Los laboratorios farmacéuticos buscan nuevas maneras de proporcionar formación continuada a los profesionales sanitarios. Esta innovación es siempre un reto: se debe encontrar el perfecto equilibrio entre rigor científico y creatividad. Además, nuestro objetivo no es sólo que los profesionales a quienes nos dirigimos enriquezcan sus conocimientos, sino que además vean en el laboratorio farmacéutico un aliado comprometido con la innovación que resuelve sus dudas.
Las nuevas tecnologías pueden ayudarnos a conseguir este objetivo. De hecho, la educación médica puede cambiar tanto como las visitas médicas gracias a la implantación de las tabletas. Los formatos convencionales, como la formación en cascada, tienen costes elevados y en general son poco sorprendentes. Por su parte, los programas de formación online son más fáciles de compatibilizar con el día a día de los profesionales, pero no siempre despiertan su interés. En general estos programas están pensados “al por mayor” y no para cada médico concreto. Por eso, difícilmente consiguen el impacto buscado. La alternativa pasa por ofrecer a cada profesional lo que realmente le interesa.
Personalizar la formación no es sencillo, es necesario conocer de primera mano la opinión de los profesionales. Muchos de los advisory boards y metaplanes que realizan los laboratorios farmacéuticos tienen como objetivo, precisamente, la obtención de información de los médicos. Sin embargo, sólo recogen información de unos pocos profesionales y en un momento determinado. Es por ello que también hay que buscar nuevas formas de obtener información de un número más elevado de profesionales y de forma continuada en el tiempo.
Si nos fijamos en la promoción de fármacos, las nuevas tecnologías han brindado una oportunidad única a la hora de personalizar un mismo material para adaptarlo al máximo a cada profesional. Una misma historia puede contarse de muchas maneras, y una visita con iPAD puede convertirse en un libro tipo “Elige tu propia aventura”. Las opciones de personalización de los materiales promocionales no sólo sirven para dar información extra en la visita, sino que puede utilizarse para conocer mejor los intereses de cada profesional. Además, los sistemas de tracking de las tabletas permiten registrar y analizar esta información. La pregunta que se plantea entonces es ¿y si no solo utilizáramos el iPAD para promocionar, sino también para conocer las necesidades formativas de los profesionales?
Los laboratorios pueden analizar los contenidos más valorados por los médicos y sus solicitudes de información, y ofrecer así formaciones que cubran las necesidades de cada profesional de forma casi personalizada. Quizás esté aquí el futuro de la educación médica continuada, en ofrecer a los médicos programas mucho más adaptados a las inquietudes que transmiten a las redes de ventas.
Por otra parte, el formato de las formaciones también debe modernizarse. No debemos olvidar que las ventas de tabletas continúan aumentando y cada vez es más común que los profesionales sanitarios dispongan de una en sus casas. Si el laboratorio farmacéutico ofrece formaciones que interesan a los médicos en formatos fáciles de descargar en tabletas, éstos podrían realizar la formación en cualquier lugar a cualquier hora.
Uno de los problemas actuales de la formación médica continuada es que se considera muy teórica y alejada de la práctica clínica diaria. En la mayoría de ocasiones, el proceso de formación se limita al espacio temporal que comprende la actividad, y difícilmente los profesionales trasladan sus aprendizajes a la consulta. Si conseguimos que los profesionales sientan que la formación responde a sus necesidades individuales (a la historia que ellos han escogido) tendremos la clave del éxito de participación y motivación.
Si el objetivo es ofrecer valor añadido, ¿por qué no hacerlo de forma personalizada con la información que se obtiene en cada visita? Es cierto que esta formación no estará acreditada, pero seguro que será un herramienta útil en el día a día de los profesionales.