La seguridad del paciente es la máxima que guía la actuación de todos los profesionales sanitarios. En el sector farmacéutico, una de las claves para garantizar la atención y tratamiento de los pacientes es la creación de sistemas de automatización de determinados procesos. La experiencia demuestra que aporta total seguridad a pacientes y personal médico gracias a un riguroso método que contempla desde la adquisición hasta la dispensación de la medicina.
Emplear esta herramienta aumenta la eficiencia, reduce al mínimo los posibles errores y facilita llevar un correcto seguimiento sobre lo que se le ha administrado. Como se advertirá, muchas ampollas o comprimidos guardan gran parecido lo que, unido a las prisas por atender al paciente, podría multiplicar la posibilidad de error. Los sistemas automatizados contribuyen a reducir el margen de fallos prácticamente a cero. Con esta alternativa, el servicio farmacéutico aúna innovación con bienestar social y pone la tecnología inteligente al servicio del paciente para avanzar en su recuperación y, con ello, mejorar su salud.
LA GARANTÍA DE UN PROCESO AUTOMATIZADO
El proceso de automatización contempla un ciclo concreto. Comienza con la prescripción médica electrónica, que permite identificar de forma precisa el medicamento y la pauta a administrar. Con este método se evita la confusión de dosis o de nombres de medicamentos. A continuación, esta prescripción médica “viaja” a los armarios de dispensación de medicación de la planta, unos muebles del tamaño de una nevera doméstica, que cuentan con un sistema de acceso controlado conocido como SADME (“Sistema Automatizado de Dispensación de Medicamentos”).
En estos dispensadores se integran dos procesos: la prescripción médica electrónica y el control por parte del Servicio de Farmacia. El control de la administración es muy riguroso. El SADME contiene los medicamentos previamente seleccionados, distribuidos en cajetines según su tamaño y también según el nivel de control que requiera su acceso.
Así, tras la prescripción médica en hospitalización, la enfermería puede acceder al medicamento indicado si está disponible en el SADME. Para garantizar la seguridad del proceso, el profesional se tendrá que identificar, escoger a qué paciente va a administrar la medicación y después seleccionar el medicamento que desea retirar.
El SADME abrirá el cajetín correspondiente e identificará de forma precisa (a través de una indicación con luces o de la apertura automática del cajetín) dónde se localiza el medicamento a retirar. De esta manera se identifica de forma inequívoca el tratamiento pautado y todos los datos quedan registrados de forma que siempre se sabe “quién, qué y para quién” se suministró un determinado medicamento.
Los niveles de acceso, dependiendo del tipo de medicamento a dispensar, establecen diversos grados de seguridad. El más alto es siempre para los estupefacientes. En este caso, el sistema solo permite coger de uno en uno, de hecho el cajetín no se extrae completamente, sino solo hasta la cavidad donde se encuentra la unidad suelta del fármaco requerido.
Otros medicamentos se almacenan en cajetines con tapa, de forma que solo se abre ese compartimento, sin dar acceso a otro medicamento del cajón.
CONTROL DE STOCK Y DE CADUCIDAD
En estos armarios no solo se gestionan las existencias de cada medicamento, sino también se controlan las caducidades de las presentaciones que contiene, que son revisadas mensualmente por el personal de farmacia para garantizar que el paciente no recibe ningún medicamento caducado.
Tras este proceso, las salidas originadas en el SADME de la planta de hospitalización crean una orden de reposición de cada presentación que conecta directamente con el armario de almacenamiento de medicamentos de Farmacia.
Este servicio cuenta con un armario de almacenamiento vertical con múltiples cajetines dispuestos en forma de carrusel, en el cual se asigna un cajetín a cada presentación y se identifica de forma inequívoca. De esta forma se evita la posibilidad de mezclar presentaciones parecidas.
Cuando el carrusel recibe de forma automatizada la orden de reposición de un medicamento identificado por su presentación y dosis, automáticamente nos dirige a su posición y lo señala. Por tanto, existe una coordinación exacta entre lo que se solicita y lo que se repone en la planta. Este sistema permite reponer de forma rápida y concisa, y también minimizar el stock necesario en la planta.
En definitiva, se trata de un sistema que complementa el trabajo del equipo de Farmacia, una actividad que se está llevando a cabo en el Hospital Fraternidad-Muprespa Habana. Con este trabajo, la labor humana de supervisión se integra a la perfección en el proceso, en especial con los medicamentos identificados de forma unitaria. Las presentaciones que no se comercializan en forma unitaria, es decir, en las que no tenemos posibilidad de ver estos datos, salvo mirando la caja, se reenvasan en farmacia. De esta forma, se evita cualquier posible error de dispensación y también se economiza con las presentaciones a adquirir, ya que una misma caja sirve para varios pacientes.
En paralelo a estos procesos, el Servicio contribuye también a la seguridad del paciente realizando una verificación de lo que se prescribe a cada paciente en planta. De cada medicamento pautado se revisa su presentación, dosis y posología, se detectan posibles interacciones, duplicidades... y a su vez se asegura que lo necesario para un paciente estará disponible en el SADME a tiempo para su dispensación.
La verificación de la prescripción médica por parte de Farmacia asegura la intervención de más profesionales en el seguimiento de su tratamiento y en agilizar la disponibilidad ante lo que pueda requerir el paciente, convertido siempre, como no puede ser de otra forma, en epicentro de la actividad.