Las nuevas tecnologías, el Big-Data y las redes sociales son fuentes enormes de información y datos que nos ofrecen múltiples oportunidades y conllevan múltiples riesgos al mismo tiempo. En la industria farmacéutica esta información es más fiable que en otras industrias, aun así hay una serie de precauciones a tener en cuenta.
Estamos entrando, si no estamos ya de lleno, en la era del Big-Data. Millones de Tera-Bites de información fluyen en todas direcciones en la red y es relativamente sencillo localizar una empresa o contacto profesional en internet o las redes sociales. Hoy en día el problema no es encontrar información sino saber analizarla, discriminarla, gestionarla, plasmarla y finalmente retransmitirla para que tenga un valor real para la toma de decisiones. Ya sea para nosotros mismos o para un tercero: jefe, cliente, colaborador. Cuando hay que emprender una investigación de mercado hay que tener muy claro y definido el objetivo de dicha investigación. Como he comentado anteriormente hoy no tenemos un problema de cantidad de información sino de exceso de la misma, el problema es la calidad de la información. Por lo que cuando más definido sea el objetivo de la investigación más se facilitan las tareas posteriores de discriminación de información, fuentes… en definitiva, la calidad de la información a analizar. No es lo mismo un estudio para lanzar un nuevo producto farmacéutico, sanitario, o para introducir un producto ya desarrollado en un nuevo mercado o para buscar una nueva área terapéutica para un medicamento ya registrado. Las investigaciones de mercado se deben valorar para el objetivo que están realizadas. Con la gran cantidad de datos que se pueden llegar a manejar es muy fácil elegir fuentes erróneas, o incluso olvidarse de la calidad de los datos, los aspectos más psicológicos, o más funcionales de una investigación de mercado.
En la industria farmacéutica la existencia de múltiples fuentes de información de gran calidad facilita la investigación de mercado, no ocurre lo mismo en otras industrias como la cosmética, productos sanitarios, u otras químicas.
Todos los países cuentan con un registro de medicamentos aprobados, con información de productos, eficacias, laboratorios titulares, laboratorios fabricantes, etc., pero aunque estas informaciones provengan de fuentes tan fiables como son los propios Ministerios de Salud, no toda la información que se publica es cierta. En múltiples ocasiones he podido comprobar como muchos productos en los que figura como fabricante el laboratorio titular, el fabricante real del producto es una CMO u otro laboratorio. Lo que ocurre en realidad es que al liberar el producto el laboratorio titular, consta también como laboratorio fabricante. La sorpresa viene cuando visitando dicho laboratorio no hay indicio de que la planta disponga de la tecnología para fabricar aquel producto. Con esto quisiera remarcar que incluso información o datos que provengan de fuentes de gran confianza hay que contrastarlos durante la investigación de mercado. Si esto ocurre en casos tan regulados como el mencionado, os podéis imaginar lo que puede ocurrir en la gran mayoría de casos en que la información no proviene de fuentes tan fiables, reguladas o de fuentes partidistas o que responden a sus intereses.
Del mismo modo que para conocer los riesgos, beneficios, toxicidad de un medicamento, la industria farmacéutica contrata una CRO o desarrolla una serie de ensayos clínicos, para obtener datos reales, fiables y seguros de las propiedades del medicamento, hace falta también conocer los datos del mercado de la misma manera real, fiable y segura. A diferencia de los datos de la investigación científica, que sólo se pueden obtener de un estudio exprofeso, los datos de la investigación de mercado se pueden obtener de muchas y variadas formas. Hoy en día con la presión de costos y tiempos es fácil caer en la obtención únicamente de datos de fuentes secundarias; internet principalmente. No es imposible, pero si se opta por esta opción, hay que asegurar al máximo la calidad de los datos.
Por otro lado, recibo casi diariamente correos de diferentes remitentes que me ofrecen gran cantidad de datos: datos de contacto de facultativos, de otros laboratorios, de ensayos clínicos en proceso, y muchos más a precios en muchos casos abusivos y sin garantías de calidad de los mismos. Del mismo modo que jamás compraría una licencia sin una investigación clínica de garantías, tampoco compraría datos de mercado sin ninguna seguridad de las fuentes.
Resumiendo, actualmente el problema de los datos en la investigación de mercado no es la cantidad, sino la calidad de los mismos. Hemos de escoger con cuidado las fuentes de estos datos y aunque provengan de fuentes fiables siempre contrastarlos en la medida en que podamos. Del mismo modo no hay que pagar grandes sumas de dinero por bases de datos si no son fiables, si se pueden realizar investigaciones de mercados relativamente económicas con las herramientas que nos ofrece la tecnología hoy en día.