Todo cambia, todo evoluciona a la mayor velocidad posible. El sector sanitario es más lento, pero no por ello ajeno a la transformación digital. Es el momento en que los directivos aprieten el paso, el momento de elegir si quieren convertir sus empresas en Amazon o esperar como hizo Kodak.
Los Felices 20 es la denominación que tuvo la década que ha empezado pero hace 100 años. La Humanidad ha cambiado tremendamente en este siglo: la higiene, la salud pública, los sistemas de salud, la era antibiótica, la prevención… Todos estos cambios sociales y sanitarios han impulsado la salud y la calidad de vida de las personas como un trampolín. Pero también el aislamiento, el coste creciente de la sanidad, el crecimiento de las enfermedades no transmisibles, la sanitarización de la vida, la mayor exigencia social hacia los resultados sanitarios y tantos otros temas son cuestiones por resolver.
Parece que se ha llegado al límite con los recursos con los que contamos como sociedad, o incluso como sector. El presencialismo de muchas soluciones que vienen del siglo XX quedan lejos de la realidad del siglo XXI. El paciente y su cuidador conectados viven en un planeta con más del 50% de habitantes con acceso a internet, con un 90% en nuestro entorno. El internet móvil crece por encima del número de habitantes del planeta. Los servicios se hacen globales, y estamos conectados en tiempo real. Y mientras tanto…
Mientras tanto, los grandes operadores del sector sanitario se desperezan poco a poco. Alguno hace mohines al cambio que viene, como dinosaurios viendo caer el meteorito que puede provocar un invierno glacial. Son los que niegan la interoperabilidad de los silos donde está la información médica. Son los que desprecian la revolución digital que los pacientes piden. Son los que no saben hacia donde ir, y esperan que otros marquen el camino, como tantas veces en el pasado, para sacarles ventaja. El meteorito también viene con una erupción brutal de un sector que apenas existía hace 15 años. Las empresas tecnológicas (7 de las 10 empresas más grandes del mundo lo son) han fijado su atención en la sanidad.
Google tiene una división de salud, Verily, y cuenta con la plataforma más sofisticada y sencilla de inteligencia artificial, Deepmind. Amazon ha lanzado para su millón de empleados (la mejor piedra de toque) su propia telemedicina de atención primaria y servicios a domicilio incluso de distribución de medicamentos (compró PillPack recientemente). Por doquier surgen clones de Hims, la empresa americana de envio a domicilio de medicamentos “comprometidos”, de los que da pereza ir a buscar: para la disfunción eréctil, para la caída del cabello, para las arrugas… En Europa está Zava. Apple Health es una realidad desde hace tiempo con el impacto del iwatch en cardiología. Y en cambio, entre los operadores tradicionales, tímidos movimientos se vislumbran: Roche compró MySugr, para gestión de la diabetes por parte del paciente. Otros se acercan a las startups mirándolas de cerca, como Bayer y su G4A, Almirall y su Digital Garden y unas cuantas farmas más.
En este sentido, es el momento que las grandes empresas del sector se decidan a dar el paso adelante, al ritmo de Amazon: En este febrero 2020 ya ha lanzado para sus empleados americanos Amazon Care, su servicio de atención primaria por telemedicina con toma de análisis y envío de medicamentos a domicilio. Estamos hablando de un colectivo de 1 millón de personas en todo el mundo, una perfecta piedra de toque en el que testarán el lanzamiento de sus servicios de salud. En menos de 2 años han probado y lanzado su mínimo producto viable. La otra actitud, sabiendo por estudios de sus departamentos de Innovación o I+D que todo ha cambiado, esperando que el impacto no les llegue, recuerda la de Kodak. La revolución digital de la imagen se los llevó por delante, de ser la mayor empresa de su sector a la quiebra en pocos años. Ya no es el momento de gestos heroicos y supervisionarios: el mundo ya ha cambiado. Es el momento de que los directivos elijan si quieren ser Amazon o prefieren ser Kodak.