La tecnología audiovisual es omnipresente en nuestras vidas y en cualquier acto de comunicación. Y la oferta del mercado es tan variada y tan cambiante que resulta sumamente complicado escoger las opciones más adecuadas para cada evento o instalación permanente.
La dificultad radica en el desfase existente entre las flamantes novedades de la industria y nuestras verdaderas necesidades. Los fabricantes ya tienen la mirada puesta en las Olimpiadas de Tokio 2020 y el resto de los mortales empezamos a implantar lo que la industria concibió para los pasados Juegos de Río 2016. Así que, de entrada, deberíamos asumir que llevamos cuatro años de retraso respecto a la mayoría de productos de vanguardia. ¿Qué sentido tiene instalar una pantalla de 8 K si la mayoría de contenidos todavía no se producen en 4 K?
Comunicar y sorprender
Hecha esta cura de humildad, deberíamos tener dos cosas muy claras, que aunque parezcan antagónicas van estrechamente relacionadas. La primera es que la tecnología no debe ser un fin en si misma, sino una herramienta al servicio de nuestro objetivo principal: comunicar. La segunda, y no menos importante, es que para que la comunicación sea más efectiva, tenemos que sorprender siempre al espectador con las soluciones tecnológicas más fascinantes y más integradas en el acto comunicativo.
Con esta doble premisa, que nos lleva siempre a una elección a la carta, me atrevería a hacer algunas recomendaciones generales. A contarles cuál es, según mi experiencia, la tecnología audiovisual que ya está marcando tendencia y que la seguirá marcando, al menos hasta las próximas olimpiadas.
La interactividad se multiplica con los sistemas colaborativos
La interactividad es la tendencia más destacable, de presente y de futuro. Porque el espectador ya no se conforma con mirar. Necesita participar, interactuar, tocar, sentirse protagonista. Cada vez hay más productos para materializar estos deseos de interactividad: pantallas LED táctiles, mesas multitouch… e incluso interactivos que salen de las pantallas, digitalizando entornos analógicos, que son los más intuitivos. El resultado: nuevas experiencias audiovisuales.
Las posibilidades de la interactividad se multiplican con los sistemas colaborativos. La conexión via wifi de distintos equipos y tecnologías abre un sinfín de posibilidades y rompe definitivamente las barreras entre emisor y receptor.
Las pantallas LED han llegado para quedarse
Las pantallas LED se han implantado definitivamente en el mercado y ofrecen cada día mayores prestaciones. Más contraste, negros más puros y unos pixel pitch cada vez más pequeños. Y para los más exigentes, están las OLED (Organic LED), que nos deleitarán muy pronto con nuevas sensaciones, como monitores a dos caras, extremadamente delgados y capaces de doblarse ligeramente para sorprender con pantallas muy singulares. Porque las pantallas ya no son solo pantallas, forman parte del diseño de cualquier evento o instalación. Algunas incluso del guión, cuando por ejemplo, abren un acto construyéndose en directo delante del espectador.
Los proyectores láser, una inversión rentable
Se imponen los proyecciones láser de gran formato. Porque en comparación a los proyectores de lámparas, esta tecnología asegura que el equipo está siempre en óptimas condiciones, el ruido es inapreciable (entre 40 y 50 DBS) y ofrece una mejor relación de contraste. Los proyectores láser todavía son un poco más caros que los de lámparas, pero consumen un 30% menos de energía, lo que supone a la práctica una inversión menor, considerando las 20.000 horas de funcionamiento, que tienen de vida útil.
Confiar en un integrador
Para escoger los productos más adecuados, la mejor garantía es confiar en una empresa integradora, especializada en tecnología audiovisual y con experiencia. Porque ha testado todos los productos antes de ofrecerlos y porque no debe rendir cuentas a ninguna marca en concreto.
Una empresa especializada en servicios de tecnología audiovisual actúa como integradora de todos los equipos. No considera los distintos componentes por separado, sino como parte de un conjunto que debe funcionar de forma integrada. Para conseguirlo, siempre tiene muy presente una serie de objetivos que aseguran el éxito de la elección: la fiabilidad; la robustez y la durabilidad; las actualizaciones; el mantenimiento; y que el equipo pueda ser gestionado por personal cualificado.