdos alcanzados.