La actual coyuntura del sector, marcada por el establecimiento del precio libre de los fármacos ocasionó una diatriba en la industria farmacéutica difícil de solventar. Gracias a la buena disposición de las partes y a las últimas tecnologías, lo que en principio parecía una dificultad se ha convertido en una ventaja competitiva para algunas compañías que ha apostado por asegurar una adecuada distribución de sus productos en el mercado para satisfacer las demandas de medicamentos de los españoles.
El Real Decreto 824/2010 de 25 de junio, por el que se regulan los laboratorios farmacéuticos, los fabricantes de principios activos de uso farmacéutico y el comercio exterior de medicamentos e investigación de los mismos establece en su artículo 53, apartado 6, que "el envío de medicamentos autorizados en España a otros Estados miembro requerirá la notificación previa a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios de acuerdo con las instrucciones que se emitan al respecto".
De esta manera, se regula el comercio paralelo de medicamentos, ya que los precios de los mismos en España están regulados por el Ministerio de Sanidad. Esto no es así en toda la Unión Europea, porque en otros países como por ejemplo Alemania o Francia, los precios son libres y, en general, bastante más altos que en nuestro país.
Así pues, existían distribuidores que compraban su mercancía en los países donde el coste es bajo, para posteriormente cambiar envases y prospectos a la lengua del país de destino, en el que se comercializaban a un precio bastante más alto del inicial. Con respecto a los distribuidores españoles, durante muchos años llegaron a vender más producto en el extranjero que en el mercado local, ya que de esa estrategia de comercialización se obtenían bastantes más beneficios económicos que de la venta únicamente en territorio español.
El problema era palpable tanto para las farmacias, que se quedaban sin producto para suministrar a los pacientes, como para las multinacionales farmacéuticas, ya que, si por ejemplo, un medicamento era importado de España a Francia, la filial francesa de la compañía ingresaba a sus arcas únicamente la diferencia de precio entre ambos mercados, en lugar del precio total del medicamento en el mercado de mayor valor, en este caso el francés. Las farmacias comenzaron a trasladar esta situación a los laboratorios, que muchas veces por políticas internas fabricaban siguiendo los dictámenes de los cupos asignados a la venta de los medicamentos más importantes o con mayores ratios de venta. De aquí surgió una nueva estrategia de distribución: “el precio libre”, plasmada en el Real Decreto que mencionábamos al comienzo.
Internamente se comenzaron a definir precios acordes con otros países y, para controlar los mismos, era necesario establecer una nueva herramienta informática que conciliase esta nueva estrategia de mercado con la restricción legal de precios del Ministerio de Sanidad, aplicable a los medicamentos españoles. De este modo, las grandes empresas farmacéuticas han llegado a un acuerdo con los distribuidores, a partir del cual se les facturaría cada uno de sus pedidos a los precios establecidos de manera interna, con el consiguiente reembolso del diferencial, siempre y cuando el distribuidor certifique de manera fiable y demostrable sus ventas mensuales a las farmacias. Y es aquí donde el desarrollo de una solución informática que asegure las ventas de las compañías farmacéuticas, el control de las exportaciones paralelas y la distribución, ha constituido la solución rentable para muchas compañías del sector, así como la transparencia y buena salud del mismo.
En la actualidad, los distribuidores mandan mensualmente dos ficheros a los Auditores Externos, uno con los datos agregados por producto y otro con la información detallada por farmacias. Una vez comprobada la veracidad de los datos y aprobado el primer fichero, lo remiten a las multinacionales, que a su vez proceden al abono mensual a cada uno de los distribuidores, nunca por una cantidad superior a la de las ventas acumuladas del diferencial. Para un mayor control y análisis, las farmacéuticas pueden firmar un contrato de servicio con las grandes distribuidoras, de tal manera que las primeras se comprometen a desembolsar las diferencias económicas en un corto plazo de tiempo, mientras que las segundas, como contraprestación, están obligadas a mandar adicionalmente ficheros de faltas e inventarios de producto a finales de mes.
En definitiva, el gran beneficio de esta nueva estrategia de precio libre ha sido impedir un desabastecimiento del mercado español, que era previsible ya que los distribuidores se lanzaban a vender sus productos en el exterior, debido a la diferencia de coste final. Y además, podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que ha ayudado al sector farmacéutico a evitar una previsible lucha de precios, con el consiguiente perjuicio para el mercado. Una vez más, la tecnología hace posible que procesos aparentemente complicados se puedan realizar de manera sencilla, consiguiendo el consenso de todo un sector y el buen funcionamiento del mercado farmacéutico.