La
satisfacción en el Sector Farmacéutico
Cada
día existe una mayor demanda de estudios de evaluación
de la satisfacción de clientelas o targets específicos.
Multitud de modelos tratan de afrontar, no sólo el ya clásico
análisis del posicionamiento e imagen de las empresas, sino
que intentan evaluar cómo dicha imagen se combina con la satisfacción
y ésta, con el comportamiento final de compra o prescripción. |
Por José
de Sola Gutiérrez. Director comercial y marketing de Metra Seis
Está claro
que un cliente satisfecho es un cliente que compra o prescribe (si nos
ceñimos al ámbito médico). Y en el contexto de esta
evidente filosofía es en donde se enmarca la creciente necesidad
del análisis de la satisfacción. Predecir la compra o la
prescripción futuras sobre la base de la cobertura de las expectativas
y necesidades es una función básica de los estudios de satisfacción
en donde la evaluación de la imagen representa uno de sus diversos
componentes.
En este sentido queremos
indicar algunos aspectos de este tipo de estudios, fruto de nuestra experiencia:
a)
Como ya hemos indicado, el análisis de la imagen y el posicionamiento
no tiene siempre una dependencia directa sobre la satisfacción
final. Sin embargo, dicha satisfacción sí es capaz de aproximarnos
a la predicción de los comportamientos de compra o prescripción.
b) ¿Cómo se define la
satisfacción? Es evidente que ésta viene determinada por
la diferencia entre las expectativas y la calidad percibida por nuestros
clientes. Parece obvio que un cliente satisfecho es un cliente que no
sólo tenderá a comprar o prescribir más, sino que
también será fiel.
c) Un estudio de satisfacción
se basa necesariamente en un sistema continuado de evaluación.
No tienen ningún sentido evaluaciones puntuales y periódicas.
El análisis de la satisfacción requiere necesariamente de
un seguimiento constante a través del cual se produce una constante
retroalimentación de acciones tendentes a mejorar o corregir las
áreas de debilidad. Y esto se lleva a cabo mediante matrices de
fortalezas y debilidades. De esta forma, las acciones pueden ser perfectamente
ponderadas con el fin de permitir invertir los esfuerzos necesarios así
como evitar otros que no se relacionan con un aumento en la satisfacción
y que, por lo tanto, no se rentabilizan.
d) Las variables de análisis
deberían de obtenerse sobre la base de estudios cualitativos previos
así como sobre las propias necesidades específicas de la
empresa. Dichas variables, lo más específicas posible, pueden
y deben agruparse en componentes más amplios que podemos denominar
'áreas' al tiempo que se las debe asignar de forma evolutiva un
peso y ranking de importancia. Dicha importancia puede estar igualmente
determinada de forma subjetiva (importancia para la empresa) como objetiva
(mayor o menor capacidad de predicción sobre el comportamiento
final). La finalidad última se basaría en la consecución
de un abanico cerrado y depurado de variables que debe ser revisado y
actualizado periódicamente conforme a nuevos análisis cualitativos
así como a un nuevo planteamiento de necesidades.
e)
Aunque puede obviarse, los estudios de satisfacción es conveniente
que midan la calidad propia y la de la competencia más directa.
Nuestras fortalezas y debilidades son más acusadas conforme las
comparamos. Si bien es cierto que podemos utilizar un patrón individual
de expectativas e importancia para buscar una evaluación propia,
el análisis de la competencia siempre es más rico en la
medida en que nos permite medir nuestra propia existencia en un mercado
específico, conforme no sólo a nuestras propias acciones,
sino también frente a las de nuestra competencia más cercana.
En suma, los análisis
de satisfacción representan hoy en día uno de los instrumentos
de mayor utilidad en el seguimiento de la calidad, fidelidad y comportamientos
de compra o prescripción. Si consideramos su aplicación
práctica en el ámbito de la investigación farmacéutica
encontramos múltiples situaciones de utilidad, tales como:
a)
Análisis de la satisfacción como seguimiento standard. Dentro
de colectivos médicos específicos y / o en el contexto de
determinadas áreas terapéuticas. Cómo las acciones,
percepción e imagen del laboratorio se encuentran dentro de las
expectativas de determinados colectivos, y cómo dichas expectativas
dan lugar a un determinado nivel de satisfacción, y éste
contribuye a explicar determinados comportamientos prescriptivos.
b) Diagnóstico en la detección
de problemas específicos. Los modelos de satisfacción son
igualmente un excelente medio de diagnóstico y seguimiento de determinados
problemas así como del resultado específico de las acciones
emprendidas. Volvemos aquí a destacar el carácter necesariamente
continuado de estos modelos en la medida en que permiten una retroalimentación
de acciones.
c) Seguimiento tras el lanzamiento
de nuevos productos. No son pocos los laboratorios que entran en mercados
específicos con nuevos lanzamientos acompañados de acciones
comerciales importantes. Desde este planteamiento metodológico,
puede crearse una línea de base sobre la cual seguir la evolución
específica del laboratorio, dentro de éste ámbito,
midiendo el resultado de sus acciones de forma continuada.
d) Análisis de la satisfacción
tras una fusión. Nadie duda que eventos como este, tienen siempre
un determinado e importante impacto entre colectivos médicos específicos.
Los actuales análisis de la satisfacción nos ayudan a detectar
el reposicionamiento actual de dichas empresas tras dichos procesos, al
tiempo que nos proporcionan información de las pérdidas
y ganancias en términos de satisfacción.
Estos son sólo
algunos ejemplos de situaciones en que estos modelos han resultado de
inestimable utilidad. No obstante, todavía es limitada su implantación
y desarrollo en el sector farmacéutico como elemento necesario
en el seguimiento constante de la calidad y satisfacción finales,
principalmente en áreas de importancia para un laboratorio. Como
ya hemos indicado, y reiteramos, su puesta en marcha debe sobrepasar el
mero contexto diagnóstico puntual para convertirse en un instrumento
de retroalimentación continuada con el que medir el pulso constante
de nuestras propias acciones.
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