A
nadie escapa que las necesidades de traducción de los laboratorios
se multiplican de forma exponencial en el marco de la nueva economía
global. Como confirman los estudios de importantes consultoras , la
profesión médica está experimentando una aceptación
cada vez mayor de las nuevas tecnologías para el ejercicio
de su profesión y sus necesidades de investigación.
Conscientes de esta forma de divulgación de sus productos,
los grandes laboratorios disponen de páginas web, normalmente
escritas en inglés, que contienen los principales argumentos
de comercialización, así como otros servicios de ayuda
para los facultativos (líneas de investigación, literatura
científica, ensayos realizados, etc.). En esta situación,
se hace necesario contar no sólo con lingüistas especializados,
sino también con traductores que dominen las nuevas tecnologías.
Las nuevas empresas
de traducción (o de gestión de documentación)
conocen bien estos mecanismos de comunicación, tanto los
tradicionales como los empleados en Internet, de forma que, aun
manteniendo una alta especialización en cada sector, ofrecen
un servicio global. Un ejemplo evidente en estos últimos
años es el de la traducción, adaptación o creación
de páginas web. Ofrecer un servicio global que permita traducir
y adaptar todas esas herramientas trabajando directamente sobre
el código escrito por los programadores es uno de los logros
de las nuevas empresas de traducción. Incluso van más
lejos, al ofrecer a sus clientes un servicio de asesoría
para futuros desarrollos, o directamente el diseño y creación
de la página web corporativa (normalmente en varios idiomas),
cuando ésta no existe. Y siempre teniendo en cuenta que un
material que va a traducirse debe cumplir determinadas especificaciones
para no convertir el proceso en una tarea inacabable.
Por otra parte,
cualquier director de producto de un laboratorio ha tenido que enfrentarse
en algún momento de su carrera a la imperiosa necesidad de
traducir toda la documentación relativa a su producto al
idioma de los mercados en los que se va a comercializar. Decidir
a quién encomendar tan ardua tarea entraña no pocos
riesgos, tan serios que pueden dar al traste con investigaciones
y ensayos que han durado años. Podemos imaginar los enormes
problemas que conllevaría una deficiente traducción
de esta documentación. Un informe de expertos cuyas conclusiones
no estén bien estructuradas o proporcione información
incorrecta puede tener como resultado la imposibilidad de comercializar
el producto en la fecha prevista y el consiguiente esfuerzo adicional
de volver a analizar la documentación e identificar los errores.
Los laboratorios
han recurrido tradicionalmente a sus propios empleados para traducir
este material, considerando que así se mantiene la terminología
propia y se garantiza la confidencialidad. Esta decisión
viene sin embargo acompañada de otros inconvenientes. "Estoy
ocupado, no creo que me dé tiempo" o "¿por
qué tengo que hacerlo yo?" son respuestas bastante comunes
cuando se asignan internamente estas tareas. Traducir un documento
puede suponer un esfuerzo desmesurado si no se tiene suficiente
práctica. Además, resulta muy caro dedicar a un especialista
a tareas que no están directamente relacionadas con su área
de conocimiento. ¿Y qué decir de aquellos casos en
los que los plazos de presentación obligan a traducir todo
el material en un tiempo mínimo? La práctica más
extendida es dedicar varias personas a la traducción, y el
resultado suele ser demoledor: cada "traductor" utiliza
los términos y expresiones que le parecen más apropiados,
por lo que los documentos finales están plagados de incoherencias
y se convierten en un variopinto repertorio de sinónimos
y de formas de dirigirse al lector. Pero, ¿y si optamos por
dividir el trabajo entre varios traductores profesionales independientes?
También la intervención de traductores profesionales,
pero no especializados en textos farmacéuticos, puede generar
desagradables sorpresas y, en cualquier caso, la revisión
por los especialistas del laboratorio se hace imprescindible.
A la vista de
lo anterior podemos concluir que, en documentos como los de la industria
farmacéutica, en los que el grado de especialización
es alto, la traducción puede convertirse en un problema muy
serio. Sin embargo, la guerra no está perdida: el sector
de la traducción ha reaccionado ante esta situación
y ya es capaz de ofrecer soluciones eficaces a los problemas mencionados.
En primer lugar,
el mercado ha asistido al nacimiento de empresas de traducción
no exclusivamente enfocadas al procesamiento masivo de grandes volúmenes
de documentación, sino a ofrecer un servicio que incluso
supere las expectativas de calidad de los clientes. Su intención
no es sólo la de conseguir beneficios a corto plazo, sino
la de establecer lazos duraderos con sus clientes y crear una relación
de simbiosis entre laboratorio y empresa de traducción. Dicha
relación, que no siempre parece conducir a ningún
sitio en los primeros proyectos, comienza a dar frutos para ambas
partes tan pronto se ha procesado un cierto volumen de documentos.
La pregunta
lógica que se plantea es la siguiente: si el proceso de traducción
es siempre el mismo, ¿cómo se puede acelerar sin menoscabo
de la calidad y reduciendo el coste total de la traducción?
La respuesta pasa por la utilización conjunta de sistemas
inteligentes para la gestión de proyectos y, lingüísticamente,
por la implantación de sistemas de ayuda a la traducción
(conocidos en el argot como CAT, siglas de Computer Aided Translation).
Estas herramientas permiten "reciclar" todas aquellas
traducciones realizadas anteriormente. Cada vez que se traduce una
oración, el original y su traducción se almacenan
en una base de datos accesible a todos los traductores que trabajan
para la empresa. De esta forma, las traducciones anteriores de todas
esas frases repetitivas que suelen incluirse en la documentación
farmacéutica se ofrece al traductor para su validación,
ahorrando tiempo de escritura, búsqueda de terminología
y fraseología, y aumentando considerablemente el nivel de
coherencia en los textos traducidos. Por supuesto, un menor esfuerzo
se refleja necesariamente en un descuento en la factura que se envía
al cliente.
Por otro lado,
las empresas especializadas en traducción técnica
llevan algún tiempo ejerciendo un papel aglutinante de los
buenos traductores que se encuentran en el mercado y que son difíciles
de localizar por parte de los laboratorios. La posibilidad de emplear
los recursos más destacados en este campo es uno de los apoyos
de las nuevas empresas de traducción, volcadas en ofrecer
la máxima calidad y proporcionar el mejor servicio posible
al cliente. Para ello, suelen establecer relaciones de cooperación
cliente-proveedor mediante un sistema de intercambio de información
que permita aprender de las dificultades para evitarlas en próximos
trabajos.
Gracias a este
cambio de enfoque, las empresas de traducción técnica
están dejando de prestar un servicio puntual de última
hora, cuando normalmente ya es demasiado tarde para realizar un
trabajo aceptable, y se están convirtiendo en "colaboradores
estables" de sus clientes, lo que les permite alcanzar los
máximos niveles de calidad y eficiencia económica.
El conservadurismo,
la falta de voluntad empresarial para reforzar la presencia multinacional
en todos los ámbitos, puede dar lugar a una valiosa ventaja
para la competencia. La traducción, tradicionalmente considerada
como una tarea marginal respecto a la investigación y el
desarrollo de los productos, recibe un mayor protagonismo en el
actual mercado mundial y se hace imprescindible para alcanzar este
propósito. Las soluciones para las necesidades específicas
de cada sector existen o pueden crearse, pero el único planteamiento
válido es confiar en la profesionalidad de las empresas existentes
en el mercado, y delegar en ellas aquellas tareas en las que están
especializadas.
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