La tecnología, ¿liada o aliada?

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Áurea Benito. Corporate People Director. ISDIN.

La tecnología, ¿liada o aliada?

25/9/2023
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Humano, cyborg, posthumano, avatar difumina los límites de la realidad a través de nuestras interacciones con la tecnología. Nos co-creamos mutuamente: nosotros creamos la tecnología pero a cambio, ésta modifica nuestra forma de pensar, actuar y relacionarnos entre nosotros y con ella. Si somos conscientes de ello y aprendemos a ponerla a nuestro servicio en lugar de ser sus siervos. Sólo así, crearemos un futuro mejor. Y tú, ¿qué relación tienes con ella?

La tecnología refleja los valores de las personas que la creamos y, a la vez, modifica nuestra forma de pensar, tomar decisiones y relacionarnos. Constatar que nos creamos mutuamente es, sin duda, un pensamiento inquietante. Después de todo, nuestro cerebro es plástico y ello significa que se va formando en interacción con el medio ambiente. Está demostrado, por ejemplo, que los nativos digitales tienen menos conexiones en la zona de gestión de la memoria del cerebro porque se sirven de tecnología para recordar un dato, una dirección o un número de teléfono. Ahora bien, nuestra relación con la tecnología ¿nos mejora o empeora? Puede ser nuestra aliada cuando la usamos para incrementar nuestra esperanza de vida, eliminar las distancias y conectarnos los unos con los otros o facilitar nuestro día a día con la domótica. Sin embargo es una liada cuando nos aísla, la convertimos en adictiva buscando estímulos constantes y cuando nos esclaviza. Lo curioso es que la tecnología es neutra, nosotros le ponemos la etiqueta. Liada o aliada, la tecnología ha modificado nuestra manera de pensar, actuar y relacionarnos.

Hoy somos más rápidos, disfrutamos de mayores comodidades, tenemos más información pero también nos cuesta más sentir satisfacción y estamos sometidos a una mayor presión social. En este entorno, la pregunta del millón es ¿cuál es tu relación con la tecnología? pues se ha convertido en una relación muy personal. 

Hay personas que se definen como cíborg, es decir, un ser humano mejorado mediante el uso de la tecnología. Quizás te viene a la mente Neil Harbisson, el primer cíborg reconocido legalmente porque se implantó un ojo electrónico en su cráneo que le permite "escuchar" los colores de su entorno y además incluye conectividad WiFi y Bluetooth. O quizás te vienen a la mente tecnologías como el implante coclear, que permite que una persona sorda oiga a través de un micrófono externo conectado a su nervio auditivo. Así que, ¿cuál es la delgada línea roja?

Los posthumanos, seres humanos con capacidades físicas y psíquicas superiores, aparecen en películas como Gattaca, ambientada en una sociedad en la que la mayoría de los humanos son concebidos in vitro con técnicas de selección genética; o Matrix que  plantea que en el futuro casi todos los seres humanos han sido esclavizados por las inteligencias artificiales, que los tienen en suspensión y conectan sus mentes a una realidad virtual. Sin recurrir a la ciencia ficción o a un capítulo de Black Mirror, la brecha existente hoy entre un nativo digital y alguien lego en tecnología, no dista tanto de la brecha entre un humano y un posthumano. 

Hay quien se enamora de un avatar, una representación gráfica que se asocia a un usuario en particular para su identificación en un videojuego, foro o metaverso. La película Avatar, en cambio, lo lleva más allá y nos zambulle en un proyecto que transporta la mente de los científicos a unos cuerpos artificiales para conectar con una nueva especie de forma más sencilla. O Los sustitutos donde Bruce Willis vive en un mundo donde hay versiones perfectas de las personas -sin enfermedades, siempre jóvenes y atractivos- controlados a distancia. ¿Una versión avanzada de los filtros de Instagram? En la película, estas máquinas perfectas acaban asumiendo el papel de la persona real dentro de la sociedad, por lo que la persona no necesita salir de casa. Sin ir más lejos, el mayor concierto de Ariana Grande fue en Fortnite.

