Lujo. Si en algo hubiera que definir el año 2004 en la relación entre la industria y el mundo de las reuniones, congresos, convenciones, jornadas y un sin número de otras definiciones, que se podrían sintetizar en la necesidad de reunirse para recibir o transmitir conocimiento en la forma y modo más efectivo, sería una decisión clara, a través de un código ético de autorregulación, de hacerlo en marcos, modos y formas, que en nada pudieran llevar a la duda de la posibilidad que existiera lujo ni en tiempos ni en medios.
En el diccionario de la real academia de la lengua española constan de la palabra "lujo", tres definiciones:
1. "Demasía en el adorno, en la pompa y en el regalo."
2. "Abundancia de cosas no necesarias."
3. "Todo aquello que supera los medios normales de alguien para conseguirlo."
Desde estos parámetros, certeros seguro como definición, e imprecisos como no leyes que son, se marcaron, entiendo, las pautas del código transformadas en pautas de medida y ende, de norma; no hoteles de 5*; no determinado gasto en comidas; no determinadas proporciones de tiempo - ocio, entre muchas otras, o la lectura a la inversa sí a cualquier hotel hasta 4*, sí a cualquier comida por…, sirva la lectura en el sentido que se prefiera por no querer ser esta inducción a nada, ahora ya ha trascurrido un año y seguro con éxito notable la palabra lujo, en gran medida, sino absoluta, está erradicada a la hora de gestionar tiempos y medios. Éxito.
Pero como cualquier gran meta, como cualquier código que sirve para el desarrollo de una actividad y su buen fin, su éxito no es el punto final, bien al contrario es el día a día, ese acontecer cotidiano desarrollado por senderos que facilitan el andar y culmina con el mejor y la mejora de los resultados.
Creo, después de un año de vivir en la parte que mi labor profesional me implica, la que nuestros clientes consideran, puedo hacer una reflexión en voz alta, escrita, y es la necesidad de una segunda lectura y la de una revisión de este código en la parte de servicios de hostelería, reuniones y restauración. Marcado desde unas pautas generales en sus orígenes, necesarias como punto de partida, pero que entiendo no deberían restar como inmóviles, por lo mucho que acometer y lo muy diverso, y no despreciar la experiencia del camino recorrido y el conocimiento, importante, adquirido desde ambos lados, también el de los proveedores de servicios.
No hay una pauta buena en un mundo como este, el nuestro. No tiene nada que ver 4 estrellas en Angola, con 4 estrellas en Malasia, ni sirven para lo mismo 60 euros en Londres que en Badajoz, por poner ejemplos banales. De las tres definiciones de la real academia hay una que es imperativa, no las otras dos, y sobre ellas creo que sería bueno entre todas las partes se trabajasen para permitir un futuro con la palabra éxito escrita de forma más rotunda. ¿Cuándo se considera abundancia de cosas no necesarias?, Entender, o definir un marco para ello, que el uso de algunas cosas no necesarias en sí mismas hacen mucho más viables y factibles las necesarias, ¿qué medios son normales y cuáles no y para qué fines?, probablemente una mayor reflexión y clarividencia en el fin acotará y definirá el medio y cuando éste se dimensiona hasta convertirse en lujo, ambas respuestas abrirán, seguro, caminos mucho más diáfanos a su uso y, ende, al éxito admitido del fin validado, que normas excesivamente condicionadas.
Seguro que en una primera lectura puede parecer una reivindicación de proveedor, pero nuestra posición como prestatarios de servicios profesionales, sin ninguna otra parte que la de gestionar de la forma más rentable y eficaz posible las necesidades de nuestros clientes con sus proveedores, nos permite la potestad de esta invitación a un trabajo conjunto de las partes, proveedores y clientes hacia un objetivo que seguro comparten.
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