La Rinitis Alérgica es una patología que actualmente necesita especial atención por parte de la comunidad de profesionales de la salud. Su significativo impacto en la calidad de vida del paciente, su alta prevalencia que va en aumento, su frecuente infradiagnóstico y su notable impacto social y económico hacen necesaria una especial vigilancia por parte del farmacéutico, que tiene un papel crucial como consejero y referente de salud en la comunidad.
Con la llegada de la primavera, vuelve de nuevo la atención a una patología muy frecuente, que ya es el primer motivo de consulta en alergología a nivel nacional. La rinitis alérgica, una enfermedad inflamatoria de la mucosa nasal inducida por una respuesta inmunitaria, por medio de la inmoglobulina E (IgE), tras la exposición a un alérgeno en personas previamente sensibilizadas.
Pero, ¿por qué esta patología necesita especial atención por parte de la comunidad de profesionales de la salud? Cuatro son los factores que influyen en este aspecto: impacto en la calidad de vida del paciente, en la sociedad, prevalencia e infradiagnóstico.
En primer lugar, el paciente con rinitis alérgica puede sufrir cefalea, dificultad para conciliar el sueño profundo, problemas de atención, concentración y memoria, ansiedad o problemas de conducta. Además, es importante destacar que el 50% de los pacientes que tienen una rinitis alérgica, pueden acabar desarrollando asma bronquial, una patología que no debe pasar desapercibida para el tratamiento ni el diagnóstico, ya que supone la afectación de las vías respiratorias inferiores. De forma adicional, cuando se realizan estudios de calidad de vida en pacientes con rinitis alérgica, los pacientes puntúan su calidad de vida como peor que en patologías como el asma bronquial, lo que nos da a entender que el paciente sufre considerablemente con esta enfermedad, y no la considera únicamente como una leve molestia que genera un poco de goteo nasal o rinorrea, estornudos y algunos picores.
Por otra parte, a nivel social genera absentismos de trabajo y estudios, mayor uso de recursos sanitarios y si el paciente no está correctamente diagnosticado y se automedica, el gasto farmacéutico aumenta. En definitiva, un reto de dimensiones considerables para la sociedad.
Además, su prevalencia está en aumento en los países desarrollados, tanto en medios rurales como en entornos urbanos. No podemos infravalorar esta patología, ya que afecta aproximadamente a un 25% de la población general, con un coste anual elevado, para una patología que no parece grave y, sin embargo, su repercusión a nivel general puede ser importante, ya que se estima puede afectar hasta a once millones de personas en España y sin embargo, los datos de adherencia al tratamiento son bajos.
Por último, la rinitis alérgica frecuentemente se encuentra infradiagnosticada, ya que su sintomatología se confunde con la de otras patologías comunes lo que repercute en la calidad de vida del paciente hasta que se identifica y trata adecuadamente.
La Farmacia: un actor principal
¿Por qué es especialmente relevante el papel de la Farmacia Comunitaria? Frecuentemente, los síntomas producidos se confunden con los que se presentan en los resfriados comunes o los procesos gripales, por lo que es habitual en este tipo de episodios que el paciente se dirija a la farmacia a realizar su consulta, antes incluso de acudir al médico. Este hecho explica en parte el infradiagnóstico apuntado por algunos estudios.
¿Y cuáles son los aspectos principales a tener en cuenta por parte del farmacéutico? Sintomatología, hábitos de prevención, tratamiento farmacológico y derivación al médico son cuatro aspectos muy relevantes.
Síntomas: identificando la rinitis alérgica
Cuando el paciente sufre esta patología, va a manifestar con regularidad dos o más de los siguientes síntomas:
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Rinorrea anterior acuosa bilateral: el goteo nasal o moquillo que el paciente refiere como algo presente con frecuencia.
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Estornudos: que pueden ser de forma repetida (en salvas) u ocasionales.
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Obstrucción al flujo aéreo.
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Picor.
Además, muy frecuentemente esta patología viene acompañada de conjuntivitis alérgica, que se caracteriza por picor en el ojo, lagrimeo y ojo enrojecido. En este caso, se denomina rinoconjuntivitis alérgica.
Hábitos saludables: previniendo la rinitis alérgica
Existe un consenso acerca de la utilidad de seguir las siguientes pautas para mejorar el impacto en el paciente:
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Mantener el ambiente húmedo, salvo en aquellos pacientes que tengan alergia a los ácaros (que se da con mayor frecuencia en otoño/invierno) a los que una mayor humedad relativa puede agravarles su alergia.
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Cerrar ventanas por la noche en casa y en el coche, porque los mayores niveles de polinización afectan negativamente.
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Usar aires acondicionados con filtro, a ser posible HEPA, para dificultar que entre el polen.
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Disminuir las actividades al aire libre, ya que haciendo ejercicio en el exterior somos auténticas unidades captadoras de polen hacia las vías respiratorias.
