Formación continuada como estrategia de marketing farmacéutico

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Ernesto de la Puente Ruiz. Medical Information Officer. Dentaid.

Formación continuada como estrategia de marketing farmacéutico

26/10/2015
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La formación continuada es un requisito fundamental para el correcto desempeño de los profesionales sanitarios. La falta de recursos de la administración sanitaria y de las sociedades científicas para proveer esta formación ha propiciado que la industria farmacéutica asuma este rol como parte de su estrategia de marketing.

Desde su existencia, la industria farmacéutica ha sido un motor fundamental en la mejora de la salud de los pacientes, teniendo relación con los distintos profesionales sanitarios (médicos, farmacéuticos, odontólogos, higienistas, veterinarios, enfermeros, auxiliares, etc.) a través de acciones como la investigación, la promoción de sus productos, la educación, etc.

Esta relación se ha visto regulada desde 1991 por el Código de Buenas Prácticas de la Industria Farmacéutica, con el fin de garantizar que la conducta de los laboratorios sea ética, responsable y profesional.

Este Código, entre otras cosas, respeta el legítimo derecho de los laboratorios de promocionar sus productos y permite la organización o colaboración de eventos de carácter exclusivamente científico-profesional, incluyendo la formación continuada.

La formación continuada es aquella que reciben los profesionales sanitarios tras finalizar sus estudios universitarios, con el fin de adquirir nuevos conocimientos y actualizar o profundizar en los ya obtenidos.

La industria farmacéutica desde hace años ha focalizado una parte importante de sus esfuerzos en patrocinar, organizar o coordinar esta formación a los profesionales sanitarios, lo que ha generado un amplio debate, tanto en la comunidad sanitaria como en los medios de comunicación y público general.

Necesidad de la formación continuada
Por un lado, hay que evaluar si los profesionales sanitarios necesitan formación continuada o basta con la formación recibida durante la etapa universitaria.

Aunque la formación recibida durante la etapa universitaria sea de la más alta calidad, la ciencia no se detiene y progresa en cada momento, por lo que cualquier conocimiento adquirido anteriormente puede quedar obsoleto.

Los medicamentos, productos sanitarios y protocolos utilizados para la terapia de distintas patologías evolucionan constantemente según la evidencia científica disponible; se descubren nuevos medicamentos (como por ejemplo, la irrupción de los anticuerpos monoclonales en las terapias antitumorales), nuevas indicaciones de medicamentos ya existentes, combinaciones de principios activos que tienen efecto sinérgico (la combinación de antisépticos orales como la clorhexidina y el cloruro de cetilpiridinio demuestra tener más eficacia para el control sobre las bacterias periodontales patógenas que ambos por separado), terapias individualizadas para cada paciente en función de marcadores genéticos o biológicos, nuevos datos de seguridad de productos ya comercializados, etc. Además, la investigación permite descubrir relaciones que se creían inexistentes entre diferentes patologías, como puede ser la relación de la enfermedad periodontal con la diabetes o las enfermedades cardiovasculares; o nuevos abordajes terapéuticos en función de la etiología de las distintas enfermedades.

Todo esto permite disponer de tratamientos más eficaces, seguros o económicos, o una combinación de todas estas características, que puedan beneficiar a los pacientes.

Por ello, parece obvia la necesidad de la formación continuada de los profesionales sanitarios para mantener su competencia a lo largo de su carrera profesional.

Por otra parte, hay que analizar si es necesario que esta formación continuada esté apoyada por la industria farmacéutica.

La formación continuada debería ser responsabilidad de la Administración Sanitaria. Sin embargo, dada la situación económica actual, la inversión de la Administración Sanitaria en estas actividades es insuficiente en comparación con la que provee la industria farmacéutica, que asume esta tarea proporcionando una mayor cantidad de recursos.

Las Sociedades Científicas también desempeñan esta labor de formación. Al igual que en el caso de la Administración Sanitaria, la falta de recursos de las mismas hace que la financiación de estas estrategias formativas está apoyada en muchas ocasiones por la industria farmacéutica.

A esta situación habría que unir que multitud de profesionales sanitarios podrían no continuar formándose ya sea por cuestiones económicas, acceso y disponibilidad de tiempo, desinformación, etc. Sin embargo, la coordinación y promoción de estos cursos pueden acercar y facilitar el acceso a la formación a todos los profesionales sanitarios.

