Hábitos tan sencillos como seguir una dieta equilibrada, hacer ejercicio de manera regular y mantener un peso adecuado, pueden ser la clave para envejecer de una manera saludable, prevenir enfermedades o incluso ayudar a revertir ciertas patologías. Sin embargo, muchas veces, por desconocimiento, nos olvidamos de un factor esencial, la nutrición.
La alimentación debe estar alineada a las necesidades de cada etapa de la vida, pues es sabido que los requerimientos nutricionales son distintos para cada una de ellas. Una alimentación saludable es aquella que está compuesta por equilibradas proporciones de hidratos de carbono, grasas, proteínas, vitaminas, minerales y agua. Estos que aportan a nuestro organismo, además de energía, los nutrientes que permiten mantener el organismo activo.
Aplicando pequeños cambios para ajustar nuestra alimentación podemos garantizar el aporte necesario de nutrientes para el organismo. A las personas que puedan comer con normalidad se les aconseja que aumenten la ingesta de alimentos ricos en nutrientes que aporten energía, proteínas y vitaminas. En el caso de que este aporte no sea suficiente y nuestra dieta diaria no llegue a cumplir con nuestras necesidades nutricionales, se recomienda complementar la dieta con suplementos nutricionales adecuados a cada situación y persona, haciendo la dieta así, aún más rica. Simultáneamente, no hay que restringir o limitar nuestro aporte habitual de alimentos. Se trata de complementar nuestra ingesta para ajustarla a nuestras necesidades.
Durante la etapa del envejecimiento, es clave prestar atención a los indicadores nutricionales de las personas para prevenir futuras enfermedades. Se debe tener presente que, con el paso del tiempo, las personas mayores pueden experimentar diversos cambios: dificultad de masticación por la pérdida de piezas dentales, el empobrecimiento de los sentidos (olfato y gusto), la dificultad por parte del sistema digestivo para absorber los nutrientes, alteraciones en la respuesta del organismo ante determinados nutrientes, por ejemplo, a los azúcares, entre otros. Este conjunto de acontecimientos suele traducirse a la reducción de las porciones de alimento, motivo por el que es importante elegir aquellos con mayor cantidad de nutrientes, evitando así situaciones en que pueda existir una tendencia a la desnutrición. Asimismo, determinadas situaciones de salud como enfermedades crónicas, cáncer o una mala alimentación, pueden dificultar el cumplimiento de estos requerimientos y traducirse en desregulaciones de la homeostasis o el correcto funcionamiento del organismo. Un aporte nutricional equilibrado puede ayudar a combatir dichas situaciones.
En definitiva: ajustar nuestra alimentación a las necesidades que pueda haber en distintas etapas y situaciones de nuestra vida es esencial para lograr un correcto funcionamiento de nuestro organismo, además de darnos ventaja para poder afrontar situaciones complejas como el envejecimiento o las enfermedades. Para ello, puede ser muy beneficioso complementar nuestra ingesta habitual con suplementos nutricionales, garantizando una alimentación saludable y efectiva que se adapte realmente a nuestras necesidades.