Las consecuencias negativas que para la reputación y el bolsillo del promotor de un estudio clínico, puede llegar a tener la puesta en marcha y ejecución de un proyecto de investigación clínica sin tener en cuenta el factor de la calidad en el mismo, hace que ésta tenga cada vez mayor relevancia en un entorno de exigencia creciente por parte de las Autoridades Reguladoras encargadas de la aprobación de nuevos fármacos.
En un ensayo clínico participan toda una serie de actores, donde cada uno de ellos desempeña un papel bien definido según la normativa vigente. La finalidad última de todos ellos consiste en la recopilación, revisión y análisis de datos médicos que permitan evaluar de forma clara, los objetivos del estudio definidos en el protocolo del ensayo.
La guía de Buena Práctica Clínica en su punto 5.1.1 establece que es el promotor del ensayo clínico quién debe implementar los sistemas de control de calidad y aseguramiento de la misma, para confirmar que en el ensayo los datos son generados, documentados y reportados de acuerdo al protocolo, la Buena Práctica Clínica y los requerimientos regulatorios aplicables. A pesar de ello, a nadie se le escapa que para llevar a cabo dicha misión, es necesario que todas las partes involucradas asuman cómo un objetivo propio, el tema de la calidad en la investigación clínica.
¿Qué es lo que queremos decir cuando hablamos de calidad en la investigación clínica? Si acudimos al Diccionario de la Real Academia Española de la lengua, se define la calidad, cómo una propiedad o conjunto de propiedades inherentes a algo, que permiten juzgar su valor, de lo cual se deduce que la calidad tanto puede tener un sentido positivo cómo negativo y de ahí asumimos que algo es de buena o mala calidad. Aplicado al área de la investigación clínica, buena calidad es todo aquello que nos va a conducir a obtener unos resultados del estudio clínico convincentes desde el punto de vista científico, mientras que mala calidad sería todo aquello que nos llevaría a obtener unos resultados en los que no podríamos estar seguros de que las conclusiones a las que se ha llegado sean correctas.
Una vez definido el concepto de calidad en investigación clínica en su sentido positivo, es obligatorio preguntarse el por qué lo necesitamos. La respuesta la encontramos en el entorno competitivo del sector farmacéutico, en el cual cada compañía intenta destacarse de sus competidoras, poniendo en el mercado fármacos que ayuden a curar, prevenir o aliviar síntomas de aquellas patologías que aquejan al ser humano, con el mínimo de efectos adversos. Para que un laboratorio farmacéutico pueda demostrar que su medicamento es eficaz frente a una patología concreta y con el mínimo de perjuicios, los resultados de un ensayo clínico que lo validen, deben haberse recopilado, revisado y analizado, buscando la excelencia científica de forma que no haya dudas respecto a las conclusiones obtenidas.
A continuación vamos a detallar qué es lo que cada uno de los actores involucrados: equipo investigador, investigador principal, personal de farmacia, promotor del estudio, CEIC (Comité Ético de Investigación Clínica) y monitor; pueden y están obligados a hacer para la búsqueda de la excelencia.
En primer lugar, el equipo investigador que ha aceptado participar en el estudio, es el responsable de los cuidados médicos del paciente mientras esté en el mismo. Este equipo, contribuye a la calidad del ensayo, de la siguiente forma:
a) Cumpliendo con los requerimientos del protocolo aprobado por el CEIC y AEMPS (Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios), evitando cualquier desviación del mismo y cumpliendo a su vez, con los estándares definidos en la guía de Buena Práctica Clínica y también en la normativa aplicable.
b) Obteniendo, firmado correctamente, el Consentimiento Informado de un paciente que ha aceptado participar en el ensayo clínico, antes de realizársele cualquier procedimiento relacionado con el estudio.
c) Reflejando correctamente en la historia clínica del paciente, todo lo que le va sucediendo en el transcurso del ensayo clínico (si presenta acontecimientos adversos por el uso de la medicación, si ésta se toma siguiendo las instrucciones, si se cumplimentan correctamente los diarios del paciente en caso de existir, etc.), detallando también aquellos errores que se puedan cometer, teniendo siempre presente, que todo aquello que no ha quedado documentado no ha sucedido y así será interpretado en caso de auditoría o inspección del ensayo clínico.
d) Finalmente, manteniendo actualizado el Archivo del Investigador, custodiándolo y evitando su pérdida prematura. Este archivo contiene la documentación esencial del estudio (correspondencia relevante entre promotor y centro investigador, autorizaciones de CEIC y AEMPs, protocolo del estudio y sus enmiendas, etc.).
Dentro del equipo investigador, la guía de Buena Práctica Clínica define la figura del Investigador Principal cómo el responsable último de la coordinación en el centro y de todas aquellas personas a las que se les hayan delegado tareas en el estudio, cómo por ejemplo, la extracción de muestras de sangre por parte del personal de enfermería o la dispensación al paciente de la medicación por parte de los farmacéuticos del hospital. Si el Investigador Principal delega tareas del estudio a personal cualificado por su formación y experiencia, contribuye de forma positiva a la calidad, asegurándose que están correctamente formados en el protocolo del ensayo.
Formando parte en muchas ocasiones del equipo investigador, el personal de farmacia contribuye a la calidad del ensayo clínico, almacenando correctamente según instrucciones la medicación del estudio, administrándola solo a los pacientes que forman parte del ensayo, y llevando un registro exhaustivo de las entradas y salidas, así como de las dispensaciones y devoluciones de la misma.