Por tanto, la intervención de la industria farmacéutica en la formación continuada de los profesionales sanitarios no solo se antoja, cuanto menos, recomendable, sino que hoy en día esta formación se considera prácticamente inviable sin la colaboración de la industria farmacéutica, y así lo reconocen los profesionales sanitarios.

El debate entonces se centra en los beneficios y riesgos del patrocinio de la formación continuada por parte de la industria farmacéutica.

Repercusiones de la formación continuada
Los beneficios parecen claros para todas las partes:

El profesional sanitario:
- Obtiene un mejor conocimiento de:

  • Nuevas patologías o nuevos descubrimientos sobre patologías: signos y síntomas, diagnóstico, evolución, tratamiento, etc.
  • Los medicamentos y/o productos, teniendo información más amplia y novedosa sobre su manejo, indicaciones, efectos adversos, últimos avances, etc.

- Tiene la oportunidad de debatir y compartir opiniones sobre temas de su interés con compañeros de profesión (networking).
- Como consecuencia final, se puede ofrecer una atención de más calidad al paciente.

El consumidor o paciente:
- Es atendido por profesionales sanitarios mejor formados, capacitados para explicarle  tanto la patología como el tratamiento (pronóstico, efectos adversos, etc.) y resolver sus dudas.
- Acceso a los últimos avances en tratamientos para su patología.

La industria farmacéutica:
- Los profesionales sanitarios conocen mejor sus productos y su funcionamiento, por lo que se sienten más confiados con su uso.
- Confianza de los profesionales sanitarios, como  agradecimiento por la inversión realizada en su formación.
- Relación con líderes de opinión que puedan divulgar esta formación, incluyendo la información relativa a los productos, y por tanto, obtener mejor acceso al resto de profesionales sanitarios.

La administración sanitaria:
- Trabajadores más cualificados sin que esto le suponga gastos de formación.

Las sociedades científicas:
- Desarrollo de su plan de acciones formativas gracias al apoyo de la industria.

A pesar de los beneficios indicados, los detractores de la formación continuada esponsorizada argumentan que es posible que las acciones de la industria farmacéutica puedan ejercer una influencia sobre el poder de decisión de los profesionales sanitarios de forma que se favorezca el uso de los productos promocionados en lugar de atender a criterios estrictamente científico-terapéuticos.

Es verdad que la promoción de medicamentos y productos sanitarios, legítima por cierto, puede incrementar su uso/recomendación/prescripción por parte de los profesionales sanitarios (es por ello que, por ejemplo, los laboratorios farmacéuticos mantienen a su red de visitadores médicos). Sin embargo, este hecho puede responder a un mejor conocimiento de los productos y patologías y por tanto, más comodidad en su manejo, sin haber influido necesariamente en su juicio ni estar relacionado con intereses comerciales.

Pautas para un buen desempeño de la formación continuada

Industria farmacéutica:
El objetivo debe ser desarrollar, mantener o incrementar el conocimiento, la comprensión, la práctica clínica diaria y el rendimiento del profesional sanitario, con el fin de que los pacientes puedan recibir atención de mejor calidad.

Debe favorecer un conocimiento veraz de sus productos, incluyendo beneficios y efectos adversos y el perfil del paciente al que están dirigidos.

La remuneración por la realización de ponencias o cursos, debe ser moderada y adecuada (se puede tomar como referencia el valor de mercado) al tipo de trabajo realizado.

La información proporcionada por la industria farmacéutica en los cursos de formación continuada debe ser de la máxima calidad, atendiendo sobre todo, a dos criterios:

- Imparcialidad: siendo objetivos con los datos aportados.
- Rigor científico: información basada en la evidencia científica disponible y respaldada por investigaciones y artículos de calidad.

Además, deben cumplirse otras características:

  • Acceso a todos los profesionales.
  • Utilidad práctica.
  • Innovación.
  • Público bien definido.
  • Objetivos educativos.
  • No exigir compromiso de uso del producto (venta, recomendación o prescripción).

Si no se siguen estas pautas, se puede generar una corriente de opinión desfavorable  y desconfianza hacia la industria farmacéutica, obteniendo un resultado contrario al esperado. Los profesionales sanitarios y la industria farmacéutica deben ser capaces de establecer una relación que no comprometa sus decisiones clínicas.

Profesional sanitario:
Es su responsabilidad exigir la formación necesaria para seguir siendo competente, y que esta formación sea de calidad e imparcial.

Su actitud debe ser crítica frente a la información recibida.

La toma de decisiones respecto al uso de fármacos o productos sanitarios debe ser independiente y obedecer a criterios estrictamente científico-terapéuticos, buscando el beneficio del paciente y nunca respondiendo a intereses comerciales.