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Los días de polen, permanecer más en casa. En este sentido, el uso de mascarillas puede ayudar al paciente, evitando la entrada de polen en el conducto respiratorio.
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Evitar todo tipo de irritantes: pinturas, cloro, humo de tabaco… siempre que haya una inflamación va a haber una mayor hiperreactividad nasal, con lo que si en condiciones normales el paciente aguanta una cantidad concreta de una sustancia irritante, los pacientes con inflamación van a tolerar una cantidad menor de esos productos.
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Todo lo que sea entrenar y mejorar nuestro sistema inmunitario innato, haciendo ejercicio físico, dieta equilibrada, aporte de líquidos, va a ayudar mucho al paciente.
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Realizar lavados nasales. Acostumbrarse a retirar con frecuencia el alérgeno que ha entrado hace las veces de una escoba, que provoca un efecto barrido y limpia la zona con el consiguiente efecto beneficioso.
Bandera roja: cuándo derivar al profesional médico
Cuando aplicamos estos consejos y el paciente mejora, la situación es ideal. Pero si a pesar de tomar en consideración estas recomendaciones, el paciente no termina de mejorar, ¿cuándo podemos recomendar al paciente ir al médico desde la farmacia?
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Si son niños, con 12 años o menos.
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Si existen factores predisponentes, como alérgenos irritantes (pinturas, productos químicos, productos de limpieza, cloro) condiciones climáticas o polen.
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Si el paciente presenta algunos de estos síntomas: obstrucción nasal, disnea, opresión torácica, fiebre persistente y tos con expectoración, dolor de cabeza, tos seca persistente o sibilancia.
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Si tiene carácter estacional.
Tratamiento farmacológico
En la mayoría de los casos, el farmacéutico puede recomendar al paciente un tratamiento sintomático que le ayude a mitigar los molestos síntomas con que cursa la enfermedad. Los principales tratamientos farmacológicos son:
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Tratamientos tópicos nasales, bien sean con corticoides o corticoides asociados a un antihistamínico.
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Antihistamínicos orales, que pueden ayudar a mejorar tanto la nariz como el ojo. Si van asociados a algún tipo de vasoconstrictor, nos podrán ayudar a paliar las crisis que aparecen en la primavera. Con este tratamiento podría quedar la obstrucción nasal, en cuyo caso recurriremos a sprays nasales.
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Antagonistas de los receptores de los leucotrienos, que pueden ayudar en patologías de larga evolución, aunque no existe un consenso claro sobre su uso.
Un tratamiento adecuado puede evitar que se instauren formas crónicas y que aparezcan otras complicaciones, como pólipos, sinusitis, otitis o exacerbación del asma.
Respecto al pronóstico, es importante destacar que casi todos los síntomas de la rinitis alérgica son tratables. Además, los niños con rinitis tienen muy buen pronóstico ya que tratados adecuadamente, la inflamación no persiste tanto tiempo y ni tampoco da lugar a remodelamientos estructurales ni a una mayor gravedad o a la aparición de pólipos. En el caso de los adolescentes, el sistema inmunitario se encuentra en un estado de refuerzo, lo cual, además, ayuda a mitigar la intensidad de esta sensibilización. Aunque algunos estudios indican que hasta el 80% de los pacientes niños alérgicos en el futuro presentará de nuevo esta afección, es cierto que en la adolescencia se percibe un declive de la intensidad de los síntomas. Como excepción, si la sustancia que genera la alergia es el polen, es difícil que deje de afectar al paciente y entonces estaremos sometidos a la carga que supongan los niveles de polinización.
Como conclusión, los beneficios para el paciente a la hora de apoyarse y confiar en las recomendaciones de una farmacia que posea un buen conocimiento de rinitis alérgica son múltiples, ya que pueda ayudarle a detectar su caso no diagnosticado, que está confundiéndose por sus síntomas. Igualmente, le podrá ayudar a mejorar en su calidad de vida, al tener una mayor información sobre hábitos saludables preventivos y, llegado el caso, aconsejarle el tratamiento sintomático más adecuado. Además, le ayudará a mejorar en su tratamiento, reforzando la adherencia y evitando la automedicación, gracias a la personalización en el trato que les permite a las farmacias el día a día con el paciente.
Por su parte, más allá de informar de las correspondientes medidas preventivas, el farmacéutico tiene una labor fundamental en el seguimiento del tratamiento, velando por su adecuado cumplimiento y comprobando su eficacia y seguridad. Asimismo, el consejo farmacéutico ayuda a promover el uso racional del medicamento. Para ello, desde la farmacia es muy importante identificar de forma clara la patología, lo que permitirá ofrecer la mejor atención, recomendando los tratamientos y hábitos saludables más adecuados a sus pacientes y asegurando ese apoyo diario que supone la cercanía de la farmacia al ciudadano.
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