Una vez estuvieron limitadas a ladrones de bancos y joyerías, extravagantes estrellas del pop y turistas conscientes de su salud. Pero ahora, el uso de mascarillas en espacios públicos es tan habitual que nos hemos acostumbrado a lo que muchos llaman "la nueva normalidad". La preocupación por reducir la transmisión de virus ha llevado a un aumento de la utilización de estas y es probable que su uso continúe durante un futuro bastante previsible.
Si bien, el uso correcto de mascarillas está siendo esencial durante la situación actual, todos hemos encontrado a personas haciendo un mal uso de estas, desde llevarlas por debajo de nariz, hasta llevarlas en la barbilla o en el cuello.
En el ámbito profesional nunca había visto las llamadas mascarillas higiénicas. Las quirúrgicas se utilizan por sanitarios para prevenir el contagio de pacientes y las mascarillas autofiltrantes (FFP) eran y son las más ampliamente utilizadas en las empresas, como equipo de protección individual (EPI), para proteger a los trabajadores ante la exposición a agentes químicos y biológicos.
Dada la situación actual, la mascarilla ha pasado de ser un producto sanitario de uso casi exclusivo de trabajadores, ante situaciones comentadas en el párrafo anterior, a ser una “prenda de vestir” indispensable en cualquier ocasión.
Se ha propuesto que el uso prolongado de mascarillas podría producir la aparición de síntomas de sequedad ocular e irritación. La película lagrimal, barrera contra la invasión de patógenos, puede verse comprometida si el ajuste incorrecto de la mascarilla hace que esta barrera se evapore con más facilidad.
Habitualmente, las mascarillas llevan un alambre nasal flexible al que deberíamos de prestar atención para evitar que el aire se dirija hacia los ojos. Se ha sugerido que, al colocar la mascarilla mal ajustada, probablemente el recorrido del flujo de aire exhalado desde la boca y la nariz sea ascendente, forzando una corriente de aire sobre la superficie ocular que podría crear condiciones que aceleren la evaporación de la película lagrimal.
Para estas personas, que experimenten síntomas de sequedad ocular e irritación debido al uso prolongado de la mascarilla, fomentar el parpadeo o utilizar lubricantes oculares puede ser beneficioso para calmar sus síntomas.