Formación Continuada. Intereses comerciales
La industria farmacéutica está basada en la investigación, pero no deja de ser una entidad comercial, por lo que también tiene como objetivo intentar maximizar el beneficio de los accionistas, puesto que el tiempo y coste económico del descubrimiento y desarrollo de un nuevo producto es muy elevado (10-12 años, puede superar los 1000 millones de dólares para los fármacos, cifras menores para productos sanitarios).

Es lógico pensar que las acciones realizadas por la industria farmacéutica, incluyendo las de formación médica continuada, vayan orientadas a obtener un retorno de la inversión.

En los congresos es habitual ver la existencia de simposios paralelos patrocinados por empresas del sector farmacéutico, siendo impartidos por líderes de opinión en multitud de casos. Estos simposios están regulados por los propios congresos para evitar que se conviertan en un acto publicitario y así mantener el rigor científico.

Algunos estudios (Avorn et al, 2010; Wazana, 2000; Choudhry et al, 2002; Lexchin et al, 1993;) han mostrado que el desarrollo de actividades de formación financiadas por la industria farmacéutica puede estar asociado a un aumento en el uso (prescripción/recomendación/venta) de los productos del laboratorio patrocinador, éstos son algunos datos indicativos:
 

  • Tanto los residentes como los facultativos confían en la información proporcionada por los representantes de la industria farmacéutica sobre sus productos.
  • La inversión en conferencias o la formación continuada obtienen mayor respuesta en el profesional sanitario que el material promocional.
  • Durante los eventos de formación continuada los efectos positivos del producto promocionado se resaltan hasta 3 veces más que los de la competencia. En general, se observa un incremento de la prescripción del producto del laboratorio colaborador tras la realización de estas sesiones o su asistencia.
  • Tras las charlas formativas subvencionadas, el conferenciante aumenta su  tasa de prescripción de los fármacos promocionados de forma significativa (5,5% a 18,7%).
  • La relación entre industria y profesionales hospitalarios deriva en un incremento de solicitud de inclusión del fármaco en el hospital de hasta un 300%.
  • La mayoría de los profesionales creen que la subvención de estas actividades no influyen en su prescripción, aunque podrían hacerlo en la de sus compañeros.

Estos resultados positivos son justificables como consecuencia de varios factores (sin que, como se mencionaba anteriormente, exista necesariamente un interés comercial por parte del profesional sanitario):
 

  • Establecimiento de una relación con los profesionales sanitarios.
  • Mayor confianza en el uso y beneficios de los productos, derivada de un mejor conocimiento de los mismos.
  • Concienciación de la existencia y necesidad de la prevención y tratamiento de diversas patologías.
  • Valoración positiva de la formación científica que contribuye al desarrollo del profesional sanitario.

La formación continuada, por tanto, se convierte en una herramienta muy potente para la industria farmacéutica, sirviendo de vehículo para la transmisión de los mensajes previamente definidos. Conviene sin embargo, separar la formación puramente científica de la actividad promocional, para que exista transparencia y evitar obtener una percepción negativa por parte del receptor.

La relación entre la industria farmacéutica y los profesionales sanitarios se considera fundamental para el desarrollo y comprensión de sus productos que puedan beneficiar a los pacientes.La industria farmacéutica tiene pleno derecho y deber de invertir en que los profesionales sanitarios conozcan en profundidad las características y el manejo de sus productos.

La formación continuada puede ser impartida a través de diferentes vías: simposios, mesas de debate, conferencias, sesiones clínicas, talleres, seminarios, materiales didácticos etc.

La industria farmacéutica debe adaptar las sesiones formativas a cada tipo de cliente, en función de su especialidad, interés y disponibilidad. Cada profesional sanitario está inmerso en su rutina, por lo que la oferta de la formación debe ser activa, útil y novedosa, de tal forma que se capte el interés de los profesionales. Es recomendable que la formación sea compatible con su práctica diaria de tal forma que interceda lo menos posible en su vida privada y profesional. Hoy en día existe la posibilidad de realizar programas de formación online (como por ejemplo cursos, webinars o conferencias) lo que ahorra costes y tiempo a todas las partes interesadas.

Existen diversas formas de colaboración, que van desde la organización y ejecución por parte de la industria farmacéutica, a coordinación o tan solo financiación. De cualquier forma, el profesional sanitario percibe que recibe esa formación gracias al respaldo de la industria farmacéutica y lo valora positivamente, según se refleja en numerosas encuestas. 

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