Definitivamente, la conexión “persona – tecnología” ya ha empezado a influir no solo en los skills a incorporar, sino en la evolución futura del ser humano. La tecnología ha moldeado nuestra fisiología -marcapasos, lentillas, prótesis, etc.- e incluso nuestra identidad, debido a las nuevas interfaces cerebro-máquina capaces de modificar nuestras habilidades mentales. El reconocido científico Stephen Hawking predijo que la ingeniería genética sería la responsable de la creación de una nueva raza de superhumanos planteando la tecnología como el nuevo paso evolutivo del ser humano.  Aunque no hace falta recurrir a la ingeniería genética para ser un superhumano. Si eres nativo digital, ya has nacido con súper poderes, con Google consolidándose como tu cerebro paralelo. Y si no, siempre puedes convertirte en turista digital e ir practicando hasta conseguir el “pasaporte” cuando las nuevas tecnologías sean una parte orgánica de tu vida. En cualquiera que sea tu caso, “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. La naturaleza humana está tan inherentemente ligada a la tecnología, que no nos podríamos definir como especie sin ella. Efectivamente, la tecnología nos da súper poderes, como la posibilidad de romper barreras idiomáticas con sólo pulsar un botón, conseguir piernas biónicas controladas por señales cerebrales o redactar este artículo mediante chat GPT sin haber escrito una sola palabra. Hasta el punto de que es incompatible vivir en el siglo XXI sin aprender a relacionarte con las herramientas digitales (adquirir un gran poder) y, además, llevarte bien con ellas (aceptar la responsabilidad que conllevan). 

Adquirir el poder de lo digital va mucho más allá de saber utilizar la tecnología. Exige actualizar nuestra manera de pensar, sentir y comunicar, incorporando los valores del mundo digital para vivir mejor, sin someternos a su tiranía. Ser digital de verdad es poner la tecnología a tu servicio para que haga tu vida más fácil, ayudándote, cuidándote y entreteniéndote. Y, por supuesto, va de saber reír, porque todo es mejor con sentido del humor. Esta podría muy bien ser una conversación con cualquiera de mis hijos: “¡Mamá, mira el cielo! ¡Está lleno de botoncitos de "Favorito"! “Estrellas, hijo. Se llaman estrellas”. Bromas aparte, Einstein se preguntaba: “¿Por qué esta magnífica tecnología científica, que ahorra trabajo y nos hace la vida más fácil nos aporta tan poca felicidad? La respuesta es ésta, simplemente: porque aún no hemos aprendido a usarla con tino”. Así las cosas, la tecnología, ¿es una liada o una aliada? La respuesta está en ti.

Nos dirigimos hacia un mundo donde la digitalización es un trampolín para tu Talento, creando oportunidades inimaginables hasta hoy. Para muestra un botón: Amazon, el primer vendedor de libros del mundo, no tiene ni una sola librería. Twitter, ahora X, ha dado luz al “periodismo ciudadano”. Airbnb, el arrendador principal de habitaciones, no tiene inmuebles de su propiedad. Spotify, el mayor proveedor de música global, no tiene ni un solo disco. Y Gucci vende sus productos más caros en Roblox que en la vida real. Seguro que se te ocurren más ejemplos que añadir a la lista, una lista donde las plataformas digitales han forjado nuevas formas de relación y comercialización y conforman nuestro futuro.  Y, ¿cómo queremos que sea nuestro futuro? Una tecnología cada vez más humana y seres humanos cada vez más tecnológicos. Un futuro en el que si entendemos la responsabilidad que conlleva el gran poder que nos ofrecen las tecnologías, daremos a luz a una sociedad más sostenible, inclusiva y compasiva. Y eso nos conecta con lo que realmente importa: con nuestra esencia, con las demás personas y con el planeta. Apostemos por investigar y llevar la tecnología a límites insospechados que te hagan dudar de si este artículo lo ha escrito un humano o Chat GPT. Así que te invito a liarla en grande, haciendo que tu vida sea mejor, convirtiendo la tecnología en tu gran aliada.

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