En cuanto a la figura del promotor del estudio, este tiene la responsabilidad de obtener las autorizaciones pertinentes al CEIC y a la AEMPS. Su contribución a la calidad queda detallada de la siguiente forma:
a) Diseñando protocolos de ensayo clínico que cumplan con los objetivos que se pretenden poner a prueba, por ejemplo para demostrar que el fármaco en investigación es mejor que el placebo o que el tratamiento standard.
b) Estableciendo PNTs (procedimientos normalizados de trabajo) para el área de operaciones clínicas, “data management” y estadística, de forma que se cubran todas las tareas que se van a realizar en el ensayo clínico, detallando cuando se van a realizar, de qué forma y por quién.
c) Dando soporte a los monitores del ensayo clínico en sus tareas diarias en los hospitales o centros de atención primaria donde se lleven a cabo los ensayos, cuando surjan dudas respecto a cómo resolver situaciones en las que se detecten desviaciones de protocolo, de Buena Práctica Clínica o de la normativa aplicable.
Es importante señalar en este momento que cuando un promotor delega tareas del estudio en una CRO (“Contract Research Organization” por sus siglas en inglés), dicha CRO asume las responsabilidades delegadas y a su vez debe implementar al igual que el promotor, sistemas que aseguren la calidad en el estudio. Aunque el punto 5.2.1 de la Guía de Buena Práctica Clínica también señala que se pueden delegar tareas de un estudio clínico a una CRO, la responsabilidad última respecto a la calidad e integridad de los datos del ensayo permanece en el promotor del mismo.
Es misión del CEIC, según la guía de Buena Práctica Clínica en su punto 3.1.1, salvaguardar los derechos, seguridad y bienestar de los posibles sujetos participantes. Se está contribuyendo a la calidad en la investigación clínica, cuando dicho comité evalúa de forma exhaustiva el protocolo del estudio presentado por el promotor del ensayo, así como el resto de documentación pertinente (Hoja de Información al Paciente y Consentimiento Informado entre otros documentos) y se solicitan aclaraciones a cuantas dudas pueda generar el proyecto de investigación clínica antes de dar el visto bueno para su puesta en marcha.
La tarea de la monitorización del ensayo clínico recae en el monitor del estudio, que puede ser personal contratado por el propio promotor del ensayo o bien subcontratado a través de una CRO. Su contribución a la calidad en la investigación clínica queda definida de la siguiente forma:
a) Detectando cualquier desviación del protocolo, Buena Práctica Clínica y normativa aplicable lo más rápidamente posible, para que se pueda implementar en el menor tiempo posible un plan de acción corrector que evite la recurrencia por parte del equipo investigador.
b) Asegurando que los datos médicos recogidos en el CRD (Cuaderno de Recogida de Datos) que formaran parte de la evaluación de datos del ensayo, han quedado correctamente recogidos en los documentos fuente pertinentes (historia clínica, informes de laboratorio y cualquier otro tipo de documentación que deba ser considerada cómo documento fuente). En caso de que la revisión de los documentos fuente revele inconsistencias versus la información entrada en el CRD, el monitor del estudio contribuirá a la calidad, solicitando al equipo investigador cuantas correcciones y clarificaciones sean necesarias.
c) Certificando que se han respetado los derechos de los pacientes, mediante la revisión exhaustiva de todos los Consentimientos Informados de los sujetos participantes. En dicha revisión, el monitor se centrará en que se hayan utilizado las versiones correctas, previamente aprobadas por el CEIC, que la firma de dicho Consentimiento Informado haya sido realizada sin errores o inconsistencias, que se haya obtenido previamente a la realización de cualquier prueba del estudio y que además, dicho proceso haya quedado correctamente documentado en la historia clínica del paciente.
d) Reflejando en los correspondientes informes, todas las tareas y hallazgos detectados durante las visitas de monitorización a efectos de certificación del trabajo realizado y para poder recrear en caso de auditoría o inspección lo sucedido durante el estudio.
El repaso hecho en los párrafos precedentes, respecto a las tareas que contribuyen a la calidad en la investigación clínica por parte de los diferentes actores participantes, no ha pretendido ser exhaustivo, pero sí suficiente para poner de relieve el cada vez mayor grado de importancia que está cobrando la calidad en los ensayos clínicos. Actualmente, ninguna compañía farmacéutica o CRO subcontratada para realizar todas o parte de las tareas de un ensayo clínico, debería asumir el riesgo de no tener en cuenta los factores que contribuyen a la calidad en la investigación clínica y que han sido expuestos anteriormente, ya que el no tenerlos en mente durante la puesta en marcha y ejecución del estudio, puede suponer estar asumiendo el riesgo de que los datos obtenidos en el mismo puedan llegar a ser invalidados por las autoridades sanitarias si las deficiencias detectadas durante una inspección por ejemplo, son consideradas suficientemente graves respecto al protocolo, Buena Práctica Clínica o la normativa local aplicable, pudiendo comportar incluso sanción económica.
El título de este trabajo así lo resume: la calidad en investigación clínica es un compromiso de todos los que contribuyen a la misma con su labor diaria en los hospitales, centros de atención primaria, oficinas del promotor, CROs y servicios de consultoría. Por lo tanto, la búsqueda de la excelencia en el trabajo debe ser un objetivo compartido.