Aquí una reflexión sobre algunos temas que, casi sin darnos cuenta, comenzamos a escuchar y a leer sin parar en el territorio de la salud, como por ejemplo el potencial del metaverso, o qué ventajas puede suponer un contrato inteligente para un paciente. Así a priori podemos pensar… ¿pero qué tiene que ver blockchain en todo esto? Pues sin prisa pero sin pausa, las grandes compañías farmacéuticas tienen el reto de coger un tren que marcará la sanidad de un futuro que parece inmediato.
Hasta hace muy poco tiempo, las mayores innovaciones en salud se han gestado a golpe de microscopio en los laboratorios, averiguando cómo las terapias biológicas y génicas pueden cambiar la historia de muchas patologías que, hasta el momento, no contaban con nuevas alternativas terapéuticas. Sin embargo, sorprende cómo ahora, y más aún tras la transformación impuesta por la crisis de la Covid-19, los gigantes tecnológicos y las nuevas tendencias aplicadas normalmente a otros campos están llegando a la salud, prometiendo un futuro muy cercano que garantice la sostenibilidad del sistema sanitario, adaptándolo a las nuevas necesidades.
Casi sin darnos cuenta, comenzamos a escuchar y a leer un sinfín de informaciones sobre la inminente transformación del territorio de la salud, como por ejemplo el potencial del metaverso, o qué ventajas puede suponer un contrato inteligente para un paciente. Así a priori podemos pensar… ¿pero qué tiene que ver blockchain en todo esto? Pues sin prisa pero sin pausa, las grandes compañías farmacéuticas empiezan a ver estos temas como grandes desafíos de los próximos años. Y aunque el paciente de edad madura de hoy solo puede ver este horizonte como una película de ciencia ficción, los que forman parte de los millennials y hacia abajo casi con seguridad llegarán a vivir una atención sanitaria que nada tenga que ver con la actual. Y recordaremos la de ahora igual que cuando echábamos cartas al buzón.
Hay dos targets bien diferenciados: los profesionales sanitarios y los pacientes. ¿Qué puede aportar la transformación digital a cada uno de ellos? Y, la pregunta que es aún más importante, ¿cómo la van a poner en práctica sin perder la cercanía, la empatía y la necesaria humanización de la atención sanitaria por el camino?
El metaverso: un mundo virtual que rompe las barreras de lo presencial
Parece lógico que, de cara a los profesionales sanitarios, colocarse unas gafas y entrar en un universo paralelo en metaverso será una gran oportunidad en el terreno de la formación. Se rompen las barreras de la necesidad de recursos, de la presencialidad, del error humano… los futuros cirujanos podrán experimentar con el cuerpo humano o diseccionar un cerebro de forma cada vez más sencilla, ya que las técnicas de realidad virtual se irán implementando en nuestra normalidad.
También les permitirá asistir a congresos médicos de forma virtual, como ya han comenzado a hacer durante la pandemia. Si bien, dicho sea de paso, muchos estaban deseando volver a la normalidad y, durante la ventana de oportunidad que hemos tenido entre olas, todos los eventos médicos y congresos volvieron a la presencialidad. Por tanto, aquí el metaverso tiene la oportunidad de generar una experiencia realmente apetecible e inmersiva, que vaya mucho más allá de lo logrado ‘con las prisas’ del confinamiento.
Y a los pacientes del futuro, quizá el metaverso les permita encontrarse de forma virtual con su médico de referencia desde cualquier parte del mundo, fuera de la consulta médica pero sin la frialdad que implica la telemedicina actual, tal y como la hemos conocido en época de pandemia – por qué no, pueden encontrarse en un paisaje idílico mucho más agradable, humano y empático que propicie una conversación sobre cómo se siente realmente el paciente y cómo es su calidad de vida.
Sin duda, la humanización de la atención sanitaria, en un momento en el que la pandemia ha puesto de manifiesto que incluso los sistemas sanitarios más reputados carecen de recursos para afrontar una situación límite, es todo un desafío teniendo en cuenta lo necesario que el encuentro presencial entre médico y paciente – y eso que la Covid-19 ha afectado a un total de 420.783.231 personas en todo el mundo, de un total de 7,9 billones, según datos de WorldOmeters del 18 de febrero.
No defenderemos aquí el fin de las consultas presenciales. Lejos de eso, reivindicamos que se recuperen ya los programas de cribado y las consultas tan necesarias para diagnosticar enfermedades como el cáncer, cuyo curso es decisivo según el momento en que se detecten. Pero hay muchas visitas de seguimiento de pacientes crónicos que seguro podrían aliviar la sobrecarga de las consultas presenciales si se hacen de forma virtual, y que se pueden enriquecer notablemente, a nivel de cercanía e incluso protocolización de recogida de feedback, gracias a universos como el metaverso.
La accesibilidad a los datos clínicos mediante blockchain
Otro de los grandes retos de la asistencia sanitaria actual es la integración de los datos clínicos, de forma que se pueda centralizar la historia clínica de un paciente en un mismo país. De ahí que parezca haber tanto potencial en la aplicación del blockchain en el mercado de la salud y en la gestión de datos de pacientes, en dos direcciones. Por un lado, se podrá acceder a la historia clínica completa de un paciente en cualquier parte del mundo, para poder tomar la mejor decisión médica a nivel de indicación farmacológica, conocimiento de alergias y contraindicaciones, gestión de riesgos… minimizando así el error en intervenciones de urgencia.
Y, por otro lado, aunque quede mucho camino por recorrer a nivel de estructura y legal, se tendería a construir la mayor base de datos clínicos para compartir información entre la comunidad médica, pero contando con una estructura segura y controlada. En este sentido, en el informe de Credence Research, Inc. titulado Tecnología blockchain en el mercado de la atención médica: crecimiento, perspectivas futuras, análisis competitivo, 2018 – 2026, ya se hizo alusión a que blockchain ya se está probando en ensayos clínicos para transferir datos y archivos de pacientes.
Muy ligado a este tema, están los NFTs, los token no fungibles. Ligados al mundo del arte, por ejemplo, parece sencillo comprender que uno puede comprarse un cuadro y poseer una obra única a nivel digital. Pero, ¿cómo lo aplicamos al mundo de la salud? Pues parece que la tecnología blockchain también ha llegado para que podamos controlar el uso de nuestros datos personales de salud. Mediante contratos inteligentes validados por la cadena de bloques, un paciente puede decidir dónde va su historia clínica, quién tiene acceso a ella y qué uso se hace de la misma.
Imaginamos cómo todos estos temas pueden sonar un poco lejanos o etéreos en un congreso de profesionales sanitarios de las diferentes especialidades que cada día atienden a todos los pacientes posibles en su consulta. Y cómo, a partir de un fino engranaje a lo largo de los próximos años, habrá nuevas tendencias que comiencen a funcionar dentro del complejo sistema sanitario, y otras que se vayan desechando por el camino.
En un reciente artículo publicado por CBInsights, se hace una valoración sobre cómo los gigantes tecnológicos como Apple, Amazon, Microsoft o Google están desarrollando soluciones para las grandes farmas, en pro de la expansión de la inteligencia artificial y la gestión de big data en salud. Y, en este escenario a priori tan abstracto, los laboratorios tienen un desafío total si quieren estar preparados para liderar la sanidad del futuro.
Confiamos en que se logrará la tormenta perfecta para que, en la atención sanitaria al paciente, que debe ser al final el centro de todo, blockchain no nos bloquee la empatía y la humanización tan necesarias.