El envejecimiento de la población en España supone un enorme reto para el sistema sanitario. Los hábitos de vida y un robusto sistema de salud han permitido que la esperanza de vida sea mayor que nunca y una de las más altas del mundo. Esta situación, sin duda positiva, viene sin embargo acompañada un aumento de la cronicidad, aparición de pluripatologías y de la polifarmacia en la población.
Adicionalmente, la pandemia ha tensionado enormemente los sistemas de salud con un especial impacto en la continuidad asistencial de los pacientes crónicos debido a la saturación y agotamiento de la atención primaria (Sauté de Velasco et al. Informe SESPAS Gaceta Universitaria 2022).
Como resultado, el sistema tiene una demanda creciente por parte de la población. Lo que supone un mayor consumo de recursos y una sobrecarga de la capacidad del sistema, que podría a la larga resultar en un empeoramiento del control de los pacientes crónicos por las crecientes dificultades de continuidad asistencial, así como limitar el acceso a los servicios sanitarios.
El ecosistema sanitario
Nuestro ecosistema sanitario ha sido históricamente muy robusto y con muy buenos indicadores de calidad y eficiencia. Sin embargo, los retos mencionados anteriormente están poniendo a prueba la sostenibilidad del sistema tal y como funciona ahora.
Abordar estos retos debe ser un esfuerzo de corresponsabilidad de los diferentes actores que componen el ecosistema sanitario entre los cuales, la industria farmacéutica representa un papel muy importante.
En este contexto y como actor necesario, desde las compañías farmacéuticas hemos de corresponsabilizarnos para, junto con el resto de los actores, buscar y poner medidas dirigidas a un ecosistema más sostenible, eficiente y que se adapte mejor a las necesidades de los ciudadanos.
Las compañías farmacéuticas se han ido transformando en las últimas décadas con el claro propósito de adaptarse mejor al entorno y las necesidades de los diferentes actores del ecosistema sanitario. Como resultado, las compañías han ido generando nuevas áreas de conocimiento y nuevos perfiles profesionales enfocados en las nuevas necesidades del entorno y del ecosistema. Esto ha supuesto que la cadena de valor de las compañías farmacéuticas se haya no sólo diversificado, sino enriquecido de manera drástica.
Una cadena de valor que sigue necesariamente pivotando sobre la investigación, desarrollo y puesta a disposición de los sistemas de salud de nuevas soluciones terapéuticas que den una respuesta eficaz a los problemas de salud de los ciudadanos.
Sin embargo, la aportación de valor al ecosistema puede y debe ser más holística y amplia a través de un enfoque de partenariado enfocado en la eficiencia clínica y asistencial ayudando así a dar respuesta a los grandes retos del sistema antes mencionados.
Entender las prioridades y necesidades del ecosistema
El enfoque colaborativo requiere cambiar nuestra mirada al entorno con una perspectiva más externa que interna. Requiere escuchar y comprender cuáles son las necesidades y prioridades del sistema sanitario a través de la escucha y el análisis exhaustivo del contexto, así como de las fortalezas y retos de este.
El enfoque colaborativo requiere también un cambio en nuestra aproximación de aportar soluciones que hemos generado in-house. Sino que supone el trabajo conjunto con los distintos actores para desarrollar propuestas concretas e implementables. Para ello es fundamental ‘matchear’ las prioridades del sistema con las nuestras y encontrar un objetivo común sobre el que trabajar.
El enfoque colaborativo también supone un cambio en nuestra relación con los distintos actores del ecosistema. Como parte de éste, la industria ha de establecer un rol de ‘igual’ en todo el proceso de exploración, diseño e implementación de los proyectos acordados. Para ello, es importante el desarrollo de gobernanzas comunes y hojas de ruta en las que cada una de las partes tiene una contribución clara y definida en el proyecto que permitan un buen desarrollo y seguimiento de éstos y en el que se aporten todos los puntos de vista según las áreas de ’expertise’ y de decisión de cada una de las partes.
Cadena de valor diversa y holística
Como se ha mencionado antes, la transformación de las compañías en las últimas décadas ha supuesto una especialización de sus profesionales en diferentes áreas. En este sentido y dado el contexto cambiante y complejo de los sistemas de salud, debemos abordar de manera holística las prioridades y retos del sistema.
Además de las ya mencionadas “tradicionales” áreas de investigación, desarrollo y puesta a disposición de los sistemas de salud de innovaciones terapéuticas. La industria ha desarrollado perfiles profesionales orientados a la innovación clínica y asistencial que también debemos poner a disposición para la mejora del sistema.
Los retos que presenta el sistema, especialmente relacionados con enfermedades de mayor prevalencia y que pueden presentar mayor cronicidad, tienen diferentes componentes que pueden incluir, entre otras: nuevas herramientas terapéuticas, formación de los profesionales, protocolos de manejo, mejorar la eficiencia de los procesos y rutas asistenciales, desarrollo de indicadores de gestión, de calidad asistencial, de experiencia del paciente etc.
Colaboración Extrema
Es por ello, que se necesita un abordaje capaz de poder entender y trabajar de manera coordinada en propuestas que puedan dar cobertura a todos o al menos a los componentes clave de esos retos. Dando a la vez respuestas lo más concretas posibles. Tanto los perfiles profesionales más tradicionales, como los más nuevos perfiles de la industria aportan un enorme valor diferencial para afrontar dichos retos debido a su conocimiento exhaustivo de cada una de las áreas y que pueden, por tanto, poner al servicio de la propuesta común de soluciones o mejoras del sistema.
Este abordaje requiere componer equipos multidisciplinares expertos en distintas áreas pero que sean capaces de trabajar de manera coordinada con un objetivo común y específico. Esto supone llevar la colaboración interna a un nivel de ‘colaboración extrema’ en el cual personas de distintos equipos se unen y se coordinan para trabajar como un equipo para aportar más valor y más impacto para el proyecto de partenariado.
En conclusión, el contexto actual complejo y en constante cambio está poniendo a prueba el sistema sanitario. Desde las compañías farmacéuticas, como actores del ecosistema sanitario, hemos de corresponsabilizarnos para construir un ecosistema sanitario más sostenible y eficiente. Para ello debemos trabajar de manera colaborativa con los diferentes actores desde una perspectiva holística de sistema para así entender mejor los retos y poder formular de manera conjunta iniciativas de mejora. La creciente complejidad del sistema ha hecho necesaria la transformación de las compañías farmacéuticas diversificando así nuestra cadena de valor y que nos permite dar una respuesta más holística, colaborativa y de más impacto al sistema.